Nunca paso.

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Valentina

(Años antes)

Acerca del  Sabado de comida basura.
Creo que aprobaré el examen de Fisica sin problemas. Si apruebo con una buena nota la pizza del sabado corre por mi cuenta.

Sinceramente, Val

Ok si porfavor. Sigo estudiando para Bilogia, estos examenes, estan patiando mi trasero.  Espera un momento... ¿No es la lectura del testamento de tu papá hoy? (Es de mala educación enviar correos durante ese tipo de cosas...)

Espero que estés bien,

Juliana. 

La lectura del testamento de mi padre ha terminado. (Es de mala educación dejar a tu única hija y engañar a tu esposa...) Estoy más que bien.

Sinceramente, Val

¿Dónde estás? Aún espero que estés bien,

Juliana.

En mi habitación. Te dije que estaba bien ya. (Confía en mí.) 

Sinceramente, Val. 

Puse mi teléfono en silencio y me recosté en mi cama, mirando al techo. Hoy ha sido uno de los peores días de mi vida, así que estaba alineando cosas para hacer que mañana sea mejor: iba a tener relaciones sexuales después de la escuela con mi novia si no estaba todavía molesta conmigo por no decirle por qué no había ido a la escuela durante los últimos tres días. (Me negué a hablar de mi familia con nadie.).
Probablemente necesite pasar algún tiempo con Juliana al final del día. Estar a su alrededor siempre hizo las cosas mejor por alguna razón.
Agarré mis auriculares blancos de la mesita de noche y los puse en mis oídos, cerrando los ojos y durmiéndome. O eso creía yo. Justo cuando mi disco favorito empezó a sonar, uno de los auriculares fue arrancado de mi oreja, y una mancha de color rosa y morado se arrastró sobre mí y se hizo cargo de la parte izquierda de mi cama. Juliana.

—¿Qué demonios estás haciendo? —Entrecerré los ojos hacia ella—. ¿Mi mamá te dejó entrar?
—¿De verdad crees eso? —Colgaba una pulsera de plata delante de mi cara—. Te dije que hice una copia de tu llave de casa en la tienda hace meses. Tu madre se desmayó en el sofá…
—Por supuesto que lo está… —dije—. Bueno, tengo que estar sola así puedo pensar. Por lo tanto, no te ofendas, pero realmente no quiero tu maldita compañía en este momento, y puesto que irrumpiste literalmente en mi casa incluso para verme, voy a pedirte que te vayas.
—Está bien. —Me miró, parpadeando. Entonces se puso mi auricular izquierdo en su oreja y se reclinó contra mis almohadas.
—¿Has oído lo que he dicho, Juliana? ¿Tengo que repetirlo?
—Te escuché perfectamente —dijo, haciendo un gesto para que me tumbe a su lado—. Dijiste que ibas a pedirme que te dejara porque no quieres mi compañía. Así, cuando en realidad me pidas que te deje, lo haré...
Sus ojos se encontraron con los míos y sabía que ella podía decir que estaba muy lejos de estar bien, que era una ruina emocional hoy, y que realmente quiero que se quede.
En lugar de luchar contra los hechos, me acosté a su lado y puse el otro auricular en mi oreja derecha.
—Tu estando aquí hoy, viéndome así no sucedió...

—Nunca lo hizo…

By your sideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora