~ XXXIX ~

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-Eso sería todo, JungKook. Fue una gran sesión la de hoy.- Aseguró Min, mientras se colocaba de pie a la vez que Jeon.

Con una sonrisa de ambas partes, se estrecharon la mano para luego dar por finalizada la sesión de hoy. Primera sesión en la que se habló un tema muy delicado y no fue necesaria la asistencia de JiMin, es por esto, que cuando YoonGi abrió la puerta para que saliera Jeon, en vez de que este saliera, se vio entrar rápidamente a un Rayo amarillo que se arrojó encima del menor, quedando fuertemente colgado de él, quien, por puro instinto, se aferró al cuerpo de Park para poder afirmarlo bien para que no cayera.

-¡¿Estas bien?! ¿¡Te hizo algo?!-

Preguntó Park rápidamente, mientras tomaba la cara de Jeon entre sus manos con delicadeza para moverla de un lado a otro, inspeccionando que no tuviera nada malo en ella, sobre todo fijándose en el color de sus ojos. La ausencia de rojo en estos demostraba que en realidad la sesión de hoy no había sido tan terrible, ya que no había rastro de lágrimas, y esto se confirmó por completo cuando pudo ver la radiante sonrisa con la que lo estaba mirando el menor.

-Estoy bien, novio mío-

Confirmó Jeon mirando al chico entre sus brazos, mirándolo con ese brillo particular que siempre aparecía cuando es que estaban los dos juntos.

Ahí estaba él, estaba él en los ojos del amor de su vida, estaba él... Con una sonrisa tan resplandeciente que hasta se asustó de si mismo. ¿Hace cuánto que no sonreía así? Hace años, la última sonrisa que recordaba había sido la última vez que había estado con el chico en sus brazos cuando aún no estaban en ese lugar.

Recordó que una vez JiMin le comentó que las sonrisas eran algo especial y mágico, que el día en que viera una sonrisa y sintiera como si el mundo se moviera rápidamente, o incluso, que se quedara congelado, debía aferrarse a esa persona, porque eso solo lo causan los seres que son capaces de cambiar nuestro mundo de la manera más bonita que se podía observar, al mostrar solo una simple sonrisa causaban un cambio en el mundo externo como en el interno. Ahí fue cuando supo que debía aferrarse a Park, que no podía dejar ir al chico que era capaz de cambiar todo su mundo, que lo hacía olvidar el mal, y ver el bien en la vida que ya daba por perdida. ¿Y eso cuando pasó? Apenas unos meses de nacido, Jin siempre le saca en cara que la primera sonrisa que mostró fue cuando vio a Jimin, a pesar de que fueran solo encías y que Park era tan pequeño que en realidad no sabía que pasaba, para ambos fue el momento en que sus vidas se volvieron a reunir, cuando comenzaron a vivir realmente, al sonreirse el uno al otro.

-¿Que pasa?-

Preguntó extrañado JiMin, mientras miraba alternadamente entre Jeon y Min, sin saber porque Kook lo miraba tan intensamente ese día. Era normal, si, esas miradas no faltaban entre sus días y noches juntos, pero algo diferente había hoy, no sabía el qué, pero algo había cambiado, JungKook se veía más decidido que nunca.

-Nada malo. Solo estoy cargando la sonrisa que me regalaste.-

Respondió el menor, quien recién salía de su ensoñación al recordar todas las sonrisas de Jimin, lo cual provocaba que aún mantuviera su propia brillante sonrisa en su rostro.

-¿Sabes? Hay sonrisas que son tan contagiosas que te hacen sonreír también-

Dijo JiMin, comenzando a sonreír también, totalmente contagiado por la felicidad que resplandecía el menor de todos.

Y así, como si la gravedad los atrajera, ambos sonriendo, se comenzaron a besar lentamente.

Un beso lento, tierno y delicado, en el cual transmitían todo el cariño que se tenían, cariño que a cada segundo se iba sintiendo más y más abrumador, más y más poderoso, más y más intenso.

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