Capitulo XXXVII ( se recomienda usar el audio para mejor experiencia)

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~ Ira ~

A solo días de llegar al año 7 del apocalipsis.

En el mundo solo quedaban las personas que serían salvadas por Jesús.

La nueva era celestial para los humanos estaba a punto de comenzar.

Más de un cuarto de la mitad de la humanidad sobrevivió a tal catástrofe mundial.

La destrucción y la muerte abundaban en su totalidad. Las bestias inmensas habían muerto luego de que Dios hizo una aparición repentina de tan solo un segundo.

Solo fué una luz radiante, el cual las tres bestias miraron fijamente y sus ojos se derritieron por completo. De aquella luz salió una espada que acabó con la vida de, El Ziz; el ave que cubría los cielos con sus alas, Behemot; la bestia más grande que una montaña, y Leviatán; la serpiente que descansaba en las profundidades de los mares.

Luego de eso, la humanidad pasó por la alegoría de los cuatro jinetes; La Gloria, la guerra, el hambre y la muerte.

A pesar de toda la destrucción y asfixia debido al olor de la muerte rondando por todo el mundo, la humanidad que quedaba respiraba momentos de alivio.

Pero en el cielo sucedía un acontecimiento único luego de la llegada de Calista. Y es que Adonis, luego de llegar tan alto hasta el punto en que la luz radiaba inmensamente, sus pies comenzaron a tocar el suelo celestial.

Adonis podía sentir aquel suelo suave, pero no podía observar nada, ya que sus ojos habían sido quemados por la luz, al igual que su piel el cual permanecía al rojo vivo de la sangre. Pero a pesar de todo el dolor, y de su ceguera, Adonis sonrió, calló de rodillas y como pudo abrazó el cráneo de Alice diciendo en voz alta mientras sus lágrimas de sangre se derramaban más de lo normal: Alice... Después de todo este tiempo, habíamos quedado en que llegaríamos juntos al cielo, y aquí estamos Alice... Aquí estamos juntos en el cielo... Por fin... Por fin...

Pero lo que no sabía Adonis es que estaba rodeado por angeles con espadas y arcos. Muchos de ellos alarmados por la llegada de un demonio no deseado, y apunto de atacar.

Y en ese momento, una ejecución se iba a llevar a acabo, pero un grito del más allá rodeó los oídos de aquellos angeles: ¡No sé atrevan a tocarlo!

Era Lelahel, quien caminaba poco a poco entre la multitud de angeles, su armadura estaba congelada, y estaba más pálido de lo normal. Su cabello había dejado de ser dorado y cambió a un tono grisáceo.

-¿Tu eres Adonis? -preguntó el ángel quién se colocó frente al demonio.

Adonis escuchó la voz de Lelahel y se levantó a duras penas, tembloroso y sujetando el cráneo de Alice, alzó el brazo que tenía libre. Intentando tocar a Lelahel.

-Si... Soy Adonis... Lelahel... Aún... Aún recuerdo... Tus palabras...

Adonis tartamudeando y en forma de susurro pero igual escuchado por todos los ángeles, dijo: "Estaré allí esperando tu llegada y si logras hacerlo, dejaré mi titulo como ángel y aceptaré el hecho de que todos los demonios tienen al menos una pizca de sentimientos".

Lelahel sin poderlo creer, golpeó a Adonis quien por el golpe, dejó caer el cráneo de Alice.

-No puedo creer que después de mucho tiempo incluso a poco tiempo que culmine el apocalipsis, Adonis siga vivo... Tu no eres Adonis... -decía Lelahel impresionado todavía.

Los ángeles se quejaban debido a que aquél demonio aún seguía con vida. Uno de ellos sujetó su espada y con ella aplastó el cráneo de Alice, haciéndolo polvo.

Dentro de la MaldadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora