8 | Bronze Angels

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viii

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viii. angeles de bronce

Lu

A LA SALIDA del vertedero, tropezamos con un camión de remolque tan desvencijado que parecía que también lo hubiesen dejado allí como chatarra. Pero el motor arrancó y tenía el depósito casi lleno, así que decidimos tomarlo prestado

Thalia conducía, pues parecía la menos aturdida que los demás, yo solo podía pensar en el pequeño Nico

- Los guerreros-esqueleto aún andan por ahí - nos recordó -. Hermos de seguir adelante

Avanzamos por el desierto bajo un cielo límpidamente azul. La arena brilla de tal modo que no podías ni mirarla. Zoë iba en la cabina con Thalia; Grover, Percy y yo, en la caja, apoyados en el cabrestante. El aire caliente y seco, pero el buen tiempo parecía un insulto después de perder a Bianca

Mis ojos debían estar algo hinchados después de llorar, lo malo de ser semidioses es que somos más propensos a morir jóvenes, pocos mestizos llegan a la adultez claro esto solo nos pasa a los griegos; los romanos tienen una ciudad para ellos y tienen familias, viven seguros. Si un griego se acercara allí estaría muerto, hay una enemistad que remonta siglos entre ambos bandos, nunca me atreví a viajar allí a pesar de que mi madre era romana

-Tendría que haberme tocado a mí- habló Percy interrumpiendo mis pensamientos -. Tendría que haberme metido yo en el gigante

-¡No digas eso! - dijo Grover alarmado -. Bastante malo es que hayamos perdido a Annabeth. Y ahora a Bianca. ¿Crees que podría resistirlo? -se sorbió la nariz -. ¿Crees que habría alguien dispuesto a ser mi mejor amigo?

- No digan esas cosas - hable - en el fondo sabíamos que a alguno de nosotros le pasaría - me quite las lágrimas secas de las mejillas - solo nos queda seguir por Bianca y rezar a los dioses por que llegue a los Elíseos

-Ay, Grover, Luci - dijo Percy, para después pasar su brazo por mis hombros trayéndome a su cuerpo

-Estoy... bien

Pero los tres sabíamos que no era así. Desde lo sucedido en Nuevo México con aquel viento salvaje que había soplado de repente, se lo veía más frágil y sentimental que de costumbre. Pero no nos atrevimos a sacar el tema por qué igual empezaba a sollozar.

No podía continuar deprimida. Se nos acabó el depósito a la entrada de un cañón. Tampoco importaba, porque la carretera terminaba allí

Thalia bajo y cerró de un portazo. En el acto, reventó un neumático

- Estupendo. ¿Y qué más?

En el horizonte no había mucho que ver. Desierto en todas direcciones y, aquí y allá, algún grupito de montañas peladas y estériles. El cañón era lo único interesante. El río en sí mismo no era gran cosa: tendría unos quince metros de anchura y unos cuantos rápidos, pero había abierto una garganta muy profunda en mitad del desierto. Los riscos se precipitaban vertiginosamente a nuestros pies

𝑫𝑨𝑼𝑮𝑯𝑻𝑬𝑹 𝑶𝑭 𝑻𝑯𝑬 𝑾𝑨𝑹 [ 𝔭𝔧 & 𝔥𝔭] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora