13 | Olympic party

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viii

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viii. fiesta olímpica

Lu

VOLAMOS en circulo sobre el centro de Manhattan, trazando una órbita alrededor del monte Olimpo. Y no sólo había estado allí. Había subido en ascensor hasta la planta secreta número 600 del Empire State. Esta vez el Olimpo aún me deslumbró más

En la penumbra del Alba, las antorchas y hogueras hacían que los palacios construidos en la ladera reluciesen con veinte colores distintos, desde el rojo sangre hasta el índigo. Por lo visto, en el Olimpo nadie dormía nunca. Las tortuosas callejuelas se veían atestadas de semidioses, de espíritus de la naturaleza y diosecillos menores que iban y venían, unos caminando y otros conduciendo carros o llevados en sillas de mano por un par de cíclopes. El invierno no parecía existir allí. Percibía la fragancia de los jardines, inundados de jazmines, rosas y otras flores incluso más delicadas que no sabría nombrar. Desde muchas ventanas se derramaba el suave sonido de liras y de las flautas de Junco

En la cima de la montaña se levantaba el mayor palacio de rodos: la resplandeciente morada de los dioses

Nuestros pegasos nos dejaron en el patio delantero, frente a unas enormes puertas de plata. Antes de que pudiéramos llamar, las puertas se abrieron por si solas .

-Si - dijo Percy a BlackJack

-Fue un placer conocerlos - dije, por si descidian acabar con nuestras vidas

-No creo que nos pulvericen - dijo Percy inseguro - ¿Verdad?

Nadie respondió. Los pegasos salieron volando. Durante un minuto, permanecimos inmóviles, mirando el palacio

-Es ahora o nunca - volví a hablar

Luego avanzamos juntos hacia la sala

Doce grandes tronos formaban una U alrededor de la hoguera central, igual que las cabañas en el campamento. En el techo relucían todas las constelaciones, incluso la más: Zoë la cazadora, avanzando por los cielos con su arco

Todos los asientos se hallaban ocupados. Los dioses y diosas medían unos cuatro metros de altura. Y te aseguro una cosa: si alguna vez vieses a una docena de seres todopoderosos e imponentes volviendo sus ojos hacia ti...Bueno, en ese caso enfrentarte a una pandilla de monstruos te parecería un picnic.

-Bienvenidos, héroes- dijo Artemisa

-¡Muuuu!

Había una esfera de agua suspendida en el centro de la estancia, junto a la zona de la hoguera. Bessie nadaba alegremente en su interior, agitando su cola de serpiente y asomando la cabeza por los lados, y la base de la esfera. Parecía disfrutar aquella novedad de nadar en una burbuja mágica. Grover permanecía de rodillas ante el trono de Zeus, como si acabase de rendir cuentas. Pero nada más vernos, exclamó:

𝑫𝑨𝑼𝑮𝑯𝑻𝑬𝑹 𝑶𝑭 𝑻𝑯𝑬 𝑾𝑨𝑹 [ 𝔭𝔧 & 𝔥𝔭] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora