Capitulo XVIII

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"Jardín del Edén"

Luego de una larga charla, Adonis salió de aquél lugar enriquecido de información.

Lucifer le había dado hasta una fecha exacta para el día de la posesión.

Mientras, Adonis solamente tenía que esperar y hacer un último viaje.

No le habían dado nombre alguno, solamente una dirección.

El sol en Benevolentia era una luz oscura rojiza, tal reflejo destelló los suelos de la enorme ciudad infernal.

Adonis, había conseguido llegar, se sentía cansado. Alice, le esperó con unas manzanas jugosas de color verde.

-¿Cómo te fué? -preguntó la joven demonia.

-Supongo que bien, el pequeño viaje fué agotador.

-¿Te dijeron cosas importantes?

-Si... -Adonis comenzó a quitarse la parte inferior, desnudandose por completo delante de Alice.

La demonia extrañada se volteó y se enrojeció.

-Su... Supongo que te darás una ducha.

-Si, y tú vendrás conmigo a la ducha -respondió el joven demonio.

Alice había dejado caer las manzanas y se quedó paralizada por un momento.

Adonis había lanzado su única prenda de ropa encima de la cama, y, igualmente lanzó un pequeño saco envuelto, este cubría monedas de oro que le había dejado Lucifer.

El joven Daemonium se echó en la inmensa bañera de agua caliente, se relajó y cerró sus ojos.

Alice, vió que Adonis había dejado la puerta abierta. Ella podía ver al joven disfrutando de la ducha, enseguida no se aguantó en preguntar nuevamente: ¿En... Enserio quieres que entre allí contigo?

-Si -respondió Adonis.

La joven demonio había comenzado a ponerse nerviosa, en su hombro estaba la pequeña Lilim, quien también se había desnudado para entrar.

Alice la había sujetado por un brazo con dos dedos de su mano y la lanzó hacia la cama.

-Lo siento chiquita -susurró -pero este momento es único, y no puedes pasar.

La pequeña Lilim había hecho un berrinche, pero luego Alice le soltó un gran trozo de manzana y eso la calmó un poco.

Alice entró y cerró la puerta, se desvistió suavemente mientras su corazón latía con velocidad.

Entró a la bañera y se echó frente a Adonis, sus alas se estiraron y rozó sus piernas con las del joven demonio.

-¿Que sientes? -preguntó Adonis quien la penetró con la mirada.

Los ojos de Adonis estaban un poco entrecerrados, con sus mejillas rojizas y el cabello cubriendo parte de su cara.

-Pues... Mis... Mis senos se levantaron.

-Si... Puedo notarlo, son más grandes y firmes que antes... Quiero... Quiero lamerlas.

Adonis se acercó poco a poco, hasta quedar cara a cara con Alice.

Alice estaba roja como un tomate, no se creía lo que estaba pasando. Sintió la lengua de Adonis pasar por los picos de su enorme pecho, luego, el joven demonio abrió sus piernas poco a poco y entró en ella.

Alice sentía que se corría al instante, una sensación increíble que jamás había sentido.

Pequeños gemidos leves salían de la boca de Alice, y luego un abrazo fuerte tras seguir con aquel acto tan deseado por ella.

Dentro de la MaldadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora