Gasolina y bebidas

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Juliana

Me detuve en una gasolinera y me mordí la lengua para evitar gritar. No sabía cuántos viajes más podría hacer con Josh y sus hermanos de fraternidad en el asiento trasero, y si le escuchaba quejarse de mi forma de conducir o escuchaba las palabras “antorcha tiki” una vez más, iba a perder la cabeza. No me hallaba segura de por qué la fraternidad de Josh incluso trataba de lanzar otra fiesta.
Por supuesto, él sabía cómo dar una muy buena fiesta, pero también sabía cómo romper todas las reglas en el libro: el año pasado la fiesta con la temática “Inolvidable” terminó con la mitad de los asistentes huyendo de los policías. El año antes de eso, la “Experiencia Legendaria”, terminó con un incendio en el patio trasero, y no quiero siquiera pensar en lo que tenía en mente para el evento “ÉPICO” de este año. Cerré el coche tan pronto como lo puse en el estacionamiento e inmediatamente salí, corriendo dentro de la tienda para refrescarme. Literalmente. Tarareando, camino por los pasillos y agarro un montón de chucherías, ya que todavía teníamos bastantes viajes por hacer. Twizzlers, Cheetos, y un par de refrescos por si acaso.

Nunca acuerdes ayudar a Josh con una fiesta otra vez.

Nunca más…

¿Quieres algo? Le envié un mensaje de texto a Val.

Gatorade.

¿Qué sabor?

Sorpréndeme.

Agarré una azul y caminé a la registradora, dejando mi colección. Esperé que la encargada se diera vuelta y marcara, pero ni siquiera me miraba. Su mirada se fijó literalmente en lo que pasaba fuera y murmuraba para sí misma—: Oh, Dios mío…

Aclaré mi garganta para llamar su atención. Nada. Tosí un par de veces, incluso lanzando un “¿perdón?” Pero no obtuve respuesta. Su gerente, otra mujer, entró por una puerta trasera y esperaba que me dijera algo, o por lo menos que tuviera la amabilidad de marcar mis cosas, pero se unió a la mirada lujuriosa de la operadora en su lugar. —Jesús… —dijo, haciéndome finalmente dar la vuelta y mirar lo que sea que miraban. Sabía que no era Josh. Se encontraba al teléfono gritando sobre algo que sonaba como gelatina. Sus hermanos de fraternidad se reían de algo y bombeaban gasolina. Eran lindos, pero nada digno de babearse, nada digo de mirar boquiabierta. Golpeé mi pecho, preparándome para aclararme la garganta de nuevo para que pudieran salir de su auto-impuesta dimensión desconocida, pero mis ojos de repente aterrizaron en Val. La vi en tops un millón de veces antes, he visto sus ojos azules brillando a la luz del sol muchas veces más, pero nunca sentí la más mínima atracción. Hasta ahora… Y en ese momento, no era “mínima” en absoluto… Con sus abdominales bien formados en pantalla completa, perdida en la distancia mientras las gotas de sudor corrían por su abdomen. Lanzaba esa encantadora mirada que siempre utilizaba a una admiradora frente a ella, pero funcionaba todo el camino hasta aquí. Recorrió sus manos por su cabello largo y castaño y de repente me imaginaba a mí misma ayudándola con eso, imaginándome pasando mis manos a través de su abdomen y más abajo, hacia su “V” perfectamente definida que seguía hacia…

Oh. Mi. Dios…

Inmediatamente desvié la mirada. Pero entonces la miré de nuevo.
No podía evitarlo.
¿Cómo podría no haber notado esto?

—¿Estás lista para pagar o estás demasiado ocupada mirando algo por ahí? —La encargada finalmente se dirigió a mí, literalmente, actuando como si no hubiera estado mirando fijamente también

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—¿Estás lista para pagar o estás demasiado ocupada mirando algo por ahí? —La encargada finalmente se dirigió a mí, literalmente, actuando como si no hubiera estado mirando fijamente también.
—Estoy lista. —Robé una última mirada de Val y empujé todas mis cosas sobre el mostrador. Cuando terminó de empaquetar mis cosas, volví al auto y esperé que Val y los otros chicos terminaran de estirarse.
—Gracias por parar, Juli. —Josh sonó genuino a medio camino mientras entraba.
—No hay problema… —dije lo mismo a sus amigos, y cuando Val entró de nuevo al auto, no podía evitar echar un vistazo de ella.

Ella es, literalmente, el epítome de sexy…

—Te ves un poco cansada —dijo en voz baja—. ¿Necesitas que conduzca?

—No… —Negué con la cabeza y miré hacia adelante, encendiendo el motor

—. Estoy perfectamente bien.

Puta jodida mierda…

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora