8. Perdida en su mundo

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—¿Esta es tu idea de escapar? —reí

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—¿Esta es tu idea de escapar? —reí.

¡Íbamos en una limusina!

—El chófer sale cada noche, le he convencido de que nos saque a hurtadillas...

—Y con convencido te refieres a usar la sujeción con el —levantó la ceja.

Luce avergonzado. 

—Le bastaba con que fuera una orden, pero nunca salgo. Se haría un chisme y llegaría a oídos de mi madre muy rápido.

Es la primera vez que llama madre a la reina frente a mi.

Le da unas instrucciones en griego al chófer, un señor de cincuenta y tantos que amablemente llevó la limusina al garaje donde Cayden y yo subimos luego de asegurarnos de que nadie nos veía. Pudimos salir los dos, si Cayden supiera manejar y no fuera tan obvio salir de la villa en un Volvo último modelo (fue el único auto que reconocí) o una preciosa antigüedad de cuatro ruedas.

No sé como describir lo que sentía al mirar por la ventana, no reconocía nada, me eran tan ajenas aquellas calles y paisajes. Todo mundo sueña con conocer otros lugares y explorar, era lo que quería yo antes de todo esto y me parece irónico la forma en que lo había conseguido. Porque no me entusiasmaba, ni me hacía feliz, por el contrario, me llena de nostalgia y frustración estar atrapada a miles de kilómetros de verdadero hogar.

—Ya no veo en tí el mismo brillo de hace rato —murmura Cy.

Su mano viaja a mi barbilla, me obliga de forma suave a mirarle. Casi no puedo enfrentar sus ojos.

—Desearía estar en un viaje por placer, hacer turismo en un gran país como este. Hacer amigos que hablen con un bonito acento y pasear junto a un chico de cabellos claros —toco su cabello, sin embargo, no es él en quien pienso—. Sin temer a que en cuanto la noche aclare tenga que volver a un perpetuo encierro.

Se queda en silencio, permitiéndome mirar de nuevo por la ventana.

—Es por ello que no salgo, mi vida peligra, a cada instante. Soy el primero en la línea real, el heredero al trono —ríe con amargura—. Estar afuera solo me recuerda todo de lo que me priva ser el elegido por la reina.

Le miro.

—Tu decides que dirección lleva tu destino. Con el pasar de los años no habrá nadie a quien culpar mas que a tí mismo por llevar una existencia desdichada.

—Para algunos no hay elección, desearía darte lo pides pero no es mi elección. Eso lo sabes.

—Lo que sé es que solo los cobardes dicen eso, tienes miedo Cayden —lo enfrento sin temer a las represalias—. Eres inmortal pero le tienes miedo a vivir, te escudas tras tu madre. No te pido que huyas y dejes todo por lo que trabajas diario, pero si lo harás que sea por ti y por lo que verdaderamente te importa. No por un propósito vacío, por sed de un poder que acabará contigo.

Cold Blood✅ [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora