Capítulo 12

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Era un sitio aberrante. Todo en ese lugar causaba repulsión a los ojos del líder, jamás estaría de acuerdo en ese tipo de negocios por más que dejara una gran cantidad de dinero. Él era un líder por naturaleza y sabia cual eran sus límites, mientras viviera no permitiría que ningún peso de su fortuna se manejara por esos caminos. 

Las Jaulas de cristal estaban ubicadas al centro de forma estratégica y metódica, en cada una se encontraban chicas desnudas, en su cuello colgaban collares de perlas, se mantenían en zapatos negros de tacón alto y el pelo suelo. Todas se encontraban amarradas al techo de las jaulas completamente expuestas a la vista de todos los presentes en esas salas. Massimo no se sorprendió al darse cuenta que algunas eran muy pequeñas y otras podían tener la edad de su hermana. Los negocios de Carruso eran conocidos por no discriminar siempre que las chicas se encontraran en perfectas condiciones, para poder presentar la mejor mercancía a sus compradores. Gran parte de las mujeres estaba en contra de su voluntad, su procedencia era por diferentes orígenes y una vez que llegaran a sus manos no tenían escapatoria. Todos esos años en ese mundo lo habían preparado para cualquier situación mas no ignoraba el destino que tendrían todas esas mujeres una vez que su comprador las sacara de ese lugar.

El ambiente de diversión se vuelve escaso en cuestión de minutos, la tensión e incomodidad empañan el momento y lugar. Es reconocido por todos los hombres, no era común que pisara ese lugar y su visita significaba peligro a la vista de todos. Ninguno tiene la intención de acercarse, en señal de respeto se mantienen en silencio y apartan la mirada. 

Massimo se instala en la mejor área del casino en espera de que sus hombres presenten a Carruso. Estaba en su territorio, no era conveniente para ninguno un enfrentamiento, no era el lugar ni el momento. Su visita era ocasional, necesaria para dejar las cosas claras ante su enemigo más antiguo.

–No era necesario incomodar a mis clientes. –decretó el viejo sonriendo. El líder sonrió al verlo rodeado de una cantidad enorme de hombres para su protección, era una larga lista los que buscaban su cabeza pero al final solo él la tendría. –Estas en mi territorio, Bianchi. ¡No lo olvides! –gruñe sentenciando cada palabra dando un paso al frente.

Massimo no pierde la compostura ante sus palabras, es consciente de las intenciones de Carruso, quiere provocarlo, para llevarlo al límite y tener una razón mínima para atacar.

–Deja de ser tú propiedad cuando pongo un pie en estas tierras.

– ¿A qué estás jugando? Nada de esto es tuyo. –dice empezando a temblar de ira por sus palabras. Toda su vida había trabajado para lograr ese imperio y el hombre que tenía enfrente antes de nacer tenía un puesto de líder asegurado. Nunca se había merecido nada, razón para no respetarlo. –Existe un acuerdo – declara intentado tranquilizar el sonido de su voz.

–Ese es el problema, Carruso. Hasta la fecha continúas metiéndote en mis asuntos.

–Todos estos años haz desconfiado de mí, Massimo. – declara con simpleza. – Eres igual a tu padre.

–Has roto nuestro acuerdo. Tu pequeña rata miedosa dio fe de ello y ahora se encuentra rindiéndome honor preparando mi silla en el infierno. – declara el líder dando un paso al frente. –Ningún hombre me traiciona y vive por mucho, Carruso ¡Ninguno! Eso lo sabes y te pasas por los huevos mis advertencias. Te crees intocable por tener a la organización de tu lado, pero eso se terminó. Me has faltado el respeto primero creyéndome un imbécil por pensar que no te descubriría y luego por meterte en mis negocios más de lo debido.

–Si me matas, tendrás más enemigos por tu cabeza que en todos estos años. Mis hombres irán tras de ti. – amenaza mirando alrededor, sus hombres se acercan armados a la escena sin inmutarse frente al líder, son conscientes de la magnitud de un enfrentamiento pero su lealtad esta con Carruso y morirían por él.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora