Capitulo XXV

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~La posesión~

Tan solo faltaban dos cuadras para llegar a mi casa, pero me había detenido frente a una inmensa iglesia católica. Nunca le había prestado atención hasta este preciso momento.

Por alguna razón creí que estaba poseído y que algún fantasma estaba rondando mi hogar.

Se que seguramente eso pueda que suene estúpido pero... Lo de mi radio y lo que sucedió en la morgue hacen que me dejen dudas.

Está claro que un ente quiere comunicarse. "Sálvame" es uno de los susurros que escucho cuando estoy en mi cuarto.

Seguramente entrar a esta iglesia podría alterar algo. Quizá me retuerce en el suelo y me comiencen a echar agua bendita encima... No lo sé... Cualquier cosa que pueda pasar supongo que es al menos una respuesta.

Subí los escalones para llegar a la entrada principal de la iglesia. Una inmensa iglesia de estructura gótica. Desde aquí se podían escuchar los cantos gregorianos del padre.

Sentía escalofríos, pero era lo que quería.

Al entrar ví a unas cuantas personas esparcidas en toda la sala. Unos arrodillados, otros contemplado las estatuas. Por último, un padre vestido de blanco con rojo, encima de una tarima para que todos lo vean, con los brazos abiertos desarrollando esos cantos que retumban con el eco hacia las paredes de la iglesia.

¿Debería arrodillarme? ¿Sentarme en una de esas butacas y... Orar?

Me acerque a una persona que estaba allí con los ojos cerrados y sus manos juntas agarrando un rosario.

-Disculpe que le moleste... -susurré -pero a dónde debo ir cuando siento que algo mal está en mí.

La persona abrió sus ojos y me miró: Chico, ¿Ya has ido a un psicólogo?

-E... Bueno vengo del hospital...

-Entonces ve hacia allá, eso es el confesionario. Entra allí, siéntate y cuéntale tus problemas a Dios.

Era oscuro, el confesionario estaba a un lado apartado de todo. Pero se sentía bien, no había mucha bulla, ni personas.

Entré, me senté, observé todo por dentro y dije: Padre... ¿Me estás escuchando?

Luego de un segundo de silencio, una voz gruesa sonó del otro lado de la cabina dónde me encontraba.

-Si te escucho hijo mío...

-Padre... Algo mal va en mí...

-Desahogate ante Dios y sal de aquí con el alma limpia -respondió el sujeto, seguro era algún sacerdote.

-Vengo porque siento que un espíritu me está atormentando. Escucho voces... Veo cosas extrañas... Siento que algo me está afectando. Tengo miedo de ser poseído. No e sido una persona mala en la vida. De hecho... Todo lo que me caracteriza hasta ahora es mi sencillez con la que yo vivía... Obviamente... Soportando los problemas personales.

-Las voces que escuchas... ¿Te dicen algo en particular?

-Si... Él dice... Sálvame...

-¿Te a dicho algún nombre? ¿Has jugado a algún juego que pueda abrir alguna puerta del infierno?

-No... No me ha dicho ningún nombre pero... Hay uno que se interpuso en mi vida hace poco... Y no suelo jugar a ningún juego. No me da tiempo.

-¿Un nombre se interpuso en tu vida? ¿Cuál es ese nombre? -preguntó la persona muy interesado en lo que le decía. Esto pareciera ser mejor que un psicólogo... De todos modos tengo que pagar.

Dentro de la MaldadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora