8. Vidas Pasadas

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Caminando por aquel pueblo, mejor dicho, lo que quedaba de lo que alguna vez fue un pueblo, Jin logró divisar una sombría silueta a lo lejos entre la niebla. Aquel ser no era muy sobresaliente, parecía un humano, aunque parecía poseer una especie de cuerno sobresaliente de su cráneo. La niña permaneció plantada en ipso facto mientras que la silueta permaneció inerte. Tras unos incómodos segundos, el sujeto en cuestión dio un paso atrás, como si se hubiera percatado de algo, sin embargo, Jin no podía ver que ocasionaba esta inquietud.

En ese momento, la niebla se disipa por una fuerte corriente de viento para finalmente, ver lo que estaba ocurriendo. Aquel ser era blanco como la nieve, su cabeza era calva y la mitad de esta, tenía el cráneo al descubierto de la cual emergía un cuerno de ternera. Frente a este ser, una alta mujer rubia lo encaraba, su tez era blanca y sus ojos como un par de zafiros.

-Hermana... detente.- Dijo aquel ser mientras se mostraba dócil ante esta. -Sabes que tú y yo somos uno, no tenemos por qué pelear.- Añadió acercándose lentamente a esta.

-Tú y yo no somos uno, yo soy luz mientras tú...- Hizo una pausa mientras una mueca de desagrado emergía de su cara. -...Tú eres pura oscuridad.- Y con aquello dicho, se lanzó a atacarlo.

Mientras estos combatían, Jin trataba de ponerse a salvo. Cada golpe hacía temblar el suelo, parecía una auténtica batalla de dioses. Los escombros volaban mientras aquella mujer trataba de aniquilar este extraño sujeto. A pesar de su apariencia, el ser tan curioso no trataba de herirle, al contrario, parecía evitar la confrontación constantemente, como si tratara de huir. Finalmente, lo acorraló contra la ya destruida catedral del pueblo. Mientras el combate tomaba un trágico desenlace, por el apocalíptico paisaje se movía un pequeño orbe. Jin sabía que, si quería seguir avanzando entre, lo que intuía, eran recuerdos, debería acercarse a esta, aunque esto no sería una tarea sencilla. Con extrema cautela, la niña se movía por los escombros tratando de hacer el menor ruido posible.

-Por favor Sinsel... déjame ir.- Imploró la criatura tras verse acorralada.

-Es mi destino... te convertirás en la condena de los mortales si no acabo contigo.- Y con eso dicho, la mujer prosiguió con el combate.

Cuando estaba lo suficientemente cerca, Jin decidió correr lo más rápido que pudo hacia el orbe. Al correr, llamó la atención de estos dos personajes. 

-¿Jin?...- Preguntó aquel extraño ser al verla, mientras de sus cuencas vacías y de su boca emergía un líquido negro.

La mujer aprisionó a la criatura en una magia de luz ignorando a la niña. Jin, por su parte, se percató de eso último, aquel ser parecía haberla reconocido ¿Cómo era eso posible? Jamás había visto un ser como este. Cuando parecía el final del combate, el orbe empezó a brillar como aquella vez que viajó con la mantícora, nublando la visión de Jin y haciendo que esta se perdiese del final de aquella confrontación.

Su viaje a este nuevo mundo duró un poco más de lo imprevisto. Luego de unos segundos, ella observaba como se transportaba por un paisaje lleno de intensas luces, sin embargo, detrás de ella, una oscuridad incesante la seguía, parecía que trataba de alcanzarla a medida que esta viajaba a su destino. A pesar de la desesperación, Jin no podía acelerar el paso, estaba levitando, suspendida en el aire.

Una vez terminó  en su destino, aquel extraño paisaje cambió por el de una ciudad, esta vez, en pie. El sol se alzaba en lo más alto del cielo azul acompañado de unas cuantas nubes. Jin decidió pasar por alto aquel extraño acontecimiento, para centrarse ahora sí, en su extraño viaje.

-Parece que llegué a un hermoso lugar, no me molestaría quedarme un tiempo por aquí.- Se dijo a sí misma con una sonrisa radiante en su rostro.

Más temprano que tarde, mientras exploraba el lugar, se percató que esta era la misma ciudad de antes. Estaba reconstruida y poblada, por lo que debieron, pasar varios años para levantarla de entre los escombros, en otras palabras, Jin había saltado al futuro. Mientras esta realizaba su exploración, observó que, en la misma catedral de aquella vez, se encontraba ahora una estatua de la extraña mujer. Los pobladores debieron saber de aquel nefasto combate ¿Por qué nadie le habló a Jin de algo así? Parecía ser un acontecimiento importante en la historia de la humanidad, se asemejaba al clásico combate entre el bien y el mal, una batalla entre dioses, de seguro tuvo que haber repercutido en la historia.

Parecía que esta vez, el orbe que la llevaría a su próximo destino no estaría tan cerca. Debieron haber pasado un par de horas, pero nada, Jin parecía no tener suerte en su pequeño juego de búsqueda y captura. En su larga caminata, la gente parecía pasar de esta, probablemente en esta sección, ella no era tan presente como al comienzo. Tras unos instantes, la pequeña decidió tomar un descanso en una pequeña plaza.

-Si sigo así me voy a desmayar.- Pensó mientras el sol le golpeaba en los ojos.

Tras relajarse un poco, algo terminaba por incomodar a la chica. La sensación de sentirse observada era presente. Al principio, esta sensación debía ser algo normal, después de todo, el lugar está repleto de gente, pero a pesar de ese dato, tras unos minutos, el sentimiento prevalecía y se volvía incómodo. Después de todo, aquel mundo era nuevo para ella, no podía darse el lujo de pasearse sin más. En ese instante, a la chica se le ocurrió una idea ¿Qué tal documentarse sobre el lugar? Debía de haber alguna biblioteca cerca, algo que le diera una pista. Igualmente, su idea seguía trabada por aquella percepción de estar siendo observada, no era algo normal, se sentía asechada por una entidad malévola o despreciable. Debía tomar una decisión y aunque parecía algo sencillo, cabe destacar que un mínimo error, podía acabar con su travesía por aquella extraña dimensión.  

Corazón de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora