–Habla. –ordena mirándome con ganas de regresarme el golpe que le acabo de dar. –Unas sonrisitas... ¿y es así de fácil llevarte a la cama? –pregunta con una voz cargada de coraje tomando con fuerza mi brazo para acercarnos. No parpadeo al mirarle y dejo mi cuerpo libre de toda tensión, levanto mi mano impactando está en su otra mejilla con más fuerza que la anterior.
¡Infeliz!
–Vete a la mierda, ¡Maldito italiano!
–Tienes suerte de que sea un caballero. –escupe con coraje soltándome de su agarre.
Mis ojos no dejan de ver sus mejillas marcadas, el sonido del golpe se escuchó en todo el carro y parecía tener todavía la sensación de picor en mis manos. Un grito de victoria quiere salir porque regrese una de todas las que me ha hecho pero lo reprimo porque no es suficiente, me siento muy insatisfecha, se merece más que unos simples golpes porque todo este tiempo me ha tratado como se le da la gana y me ha faltado el respeto como mujer.
–No eres un caballero. –niego riéndome– Eres un cabron que se cree la gran mierda por tener dinero. Fin. –asegure saliendo del coche. –Una cosa más, ni se te ocurra sustituir o cambiar a Franco de puesto ¿Capisci? –amenazo para cerrar la puerta de un portazo porque sé que le pone de la mierda eso.
–Piensas que con él podrías tener todo ¿No? –cuestiona con una máscara de frialdad de nuevo. Ha aparecido el mismo tipo pedante.
Sus palabras tienen efecto porque me encuentro en puños lastimando mis manos por la fuerza, quiero volver a entrar en el auto para seguirlo golpeando porque al parecer no le ha quedado claro cómo debe tratarme. Él no tiene una idea de cómo ha sido mi vida y como me han costado las cosas.
–No necesito un hombre que me de todo, cuando puedo tener lo que quiera por mi cuenta.
Me alejo del carro poniendo fin a esa discusión tan absurda, no avanzo mucho porque escucho un fuerte golpe de la puerta, pero me niego a voltear. Una mano tira de mi brazo duramente para darme vuelta y acercarme a su duro pecho. El contacto tan cercano me permite sentir su olor, es el mismo que en otras ocasiones y no evito sentirme mareada por la sensación. Lo tengo encima otra vez y evito sentir ese nerviosismo que me causa tenerlo tan pegado a mi cuerpo porque la mayoría de las veces es para continuar intimidándome e insultándome.
–Tanto por un cabron que acabas de conocer. –escupe entre dientes.
–Ese cabron sabe cómo tratarme.
Estuvimos en silencio, observándonos. Sentía su mirada sobre mi boca, me miraba con atención, no perdiendo ningún pequeño gesto.
–Podremos solucionar eso– fueron sus crudas palabras antes de inclinar el rostro buscando mi boca para darme un caliente beso.
Mi aliento salió pesado, gemí como protesta pero lo único que conseguí fue que Massimo deslizara la lengua entre mis labios y besara. Cerré los ojos, sintiendo su boca sobre la mía otra vez, sabia a una mezcla entre menta fresca y whisky. Su lengua recorría el interior de mi boca lentamente y sus dientes mordisqueaban mis labios, arrancándome pequeños jadeos. Apoye mis puños sobre su duro pecho para sostenerme por las sensaciones que este hombre producía con un solo toque. No sé cuánto tiempo paso, pero era el suficiente para que mis labios ardieran por cada toque.
Él se separó, nos observamos por un instante e intente salirme de su agarre pero me sostuvo con fuerza para evitarlo. Lo mire con enojo mientras mi pecho se levantaba con fuerza por la falta de aire, no podía estar haciendo eso. ¿Qué es lo que quería? ¿Confundirme? Pues bravo lo estaba logrando y también lograba que lo odiara más.
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Peligrosa atracción
Roman pour AdolescentsMassimo Bianchi. Es un hombre Frio, calculador, controlador, y un despiadado asesino. Proveniente de la mafia italiana, siendo la cabeza de la más grande organización de tráfico de armas. Su mundo gira entorno a los negocios y a proteger a su famili...