Mansión de la Noche, Tártaro
Nyx seguía mirando el río Aqueronte.
Había estado en esa posición desde que permitió que dos turistas pasaran por su mansión sin ser castigados. No, no eran solo turistas, había logrado convencerse después de un tiempo, eran semidioses que sobrevivieron al Tártaro.
Nyx estaba enojada consigo misma por caer en una estratagema tan patética como esa.
Pero, eso no era nada comparado con lo que sentía por sus hijos. Esos tontos tenían tanta sed de su aprobación. De su amor. De su reconocimiento, que cayeron en la trampa y permitieron que los semidioses escaparan.
"¿Aún te arrepientes, madre?" Una voz resonó hacia ella a través del Aqueronte. Nyx levantó la vista y vio a su mayor decepción.
Hémera.
Claro, Nyx tuvo varios hijos que, con los milenios, comenzaron a cambiar de bando y a unirse a los dioses. Uno de los primeros en hacerlo fue Hécate. Esa pequeña ingrata... Cuando ayudó a Deméter en la búsqueda de Perséfone, terminó siendo una de las invitadas permanentes del niño en el Inframundo.
Las Moiras siempre fueron las rebeldes. Siempre haciendo su voluntad, sin importarles quién era más importante que el otro, jugando con la vida de los mortales, como si fueran muñecos de trapo. Pero, cuando comenzaron a jugar con las vidas de los inmortales, Nyx no podía sentirse más orgullosa... Hasta que se metieron con ella. Solo entonces, estaban muertas para ella.
Otro bastardo desagradecido era Hipnos. Habían estado distanciados durante siglos, pero llegaron noticias de que estaba de acuerdo con los dioses, porque sus hijos tenían una cabaña. En serio, ¿¡abandonaría sus ambiciones por una cabaña!?
Pero Hémera era, en su opinión, una desgracia.
"¿Aún lo mencionas, hija?" Se burló de ella, frunciendo el ceño. Hémera dejó escapar un suspiro cansado. Habían pasado eones desde su primera pelea, e incluso si Nyx no recordaba por qué comenzaron a pelear, continuó escalando hasta el punto en que Nyx odiaba a su propia hija. Sin mencionar que fue, su propio hijo, Éter, con quién se casó Hémera.
Luz y Día. Una combinación bastante cliché, ¿verdad?
"Madre, sabes que esta lucha entre nosotras no tiene que existir..." Hémera intentó, como siempre, poner fin a su lucha. Nyx nunca se rindió.
"¡No existiría si admitieras que la Oscuridad y la Noche son más poderosas que la Luz y el Día!" Nyx rugió. Incluso estando separadas por un río de llanto y dolor, Nyx sintió la necesidad de gritarle a Hémera, quien no se molestó ni un poco.
"Si lo admitiese, me estaría mintiendo a mí misma" Admitió Hémera, bajando la cabeza.
"¡Entonces, nuestra lucha nunca terminará!" Nyx concluyó, mirándola.
"Adiós, madre..." Hémera se retiró, de la misma manera en que entró. Un grito agudo dentro de la Mansión hizo que Nyx sonriese, sabiendo que sus hijos se estaban tomando en serio el castigo que les infligió. Por alguna razón desconocida para ella, sus propios hijos se temían unos a otros, razón por la cual se castigaban entre ellos.
"No pasará mucho tiempo hasta que salga de aquí, Sombra..." Nyx murmuró al caballo de su carro, que pasó caminando, sintiendo que su ama necesitaba compañía" Y luego, Hémera, Éter y todos y cada uno de los mortales de arriba sabrá el poder que encierra la oscuridad..." prometió, acariciando el brumoso cuello del caballo. Los colmillos plateados brillaban débilmente en la oscuridad, como si demostraran algo.
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A New Order Of Chaos [Traducción]
FanfictionDespués de la batalla contra Gaia, los dioses y los semidioses (tanto romanos como griegos), están a salvo. 3 años después, un paranoico Zeus afirma que el Hijo de Poseidón es un traidor al Olimpo y lo condena a muerte. En represalia, los Olímpicos...