Capítulo 28.

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El viaje de regreso fue muy corto a comparación de cuando iniciamos estas mini vacaciones. Todo fue tan perfecto, Massimo fue sorprendiéndome cada día con sus palabras y detalles que no podría elegir la mejor parte de nuestra travesía, no podía pedir un mejor viaje que este, simplemente no existía. Al ver su comportamiento al tener tanta libertad en nuestras manos me daba a entender que disfrutáramos de todo eso juntos y al mismo tiempo acercarse cada vez más a mí y eso lo logró desde el inicio mostrándome mas del hombre al que realmente amaba.

Con esas miles de sensaciones recorriendo mi sistema sin aun digerir, lo más impactante y realmente inesperado sucedió el ultimo día, Massimo portando un semblante sereno se arrodilló y con seguridad en cada una de sus palabras, me propuso matrimonio. Él me conocía bien, sabia que mi respuesta sería un "No" y aun así decidió intentarlo. A pesar de que en ese momento estábamos viviendo en un paraíso y para muchos sería fácil olvidar y aceptar, aun recordaba que lejos de ese lugar vivíamos una situación de infierno, así que por más que me doliera tenía que rechazar esa propuesta, pero no por completo, me había quedado con el anillo y yo misma lo pondría en mi dedo anular cuando sintiera que era el momento indicado.

No me agradaba mucho estar de vuelta, me recordaba que en pocos días me iría. Dante desde nuestro regreso solo me había dirigido la palabra cuando era necesario, su mala actitud había cambiado a una más respetuosa y cooperativa, como si nuestra última pelea no hubiera sucedido y para evitar más conflictos hice lo mismo. Era la mano derecha de mi pareja y así tenía que seguir siendo estuviera de acuerdo o no con él, pero con Massimo no fue lo mismo, se sentía un ambiente tenso entre los dos, para los hombres era más difícil olvidar cuando se trataba del orgullo herido y ambos habían utilizado la artillería pesada uno contra otro. En cuanto al trabajo, los pendientes los trataron encerrándose con su equipo en el despacho sin permitir ninguna interrupción a menos que fuera de fuerza mayor, lo que significaba que perdería de vista a Massimo por muchas horas.

No solo nosotros habíamos regresado, sino que Fiorella con un grito en lo alto dejó en claro que ella también regresaba de sus vacaciones. Al verla de regreso de su escapada podía asegurar que algo había cambiado, por más pequeño que fuera, se veía más radiante y feliz de lo que pude presenciar en estos seis meses de conocerla y quería saber que o quien la tenía así. Estábamos tranquilamente en mi habitación tomando un rico capuchino con unos rollos de canela, después de compartir una serie de miradas con un poco de timidez decidió que era momento de platicar.

–¿Quieres empezar primero? –preguntó tomando un sorbo grande al café. Lucía extremadamente nerviosa estando conmigo, no me quiero imaginar como estaría si se hubiera topado primero con sus hermanos. –¿Cómo te fue en ese viaje sorpresa?

–Bien.

–¿Eso es todo?

–Te contare mas a detalle, si tu lo haces.

–No hay mucho que contar, solo decidí que era tiempo de tomar un descanso. Muy reparador, por cierto.

–Digo lo mismo. Por tu repentina salida debo suponer que fue ¿sola o acompañada?

–Sola.

Asentí levemente mientras acababa con mi primer café y pedía el siguiente, esto sería largo. Fiorella creía que podía ocultarme la verdad sin recordar que en su momento de felicidad me había confesado por mensaje que no estaba sola, que después me daría los detalles y ahora lo negaba, esas actitudes me recordaban a mí.

–Mi lista de candidatos se reduce a uno solo. ¿Quieres que adivine?

–Mentí. No fui sola, Franco me llamó. Se sentía mal y confundido, quería hablar de lo ocurrido y yo también tenia ciertas cosas que decirle.

Peligrosa atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora