Frenos y conteos

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Valentina

Pasado (Quinto grado)

Estimada Valentina:
No me importa lo que dices sobre Sebastián  Meade de tercero. Él será mi primer beso y no se preocupa por mis frenos. Caerá enamorado de mí y me pedirá ser su novia. Y entonces, tú estarás celosa porque todavía no sabes lo que se siente ser besada. Te haré saber cómo va después de la escuela.

Sinceramente besada, Juliana.

Estimada Juliana:
No me importa tu primer beso, pero debes saber que Sebastian es soso y él besaría a cualquiera. Lo vi besándose a sí mismo en el espejo del laboratorio la  semana pasada. Confía en mí, se preocupará por tus frenos. Todavía no son lindos. Y no voy a estar celosa porque conseguiré mi primer beso de Rachel Ryan hoy. Dijo que lo haremos como los franceses. TE permitiré saber cómo va después de la escuela.

Sinceramente quien será la PRIMER besada, Valentina .

Juliana hizo una bola con mi nota y me rodó los ojos cuando la campana sonó.

Cerré mi cuaderno y la seguí a su casillero, donde siempre nos encontrábamos después de la escuela.
—¿Alguna vez va a librarse tu boca de esos frenos, Juls? –
—¿Por qué te importa?—
—Porque no te quiero oír llorar cuando nadie más que Sebastián  quiera ser tu novio... Esto a causa de tus frenos. Pensé que no podían ser peor, pero a veces le introducirían bandas de goma de colores en ellos para que pudiera comer. A veces le decía que simplemente debería morir de hambre.
—¿Rachel y tú escogieron el lugar de la reunión? —preguntó.
—Sí, vamos a reunirnos en el árbol fuera del gimnasio. ¿Qué pasa contigo y Sebastian?
—Vamos a hacerlo en el estacionamiento detrás de la señal del equipo de fútbol —dijo—. ¿De verdad crees que le van a importar mis frenos? –
—Depende... ¿Realmente crees que a Rachel le importará mi cabello? –
—¿Qué pasa con tu cabello? –
—La semana pasada me dijiste que era irritante.—
—Era que picaba. —Cerró su casillero—Porque te quedaste dormida en mi hombro.—
—Ah, sí... —recordé. Nos dieron detención a las dos después de la escuela la semana pasada por pasarnos notas durante la clase de ciencias. Y, como siempre, cada vez que nos enviaban allí juntas, usaba su hombro como almohada.
—Juls, ¿crees que deberíamos... —Hice una pausa—. ¿Crees que deberíamos...
—¿Creo que deberíamos qué? –
—Al igual que... Ya que ambas estamos consiguiendo ser besadas hoy, ¿crees que deberíamos probar el beso primero? ¿La una con la otra? ¿De esa manera podemos ser honestas y arreglar lo que hay que arreglar?—
—En realidad iba a preguntar lo mismo... —Dejó escapar un profundo suspiro—. Si hacemos eso, entonces las dos no vamos a estar tan nerviosas cuando sea el momento. –
—Está bien, genial. Sígueme. —Le hago señas para que me siga por el pasillo. Miré a ambos lados para asegurarme de que nadie iba a venir, y luego abrí la puerta del armario del conserje y tiré de ella dentro. Dejó sus libros sobre una escalera y cerré la puerta.
—Así que... —Se veía muy nerviosa—. ¿Cómo debemos empezar?
—Bueno, primero... —Me puse de pie frente a ella y me aseguré de que nuestros zapatos se tocaban. Entonces hice lo que siempre vi a mi padre hacer cada vez que besaba a mi mamá; coloqué un mechón de cabello detrás de su oreja
—Y ahora, vamos a besarnos en tres. —Me aclaré la garganta—. Uno... Cerró los ojos y agarró mis manos. —Dos...
—¡Espera! ¡Olvidé algo! —Sacó un tubo de brillo de labios de su bolsillo y lo deslizó de lado a lado en sus labios—Ahora, puedes contar. ¡Uf! Rodé mis ojos y empecé de nuevo. 
—Está bien, empiezo de nuevo... Uno... Dos... —Cerré los ojos y me incliné hacia adelante—. Tres... Presionamos nuestros labios y dejamos que los segundos pasaran, esperando. A la espera de algo. No era nada como las películas. Nada sucedía en absoluto.
—Um... ¿Cuánto tiempo se supone que debemos permanecer así, Val? —preguntó Juls, sus labios aun tocando los míos.
—No sé... ¿Tal vez cinco segundos más? —Está bien... genial... Conté en voz baja hasta cinco y di un paso atrás.
—Así que... —dijo—. ¿Te diste cuenta de mis frenos? ¿Eran mis labios demasiado brillantes?—
  —No a los frenos, pero asegúrate de ponerte brillo antes de llegar a él. ¿Qué hay de mí? Cuando mi frente tocó la tuya, ¿fue irritante?  --
—Nop. Se sintió normal, pero cuando beses a Rachel, simplemente cuenta para ti y no en voz alta. —Lo tengo. —Agarré sus libros y se los entregué. Desbloqueé la puerta y giré el pomo, pero se abrió antes de que pudiera empujarla hacia adelante. —¡Qué nar…—El portero de la escuela, el hombre que nos hizo ayudarlo a limpiar en algún momento durante la detención, miró hacia atrás y hacia delante entre Juls y yo—. ¿Saben qué? Cuando se trata de ustedes dos, no quiero ni saber. Fuera. Ahora. –
—¡No hacíamos nada! —espetó Juls—
—Entonces date prisa y sal de mi armario antes de decirle a todos lo que hicieron.—
Las dos nos apuramos a salir de allí y fuimos por caminos separados, ella a Sebastian y yo a Rachel para nuestros primeros besos...  

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora