Esa noche, todos se quedaron en el castillo durmiendo, aunque la gran mayoría no pudo hacerlo, y entre ellos estaba Rothell, que estaba vigilando a Vallynnoth para que no atacase a nadie. Este se acercó un poco a la casa y pudo ver a cinco guardias vigilándolo y apuntándolo con las lanzas. Este vio como uno de los guardias aprovechaba que Vallynnoth estaba tranquilo para entrar la punta de la lanza por la ventana rota y clavársela durante unos segundos, para cuando Vallynnoth se diera la vuelta enfadado este sacase la lanza con los demás guardias riéndose.
–¡Hey! ¿Cómo esperáis que esté tranquilo si le hacéis eso? –añadió Rothell acercándose a los guardias.
–Es un peligro, si nos hace algo tendremos permiso para matarlo, y eso será mejor para todos. –dijo el guardia mirando a los ojos a Rothell.
–No le tendrás cariño a este monstruo, ¿No? –
–Parece que os debo quedar varias cosas claras. Primero, ese monstruo es mi amigo, segundo, los monstruos sólo son criaturas a las que no comprendemos. –comenzó a explicar Rothell hasta que le interrumpió un guardia.
–Menuda estupidez, lo único que quieren es matar, es lo único que se debe comprender. –
–Y tercero, si volvéis a hacerle daño y no os mata él, tened por seguro que seré yo quien lo haga. –terminó de decir Rothell haciendo que los guardias se miraran entre ellos.
Rothell se apartó y subió hacia el castillo para no tener que verles la cara durante más tiempo. Vallynnoth aprovechó esa conversación y cuando miraron al hombre lobo, este tenía la cabeza pegada a la ventana, con el hocico fuera mientras enseñaba los colmillos, asustando a los guardias. Al mirar hacia atrás para asegurarse que no pasase nada malo, Rothell vio la escena y se dio la vuelta.
–¡Vallynnoth! ¡Recuerda a tu mujer! –exclamó Rothell para que el hombre lobo lo escuchase, calmándose en pocos segundos.
–Su mujer... Este monstruo nunca ha tenido mujer, no saben lo que es el amor. –añadió uno de los guardias.
–Y si tuviese mujer, seguro que más de uno la conocía a fondo. –dijo otro de ellos mientras los demás se reían.
Vallynnoth golpeó la puerta de la casa con rabia, y tras varios intentos, la tiró abajo. El hombre lobo rugió y los guardias huyeron despavoridos. Vallynnoth se puso a cuatro patas y en pocos segundos, alcanzó a uno de ellos, devorándolo vivo ahí mismo, entre gritos de dolor, que fue lo que le hizo a Rothell girarse.
–¡Mis guardias! –exclamó preocupado el rey al llegar.
–¡Sus guardias son unos capullos! ¡Eso es lo que son! ¡Igual que su rey! –dijo Rothell enfadado sabiendo que la culpa era de los guardias.
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Historias De Throndill
FantasyAVISO: Es recomendable leer antes Leyendas de Throndill y Mitos de Throndill, aunque no es necesario ya que esta historia es anterior a las otras dos. En esta aventura acompañaremos al humano Yattak en su aventura para recuperar a su esposa e hijos...