Capítulo 7.

4.3K 250 5
                                    

Massimo se llevó el vaso de whiskey a los labios y se lo bebió de un trago. La traición se pagaba con creces, sangre, torturas e incluso con la muerte. Ese hombre era prueba de ello, se encontraba en el suelo gimiendo de dolor después del último disparo a su entrepierna. Massimo sonrió al verlo retorcerse como una rata asquerosa, era un hijo de puta, un violador de mierda que nadie extrañaría. Era cuestión de tiempo para que muriera. Una parte de él sabía que estaba limpiando un poco su alma por matar a esa porquería. Dante se encontraba amarrando su cuerpo dentro de la camioneta para evitar que se liberara, tirarían el cuerpo a mar abierto para que un animal acabara con su trabajo.

Se encontraba dentro de la camioneta mientras esperaba a sus hombres regresar del muelle. Solucionar ese problema le había tomado toda la noche, él sabía que llegando a su casa le esperaría un interrogatorio por parte de sus hermanos y era algo normal, después de mantener los celulares apagados toda la noche. Esa era una regla muy importante, cuando tenían que solucionar un problema el teléfono de él y sus hombres tenían que estar fuera de línea para no tener interrupciones o un posible rastreo.

Los guardias que vigilaban la entrada de inmediato abrieron la puerta principal, los vehículos traspasaron a toda velocidad el largo campo para llegar a la mansión que compartía con sus hermanos. Massimo bajo de inmediato del vehículo para entrar a su casa, se preparó mentalmente para lo que iba a suceder a continuación.

Su hermana menor entró rápidamente a la sala seguida de su hermano y los guardaespaldas. La menor de los Bianchi se acercó a él y sostuvo su rostro para besarlo en las mejillas en repetidas ocasiones, luego lo envolvió entre sus brazos mientras su cuerpo temblaba tratando de no llorar. Él no lo sabía pero todas las noches rezaba para que su hermano regresara a salvo. Massimo le respondió el abrazo. Lorenzo observó duramente a distancia mientras sostenía a su hermana. Sabía que estaría a salvo, no importaba que pasara siempre regresaría a casa con vida. Era un juramento que no podía romper. Se acercó para estrechar su mano, noto las manchas de sangre seca en su ropa y manos pero no eran de él.

-Sono contento che tu stia bene. - comentó Fiorella al separase de él. Era consciente del estado de su hermano, pero estaba segura que no tenía ningún rasguño. Dante no lo hubiera permitido.- ¿Por qué apagas tu celular? –le reclamó enojada, odiaba que hiciera eso.

-Es por seguridad, raggazza. –comentó el líder.

-Lograste conseguir la información. –declaró Lorenzo como una afirmación.

-Sí, tengo todo bajo control-repuso él con simpleza. No quería dar detalles frente a su hermana. Ella sospechaba lo que hacía pero no conocía sus métodos de trabajo. Lorenzo asintió entendiendo que después hablarían del tema.

Massimo subió a su habitación para poder tomar un baño rápido, deshacerse de toda la ropa manchada que llevaba y regresar a la productora para encargarse de algunas entregas. Cuando tenía problemas con el negocio familiar se olvidaba de esos detalles, no tenía tiempo para nada más que resolver los conflictos que se presentaban constantemente.

Al entrar al comedor sus hermanos se encontraban almorzando mientras discutían un tema que desconocía totalmente. Cuando sus padres murieron tuvo que renunciar a muchas cosas cuando tomo el cargo del líder. Una de esas, era convivir con la poca familia que le quedaba. No pasaban tanto tiempo juntos pero trataban de verse lo más que podían. No se arrepentía de esa decisión, había sido lo mejor. Fiorella estaba arreglada para irse al instituto y Lorenzo tenía puesto su uniforme que lo distinguía como médico de la organización. Tomó asiento cuando sirvieron su comida y se limitó a comer sus alimentos tranquilamente. Después de un rato observó como Fiorella revisaba su teléfono constantemente mientras maldecía mil veces, notó su ansiedad y preocupación.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora