Capítulo 6: Redención

522 14 0
                                    

Makis se quedó inmóvil un momento, no podía pensar muy bien, pensaba que tener su libertad, su vida de nuevo entre sus manos sería magnífico y ahora, lejos de sentirse así, sentía que su vida era una porquería, no quería irse, no quería alejarse, quería permanecer ahí, sentía que le hacía falta el aire, se levantó del sillón y salió del departamento sin pensar, caminó sin rumbo fijo, sólo caminó sintiendo la leve brisa nocturna en su cara. Un cúmulo de pensamientos la invadió, ¿Por qué me siento así, si esto es lo que tanto quería?, ¿Por qué me siento así? Makis dejó escapar un gran suspiro... Porque está mal... ¿En qué demonios estaba pensando?... Es mi hijo... Makis no puedes abandonarla, no debes... no quieres... Natalia siempre hizo las cosas bien, siempre estuvo en lo correcto. No tiene nada de malo equivocarse siempre que puedas corregir tus errores, así que... Ahora vas a hacer las cosas bien, no es lo que quieres, pero es lo que tienes, "no hay peor sordo que el que no quiere oír y no hay peor ciego que el que no quiere ver" y todos tenían razón... ¿Por qué tuviste que llegar a este extremo? ¡Demonios! ¡Bravo! ¡Bravo! Seguramente perderé el premio al "idiota del año" por idiota... ¿Por qué llegar a los extremos?... Todo el tiempo quejándote de que no querías esta vida y cuándo por fin te dan luz verde para largarte descubres que no es lo que querías... Makis se detuvo frente a un centro comercial, miró a todos lados ¿Cómo había llegado ahí? No tenía la más mínima idea, pero por primera vez en mucho tiempo se le había ocurrido una gran idea.

Makis respiró hondo antes de abrir la puerta, sabía que lo más probable y con justa razón Natalia la echaría, pero al menos iba a hacer el intento, desde que Natalia se dio la vuelta ella supo inmediatamente lo que había estado mal y lo que arruinó las cosas: Ella, Maria Cristina De Angulo, por mucho que siempre intentaba negarlo, la culpable de todo era ella, la culpable de que Natalia estuviera embarazada, de que estuviesen pasando por todo eso, siempre fue ella y sólo ella... Bueno... Quizás era cierto que ella no fuese la culpable de todo ¿Pero qué caso tenía culpar a los demás? ¿Qué caso tenía culpar a Natalia, aunque ella fuera la culpable? La verdad era que ninguno, era mejor aceptar la propia culpa y arreglar las cosas.

Caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación, giró la perilla lentamente y sintió presión, inicialmente creyó que Natalia había puesto seguro, pero después se percató que solo era un peso sobre la puerta, con un poco más de fuerza y cuidando la bolsa que traía en manos empujó la puerta lentamente, se sorprendió cuando vio a Natalia recostada sobre el piso.

– ¿Natalia? empujó la puerta de manera un poco más brusca y entró a confirmar si estaba bien

Natalia sintió que alguien la movía, sintió unas suaves manos que le tocaban la cara y abruptamente abrió los ojos – ¿Mak?

– ¿Natalia? ¿Estás bien? – Makis se veía preocupada, se sentó en el piso junto a ella intentando tocarla.

Natalia se alejó instintivamente – ¿Qué haces aquí? –

– ¿Estás bien? – Preguntó ignorando la pregunta, pero manteniendo su distancia al ver la reacción de Natalia

– Si, si... sólo me dormí... ¿Qué haces aquí? – Natalia la miraba extrañada

– Yo... Quiero hablar contigo – Makis se mordió el labio.

– Te fuiste – Natalia miró y vio una bolsa en sus manos.

Makis se dio cuenta de la curiosidad – Fui a comprar –

Natalia dejó salir una risa irónica – ¿Te fuiste a comprar? – Makis asintió a la pregunta, retomó su tono sarcástico – Te dejé en libertad... y ¿Te fuiste a comprar? –

Makis se debatió un poco, ladeo la cabeza – Algo así –

Natalia hizo una mueca – ¡Pensé que te habías ido! ¡Me hiciste creer que te fuiste! –

COMO NACE EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora