Capítulo XV

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Yattak, Nizzy, Lukassy y el Drekko corrieron hasta más allá de la pradera, hacia un valle aparentemente vacío y fuera de peligro.

–Y... ¿Nos puedes decir cómo te llamas? –le preguntó Yattak al Drekko azul, que no había hablado en todo el camino.

–Dagonnord. –respondió con dificultad.

–¿Dagonnord? Me gusta tu nombre. –dijo Nizzy.

–Bien, ya casi es de noche, deberíamos descansar. –añadió Yattak.

–¿No tienes hambre? Yo me estoy muriendo... –murmuró Lukassy.

–Los humanos podemos estar sin comer ni beber hasta tres o cuatro meses, según la edad. –explicó Yattak.

–Y decidme, ¿qué pensáis comer? –

Los enanos se quedaron callados, y segundos después, una criatura de un color blanco brillante sobrevoló sus cabezas y se dirigió hacia las profundidades del valle.

–¡Seguid a lo que quiera que sea eso! ¡Sea lo que sea es comida! –exclamó Lukassy emocionado señalando a la criatura.

Los ocho corrieron tras aquella cosa blanca, y llegaron a una zona llena de grifos, donde vieron aterrizar a aquel grifo blanco, que traía varios conejos para su familia, formada por un grifo color negro y dos bebés de color marrón claro.

–¡Grifos! ¡Nunca los he probado pero tienen que saber bien! –añadió Nizzy

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–¡Grifos! ¡Nunca los he probado pero tienen que saber bien! –añadió Nizzy.

–No os recomiendo ni siquiera tocarlos, pueden ser violentos si os acercáis. –dijo Yattak mientras Dagonnord observaba la escena extrañado.

–Tonterías, ¡hoy se cena grifo! –exclamó Lukassy bajándose de su cabra.

El enano sacó la espada y corrió hacia el grifo blanco que habían visto antes, y este levantó sus alas para parecer más grande y le rugió a Lukassy con un sonido mezclando el del águila con el clásico rugido del león, lo que asustó a Lukassy y le hizo retroceder rápidamente.

–Vale, igual no es buena idea. –dijo Lukassy al llegar con los demás.

Esa noche, el grupo hizo una hoguera en el lugar y los grifos se quedaron mirando extrañados el fuego. Pero el grifo blanco al que Lukassy se había enfrentado, escuchó como sonaban las tripas de Lukassy u de Nizzy por el hambre y miró el último conejo que quedaba. El grifo se acercó a Lukassy, que miró hacia su derecha y se asustó al ver al grifo, pero este le dejó el lado el conejo. Esa noche, tras cocinar al conejo y por fin comer un poco, un leve aullido se escuchó en el valle, y los grifos se despertaron alterados. Los animales se levantaron alarmados y rugieron, despertando al grupo.

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