Capítulo 20.

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Un ruido molesto intenta arrastrarme fuera de la oscuridad confortable del sueño, un sueño muy reparador y necesario. Un peso extra me impide silenciar ese ruido, me sostiene pegada a la cama impidiendo cualquier movimiento y es algo asfixiante. Un calor envolvente me consume de buena manera, se siente tan bien que me da pereza abrir los ojos. El ruido se escucha cada vez más fuerte, cuando logro abrir mis ojos froto con brusquedad el rostro para poder despertarme pero la oscuridad del cuarto no ayuda a mi campo de visión. Reconozco el sonidito enfadoso de mi celular, es mi alarma para madrugar y no tardara en apagarse en automático ¿Cuánto lleva sonando? Intento tomarlo de la mesa de noche aun medio dormida, pero una mano dura me toma con fuerza de la cintura impidiéndolo ¿Qué demonios?

Todos los recuerdos me golpean y abro los ojos de golpe. El lugar oscuro me aterra un poco, pero me logro reconocer a la persona que está a mi lado. Me he quedado dormida en la cama de Massimo, con él abrazando mi cuerpo. Intento liberarme del calor que su cuerpo me proporciona, sus brazos se tensan más y me impiden salirme de esa prisión tan confortable. Él no tarda en despertar, me toma con fuerza para acercarme más a su cuerpo si es posible, logrando sacar un jadeo de mi parte porque me percato que solo estoy en ropa interior, siento su respiración calmada quemando mi rostro y algo muy duro presionando mi vientre. En definitiva esto no está ayudando mucho, siento como mis mejillas están ardientes del rubor que las cubre.

–Massimo...–susurro tratando de soltarme. –Massimo–intento nuevamente.

–Eres muy molesta mujer. –finge quejarse, su cuerpo me libera y se remueve en la cama para prender la luz del cuarto.

Se encamina hasta la puerta de su baño y desaparece por ella. Suspirando y sin saber qué carajo estoy haciendo, cubro mi cuerpo semidesnudo con su camisa, es el único recurso al no encontrar mi ropa y no me importa si no le gusta. Me siento en la orilla de la cama a esperar que salga de ese maldito baño. Estoy hecha un desastre, no sé cómo acabe así, tengo el cabello esponjado y revuelto como una telaraña, maquillaje regado debajo de mis ojeras dejando ver un poco esas marcas y mi ropa interior es la más vieja de todo mi closet. Me golpeo la frente varias veces, al parecer algo que se llama vergüenza aparece en este momento que caigo en cuenta que este hombre me vio en estas fachas y no solo eso, durmió conmigo en su cama.

No es la primera vez que compartimos cama, anteriormente deje que pasara toda la noche conmigo porque me sentía muy segura a su lado, pero ahora se hace presente un miedo diferente, no soy de piedra y tampoco soy tan dura como parezco, su cercanía no me es indiferente, me gusta bastante. Aun así, tengo un corazón que debe ser cuidado, siempre he sido muy estúpida cuando me enamoro, justo por eso, quiero olvidar que pase las últimas horas en esa cama junto a él, este tipo de cercanías están tomando otro rumbo que puede lograr hacerme daño. Me levanto de esa cama más molesta y harta del olor que desprende, su olor.

–Nos quedamos dormidos–explico en voz alta más para mí que para él. – ¿Por qué estoy en tu habitación?

No responde. Eso me pone de los nervios.

– ¿Por qué estoy en tu habitación? ¿Por qué no tengo ropa? –cuestiono perdiendo mi poca paciencia mientras golpeo la puerta del baño– ¡Contesta! –grito sin dejar de golpear su baño, mis puños quedan en el aire cuando abre la puerta con brusquedad.

– ¡Por un demonio, mujer! No estás en tu maldita habitación porque no quería dejarte sola y creí que dormirías mejor sin toda esa ropa encima ¿Contenta? –declara furioso quitándome de su camino en un intento de salir de la habitación, tomo de su brazo para detenerlo porque no hemos acabado. No tarda en percatarse que tengo su camiseta puesta, su mirada recorre mi cuerpo lentamente mientras saborea sus labios, pero no se acerca. Sus ojos cafés me miran con ese mismo brillo intimidante logrando que sea imposible que sostenga más miradas con él. Me está poniendo las cosas muy difíciles. – ¿Ahora qué? ¿Una queja más?

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora