Capítulo XVII

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Debido a su forma esquelética, pelo corto y morro más corto de lo normal, pudo ver que estaba en la segunda fase de la transformación en hombre lobo. Rothell, al verlo levantarse, se agachó y corrió sigilosamente hacia una casa, abrió la puerta y se metió dentro. Al cerrar la puerta, Vallynnoth lo escuchó y se puso a cuatro patas para correr hacia la puerta de madera. Este olisqueó la puerta, notando que Rothell estaba dentro. Al darse la vuelta, Rothell se chocó contra una mesa de madera algo desgastada, con platos encima de la mesa y comida en ellos. Al mirar al frente, pudo ver en una esquina a una mujer con el pelo negro y lágrimas en sus ojos marrones, al lado de un hombre más alto que ella, con barba y pelo de color castaño oscuro y ojos verdes. Al mirar hacia abajo, pudo ver como detrás de ellos dos había un niño de unos cinco años o menos, pelo corto y rubio oscuro y ojos azules con lágrimas y aún llorando en silencio. Rothell pensó que se habían asustado por la presencia del dragón, aunque la casa no parecía estar dañada, aunque no pudo ver mucho ya que la luz estaba completamente apagada.

–No hagáis ruído. –susurró Rothell con la espada preparada por si Vallynnoth les atacaba.

Segundos después, escucharon a Vallynnoth aullar y poco más tarde, mientras el padre le tapaba la boca a su hijo para que no llorase, notaron como el hombre lobo caminaba hacia la ventana más cercana. Vallynnoth se asomó por esta tratando de ver a alguien dentro, pero todos se agacharon para no ser vistos. La familia fue caminando lentamente, pegados a la pared, hacia la pared donde se situaba la ventana, para no ser vistos a través de ellas. Vallynnoth, al no ver nada, decidió marcharse, y Rothell se asomó a la ventana para ver a dónde se dirigía. En ese momento, Vallynnoth volvió corriendo a toda velocidad y rompió la ventana, tratando de alcanzar con su brazo a Rothell y  asustando a todos, provocando que el niño gritase de terror mientras el hombre lobo rugía furioso tratando de agarrar a Rothell. Este, para no herir a Vallynnoth, se apartó rápidamente, y el hombre lobo decidió escalar la pared de la casa hasta llegar al tejado, mientras veían sus largas patas subiendo rápidamente. Una vez en el tejado, Vallynnoth aulló con todas sus fuerzas, llamando la atención de todos los que estaban en el castillo, que salieron para ver qué era ese sonido y dónde estaba Rothell. Vallynnoth, al notar que el tejado de la casa no era muy resistente, y aprovechando la gran fuerza de los hombres lobo, golpeó el tejado, rompiéndolo y dejando ver su brazo dentro de la casa mientras el niño seguía gritando y él rugiendo. En esos pocos segundos de terror, Rothell trató de buscar una forma de librarse de él sin matarlo. Pero fue demasiado tarde, pues aprovechando su forma esquelética, Vallynnoth se coló por el gran hueco que había hecho con su brazo y cayó em el interior de la casa, frente a la familia. Este mostró sus colmillos y abrió la boca, justo cuando Rothell golpeó la pared con la espada detrás suya, llamándole la atención.

–¡Vallynnoth! –añadió Rothell temblando mientras el hombre lobo se acercaba a él.

–Vallynnoth sé que estás ahí. ¿Me recuerdas? Soy tu amigo Rothell. Bueno, nos conocemos desde hace pocos días, pero nos caemos bien. –dijo este para intentar que Vallynnoth recordase cosas, pues es lo único que tranquiliza a los hombres lobo, y Rothell lo sabía, pero por ahora no estaba funcionando.

–Venga Vallynnoth, mataste a dos dragones de oscuridad en una misma batalla, ¡y sigues vivo! ¿Recuerdas eso? –

Los tres meimbros de la familia avanzaron lentamente detrás del hombre lobo, acercándose cada vez más a la puerta, hasta que por fin la abrieron y Vallynnoth se dió la vuelta rápidamente para rugirles. Los tres salieron corriendo, y Vallynnoth estaba dispuesto a perseguirlos cuando Rothell dió más golpes en la pared.

–¡Hey! ¡Mírame cuando te hablo! –añadió Rothell haciéndole darse la vuelta.

–¿Recuerdas a los dragones? ¿Cuando maté al Kolennur en aquella cueva? –preguntó Rothell mientras Vallynnoth dejaba poco a poco de enseñar los dientes, indicando que se estaba tranquilizando.

–¡¿Rothell?! ¡¿Estás ahí?! –preguntó uno de los guardias de Marwath a gritos, llamando la atención de Vallynnoth, que volvió a ser agresivo en pocos segundos y rugió mirando hacia la puerta.

–¡¿Recuerdas a tu mujer?! –añadió Rothell nervioso.

Al escuchar eso, Vallynnoth se dió la vuelta para mirar a Rothell y dejó de enseñar sus colmillos, además de que sus pupilas se agrandaron. El pelo le comenzó a crecer, su morro se alargó más y sus músculos se fortalecieron, mostrando la tercera fase de transformación. Su ropa se rompió por completo y Rothell aprovechó unos segundos de aturdimiento para correr hacia la puerta, salir y cerrarla con fuerza, bloqueando la cerradura con unos tablones de madera que había en el suelo y dejando a Vallynnoth atrapado mientras este seguía pensando en su mujer y manteniéndose tranquilo. Rothell corrió por la cuesta arriba hasta llegar a las puertas del castillo y entró temblando y fatigado.

–Chicos, hemos traído a un hombre lobo. –añadió Rothell dirigiéndose a sus guardias casi sin respiración.

–¿Vallynnoth es un hombre lobo? –preguntó uno de ellos preocupado.

–Estar ahí sólo con él... Ha sido casi peor que el dragón. –dijo Rothell.

–Guardias, bajad ahí y matad al hombre lobo. –ordenó Vyllor.

–¡No! ¡Si le hacen daño no confiará en nosotros! Ni siquiera cuando se destransforme. –explicó Rothell.

–Tiene razón padre, además, es su amigo, sería cruel matarlo. –dijo Syla.

–Me da igual, ese hombre es un peligro. –contestó el rey.

–No lo será si se le mantiene tranquilo. Mientras tenga buenos recuerdos estará tranquilo y no atacará a nadie. –explicó Rothell para evitar lo peor.

–Mantendremos la casa vigilada hasta el amanecer. –decidió Vyllor tras algunos segundos pensando.

–Eso sí, si ataca a alguno de mis guardias, o tiene intenciones de matar a alguno, lo mataremos, sin rodeos. –dijo finalmente dejando preocupado a Rothell.

–Todos busquen algún lugar donde dormir esta noche, hasta que el hombre lobo se vaya mañana por la mañana y todos estemos seguros de nuevo. –

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