𝑫𝑨𝑼𝑮𝑯𝑻𝑬𝑹 𝑶𝑭 𝑻𝑯𝑬 𝑾𝑨𝑹 [ 𝔭𝔧 & 𝔥𝔭]

16 | A titan turns into a tree

lxiv. un titan se convierte en árbol

Lu

DE VUELTA EN EL PLAZA, Thalia nos llevó aparte

—¿Que te ha mostrado Prometeo? — preguntó

De mala gana nos contó la visión que había tenía de la casa de May Castellan.
Thalia se frotaba el muslo como si recordase su antigua herida

—Fue una noche nefasta — reconoció —. Annabeth era muy pequeña y no creo que entendiera gran cosa. Solo captó que Luke estaba muy disgustado — se quedó un momento callada y luego dirigió su mirada hacia mí —. ¿A qué se refería conque lo ayudaste?

Contemple Central Park

—No es algo de lo que me siento orgullosa — dije antes de contarle toda la historia que le había contado a Percy y Annabeth. Ella asintió pero no dijo nada. Nos quedamos en silencio unos minutos

—¿Sabe alo qué le pasó a May Castellan? — repuso Percy —. Quiero decir

—Tuvo que ser algo malo para terminar bueno... — dije

—Se lo que quieren decir —atajó Thalia. —nunca la vi sufriendo un... Episodio de esos, pero Luke me contó que los ojos le relucían y que decía cosas extrañas. Me obligó a prometer que nunca lo contaría. Cuál pudo ser la causa, ni idea. Si Luke lo sabía, no me contó

—Hermes si lo sabía. Por algún motivo, May vio una parte del futuro de Luke. Y Hermes comprendió lo que sucedería: que Luke se convertiría en Cronos

—¿Como puedes estar seguro? No puedes fiarte de un titan que dice ser tu amigo

T

halia arrugó la frente

—Lu tiene razón. No puedes saberlo y no olvides que Prometeo manipulaba lo que veías, Percy: te mostraba lo sucedido bajo la luz más desfavorable posible. Hermes queria a Luke. Eso lo percibí simplemente mirándolo a la cara. Y había ido allí aquella noche para ver cómo estaba May, para cuidar de ella. O sea que tampoco era tan malo

—Aún así, no es justo — insistió —. Luke era un crío. Hermes nunca lo ayudó ni le impidió que se fugara

—Hay reglas que ni los dioses pueden romper, Percy — le dije — y lo sabes

Thalia se acomodó el arco en el hombro. Una vez más, me impresionó lo fuerte que se la veía ahora que había dejado de envejecer. Se intuía un halo plateado a su alrededor: la bendición de Artemisa