Capitulo XXVIII

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~Solve et coagula~

Adonis llegó al hospital, entró como si fuera lo más normal de todo, habían personas a sus alrededores sentadas, algunas con rostros de tristeza o preocupación.

El ambiente era frío y el aroma algo extraño para Adonis. Aún así, caminaba calmadamente pensando dónde podría conseguir a Alice.

Por su mente pasaban pensamientos de arrepentimiento. Pero aún así, su preocupación por Alice en ese momento tenía más significado.

"¿Cómo es que no recordé a Alice...?"

Por un momento Adonis se detuvo, y cerró los ojos. Logró escuchar a todos los enfermos con sus quejidos de dolores, los monitores, las pinzas de los quirófanos chocar, pero en todos aquellos sonidos, un llanto familiar fué lo que más llamó su atención.

Al caminar dirigiéndose hacia ese llanto, Adonis entró en una habitación completamente obscura, dónde había un pasillo corto y una puerta que tenía por nombre "Morgue".

El llanto venía detrás de esa puerta, pero antes de entrar. Un sujeto con cabeza de cordero apareció frente a él.

Cristofer...? Creí que no volvería a verte —dijo Adonis sin demostrar temor ni preocupación.

La criatura con cuerpo de humano y cabeza de cordero, posaba desnudo frente a Adonis, con pechos de mujer, y tatuajes en sus manos. En una mano tenía tatuado el sol, y en la otra, la luna.

Sus patas y piernas eran la de un cordero, pezuñas largas y cabello negro, el cual cubría sus ambas piernas hasta llegar a la cadera.

Tu no eres de este mundo —dijo la criatura con vos distorsionada.

Aquella vos aterró a Adonis, ya que después de escuchar a la criatura, se dió cuenta que no se trataba de Satanás.

  †

     Calista, miraba como su hijo llegaba con el pañuelo en la mano. Leona, igualmente feliz de ver a Haziel vivo, lo recibieron con un abrazo de alegría.

—¿Porqué tanto afecto? Ustedes dos me dan ganas de vomitar.

En toda la noche estuve diciéndole a Calista que no ibas a llegar —agradece que tú madre te está dando afecto —respondió Leona.

¿Que cosas viste en la montaña? —preguntó Calista.

Haziel se quedó callado por unos segundos y luego respondió: muchos cadáveres de angeles, animales hermosos, y conocí a dos ángeles. Pero, estos eran muy distinto a ustedes. Siquiera tenían cuerpo, eran figuras esféricas con alas y muchos ojos. Realmente... Parecían demonios.

En este mundo espiritual hay cosas que son difíciles de comprender, pero todo es cuestión de tiempo y aprendizaje.

Mientras los tres caminaban hacia la ciudad angelical. Haziel tocó un tema que Calista no se esperaba.

Madre... Ya llevas mucho tiempo acá en el cielo, y de todo lo que e aprendido, aún me pregunto muchas cosas.

Calista era de no hablar mucho, y siempre permanecía con una sonrisa delicada.

—¿Que cosas? Hijo.

Por ejemplo. ¿Por qué aún posees los cuernos?

Dentro de la MaldadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora