Capítulo X

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–Llevamos tres horas buscando, los caballos tienen que estar cansados. –añadió uno de los guardias.

–Ya tengo miedo hasta de parar a descansar, la última vez nos quedamos sin caballo. –murmuró Rothell.

–Habéis corrido peligro dejando los caballos fuera esta noche, en el bosque que hay al lado de mi cabaña hay una criatura nocturna que arrasa con todo lo que se mueve. –dijo Vallynnoth.

–Habéis tenido mucha suerte de que sigan todos de una pieza. Una vez encontré un oso descuartizado. –

–Gracias por subirnos el ánimo Vallynnoth, te lo agradecemos. –añadió Rothell sarcásticamente.

Tras pensarlo unos segundos, Rothell respiró hondo y se bajó del caballo.

–Descansemos un poco. –decidió Rothell. 

Tras fijarse un poco en el lugar, Rothell pudo encontrar una cueva algo hundida en la tierra que daba a un pasadizo.

–Hey, mirad aquí. –añadió este agachándose para ver la cueva un poco mejor.

–¿Hay algo? –preguntó Vallynnoth.

–Parecen haber escaleras que bajan al interior y columnas. –explicó Rothell poco a poco mientras intentaba ver algo más.

–Puede ser un pasadizo, yo pasaría por aquí. –dijo uno de los guardias.

–Tiene razón, coged los caballos, vamos a intentar atravesarlo. –dijo Rothell enderezándose y dirigiéndose a su caballo.

–¿Cómo vamos a ver dentro? Está muy oscuro. –preguntó el guardia.

–Con eso no hay problema, los Lyther tienen escamas que brillan en la oscuridad. –dijo Vallynnoth.

–¿Y si no hay salida y hay algo peligroso ahí dentro? –preguntó otro de los guardias preocupado.

–¿Qué es la vida sin riesgo? –contestó Rothell adetrándose en la cueva agarrando las riendas del caballo y tirando para que el animal lo siguiese.

–Muchas veces con riesgo se acaba la vida... –murmuró Vallynnoth consiguiendo lo que quería, mantener asustados a los guardias mientras él seguía a Rothell sonriendo.

El grupo avanzó durante media hora por la oscuridad de la cueva, sin rastro de nada, solo con gotas de agua muy fría que les caían encima cuando menos lo esperaban, estremeciéndoles un poco, pero más allá de eso, nada

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El grupo avanzó durante media hora por la oscuridad de la cueva, sin rastro de nada, solo con gotas de agua muy fría que les caían encima cuando menos lo esperaban, estremeciéndoles un poco, pero más allá de eso, nada. Rothell pudo ver en las paredes unos dibujos que parecían estar hechos hace mucho tiempo, que representaban a dos personas y una gran cosa de color negro que no se diferenciaba. Aún habiendo visto esto, todos se callaron y siguieron adelante. Un rato después, volvieron a ver la misma pintura, y entonces se dieron cuenta.

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