Capítulo 18.

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Estaba desesperada no tenía muchas opciones, el problema en la empresa estaba agrandándose cada vez más y sentía una presión sobre mi espalda por ese maldito contrato. Me había comprometido a solucionar ese problema y tenía que solucionarlo. Mi falta tendría consecuencias legales e incluso económicas y no contaba con esa cantidad excesiva de dinero para compensación. Massimo tenía razón, estaba atada a ese contrato por culpa de mi nivel de estupidez firmando algo tan grande que no cabía en mis posibilidades.

Esa tarde me encontraba en el laboratorio analizando la muestra tomada ese día en la bodega, era extraño estar sola en esa área cuando días atrás tenía un tráfico de gente trabajando a toda velocidad. Massimo había ordenado al personal realizar una capacitación lejos de la empresa, para que me pudiera encargar del problema sin involucrar a nadie hasta el momento. Todo parecía tomar buen camino, solo faltaba tener los resultados, saber cómo manejar esa información sin afectar a ningún trabajador y solucionar el problema con ese dulce. Era cuestión de agilizar esto para que el contrato se pudiera cumplir y terminar por fin con todo esto.

En poco tiempo mi mente absorbió todo de una manera horrible, dibuje muchos escenarios dolorosos de las posibles consecuencias para mi futuro, que terminaron por quebrantar lo poco bueno que me quedaba y tenía un vacío en mi pecho que dolía cada vez que recordaba. Todos esos años que había mantenido mi límite entre lo bueno y malo de esta vida, estaban en la basura porque nada de esto parecía real y correcto. No tenía idea de si podría regresar a mi país entera o solo sería un cascaron más, pero era consciente de que causaría un impacto en mi vida para siempre.

En esas ultimas horas, el jefe de área fue el único que estuvo pisando mis talones para sacarme todo tipo de información, no me sentía cómoda teniendo sus narices en mi trabajo y cuestionando constantemente mis acciones dentro del laboratorio. Era parte de su trabajo, contaba con mucha experiencia en este ámbito y eso me provocaba una incertidumbre porque podía descubrir algo antes de entregar mis resultados y todo se iría a la mierda.

En su manera de actuar era evidente sus sospechas, no le parecía que al ser nueva tuviera ese tipo de facilidades y no era necesario que me dijera una palabra, sus ojos juzgándome en todo momento me ponían a pensar en muchas cosas, era muy claro sus malos pensamientos y de ser así no quería escucharlo.

–No entiendo porque está tardando tanto.

¿Es enserio? No término de entender su cambio tan repentino, no era muy amable antes pero se veía más correcto y serio. Ahora me está molestando a propósito y sólo por esto desearía que estuviera llena el área del laboratorio. ¿No tiene nada mejor que hacer?

–No depende de mí, los equipos trabajan a su tiempo. –comento amablemente algo obvio que él sabe.

–En cuanto termine su trabajo la espero en mi oficina. –responde molesto por mi comentario y sale del área.

Con un suspiro resignado trato de agilizar más el proceso, es bastante tarde para que siga en las instalaciones y no sé si me he vuelto paranoica pero no creo que el jefe de área tenga un horario tan extenso. Espero estar pensando mal, no estoy confiando en nadie y eso hace que me imagine cosas que puede ser que no sean. Termino de limpiar mi lugar de trabajo y comienzo a recoger el desorden de materiales. Por esta ocasión, no me quedare a revisar los datos obtenidos en el laboratorio, necesito descansar un poco y atender eso en la comodidad de mi habitación. Estoy concentrada en terminar de acomodar y dejar listo el laboratorio que me toma de sorpresa cuando escucho que la puerta principal se cierra. No me preocupo mucho, puede ser el de seguridad que al no ver a nadie cerrara por error y en sus constantes rondas sería fácil hablar para que viniera a abrirme.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora