Capítulo 21

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Camille

¡Estoy flipando tío!

Al fin en tierras Ibizeñas, no estoy segura de que exista esa palabra, pero me gusta.

- Buen día señora Johnson, espero que haya tenido un excelente vuelo - la señorita de recepción me recibe y extiende la tarjeta de la habitación - si necesita alguna cosa no dude en llamar, que disfrute su estancia - me regala una sonrisa de comercial y se va con David y Carol.

- Mi hermano está en la habitación, es muy probable que tenga una resaca de esas que lo hacen insoportable - Emma llega y engancha su brazo con el mío y caminamos hacia el elevador.

Ella fue quien se ofreció a recogernos del Aeropuerto. Durante el camino solo Emma y Carol entablaron una conversación, David solo se limitó a mirar por la ventana y algunas veces asentía o negaba con la cabeza a lo que Emma preguntaba.

- Nunca lo he visto así, deséame suerte - digo una vez estando frente a la puerta de la habitación.

- Suerte - dice para despedirse con un abrazo y regresar al elevador - oh casi lo olvido, iremos a desayunar, te mando mensaje más tarde con la ubicación, de todas formas Thomas ya sabe dónde es... o eso espero, bye - dice rápidamente antes de que el ascensor cierre.

Con toda la cautela del mundo entro a la habitación que es una de las suites del hotel.

¡Santa Rosalía!

¡Esto, esto es tres veces mi apartamento!

Puede que esté exagerando, pero las pocas veces (dos) que me he hospedado en un hotel, la habitación es de las más baratas y con poco espacio, porque ¿Qué caso tenia pagar por algo tan lujoso si solo lo usaba para dormir y bañarme?
Pero en fin, ya después contaré ese viaje con Wendy y algunos amigos de la universidad.

Al entrar, la luminosidad de las ventanas de cristal reflejada en los muebles de un tono color hueso, hacen que me encandile un poco.

La habitación cuenta con una sala, ésta tiene una pantalla al frente, al lado una pequeña cocina y una mesa cómo para una familia de doce. De lado izquierdo hay un pasillo que da a la habitación. Lo primero que veo son las maletas, las mías están en una esquina aún cerradas y la de Thomas está abierta y hecha un desastre.

Le echo un vistazo a la recamara, no muy al fondo hay un jacuzzi de lado derecho y junto a éste la jodida regadera con canceles de cristal liso y enfrente una puerta que conduce al baño.
¿Quién fue el genio que decidió poner la ducha afuera y no en el jodido cuarto de baño y para acabarla con toda la transparencia del mundo?

Tendré que aclarar ese tema con Thomas para que al momento del baño el otro no debe estar en la recamara.

¡Y hablando del Rey de Roma!

- ¿Emma? Te dije que no bajaré a tu estúpido desayuno y menos si ese españolete... -

- Su nombre es Diego - le corrijo.

- Me vale tres hectáreas de... ¿Camille?- su cabeza sobresale de las sábanas y me ve con extrañeza - ¿No se supone que llegarías más tarde? -

- Nop - remarco - yo nunca dije eso, de hecho, estoy cien por ciento segura de que te envié un texto está mañana - se me escapa un bostezo.

- Yo... no sé dónde deje...- tartamudea.

- ¿Podemos dejar esta charla para más tarde? - Interrumpo lo que sea que me trate de decir - Me estoy muriendo de sueño y mi espalda reclama una cama, así que con tu permiso - Él capta y se recorre un poco al mismo tiempo que abre las sábanas para arroparnos. - No quiero que el españolete ese me vea cansada y con ojeras de mapache -

Casi Perfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora