15. El Ente

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Su presencia era vívida y sumamente negativa, aquel ser o entidad era un ente superior a Rin. Jin, por su parte, se sumergía en una silenciosa desesperación a medida que este la observaba inerte. El miedo era tal, que la chica no se atrevía a voltear a verlo. Aquel ente estaba allá en el horizonte, entre la niebla, observándola con detenimiento. Ya sabía que, al correr, este la perseguiría, por lo que no estaba tan segura de huir.

Las estatuas inquietaban a Jin también. Sus rostros desfigurados de horror parecían gritarle llenos de odio. Ella no podía quedarse dentro de aquella espesa niebla y mucho menos cerca de estas estructuras, lo sabía perfectamente. Esperar a que el ente se fuera era inútil, no se movería del lugar donde estaba. Ante la situación, la chica decidió tomar valor y, aún con la horrible sensación de ser observada, dio un paso. Esta acción generó el resultado esperado, el ente dio un paso junto a ella. La pisada se escuchó a lo lejos, allá en aquella neblina. Sus pasos eran muy lentos, como si caminara por hielo delgado. Por más que se esforzaba, el ente escuchaba sus pasos y los imitaba de igual forma. Paso a paso, esta entidad parecía estar un poco más cerca. Las estatuas, por otro lado, acosaban igualmente a la chica, se mantenían inertes, pero sus expresiones parecían seguirla. Se detuvo de forma súbita junto con el ente pues Este juego enfermizo iba a enloquecerla lentamente. Lo sentía lejos, pero cada vez se acercaba más; lo escuchaba lejos, pero poco a poco, lo escuchaba más cerca. Jin se había dado por vencida, no estaba dispuesta a continuar con esto, a tantear su suerte.

Las estatuas continuaban viéndole llenos de horror. La niebla seguía expulsando cenizas que caían sobre estas estructuras así como la ansiedad recorría el alma de Jin quien analizaba a detalle los rostros de estos seres. Resignada, cansada ya de esta situación, dio un paso nuevamente. Las estatuas la vieron inmóviles y, por supuesto, el ente dio otro paso, un poco más cerca esta vez. Dio otro paso con coraje y el resultado fue el mismo. Ya no podía más, no podía continuar con esto. 

La niebla se comenzó a tragar a las estatuas lentamente. A este punto, la chica no podía ver nada entre aquella fosca, no veía ninguna escapatoria o camino a seguir. Jin ya no quería pensar, no quería correr o esconderse; solo quería una solución entre su ventisca de desesperación. El miedo la cegó finalmente quien, a toda velocidad, corrió desesperada y nublada por aquella pared de humo.

Los pasos detrás de ella se escuchaban cada vez más rápidos, pero la niña no le importaba, ella solo corrió y corrió a la máxima velocidad que su cuerpo le permitió. Las cenizas se clavaban en su piel a medida que atravesaba la neblina, se adherían a su tez blanca manchándola de oscuridad. El ruido de las pisadas de aquel ser ya no eran tan lejanas como antes y tomarlo como un simple fantasma era algo completamente erróneo. Las cenizas vestían la niebla de un gris perlado nublando aún más su vista, a este punto no parecía niebla, sino la nube de un gran incendio.

Finalmente, sus pies sintieron algo que no era nieve o roca, unas escaleras. Subió rápidamente estos escalones con cuidado de no caer. Mientras subía, el ente parecía alejarse, un milagro sin duda. El sonido de aquellas pisadas se volvía cada vez más tenue al igual que su ansiedad que descendía poco a poco. Aun así, su mirada seguía bloqueada por la espesa niebla, no entendía que eran estas escaleras y no veía a donde la conducía. Se las arregló para ascender por aquellos escalones hasta las puertas de un fúnebre castillo.

Las puertas eran de madera desgastada y astillada con detalles de hierro negro. Sin duda, era una edificación impresionante con un estilo fuertemente gótico. Sus paredes parecían haber sido construidas con cristales negros, algo increíblemente hermoso. Jin se acercó lentamente, ya la niebla se había disipado lo suficiente como para ver lo que tenía en frente. Realmente ella no deseaba entrar a esta fortaleza, mucho menos tomando en cuenta lo que vivió para llegar hasta ahí. Barajando sus opciones, no tenía otra alternativa de todas formas. Se acercó a la puerta, la majestuosa puerta de madera. Al tocarla, sus manos se maltrataron pues como se había mencionado, la madera estaba astillada. La puerta se movió lentamente hacia dentro, pues esta era realmente pesada. Cuando la abertura era lo suficientemente grande, Jin pasó adentro del castillo.

Los enormes ventanales alumbraban de forma tenue el interior. Un lugar abandonado, desolado y tétrico era lo que tenía para ofrecer aquella fortaleza. Dio un paso y el eco de la pisada, generó ruido en casi todo el lugar. Por suerte, el ente no parecía estar cerca, pero la contemplación que sentía sobre ella continuaba ahí. La fortaleza no era un bloqueo para este ente pues el mundo entero era su dominio y no iba a escapar de su presencia. 

Exploró el lugar, pero este parecía ser un lugar dejado a su suerte. Analizando entre los cuartos y pasillos, reconoció que el lugar era una versión deteriorada de aquel castillo que vio alguna vez en el mundo de Rin. Su memoria fue representada en el mundo de Rin como un castillo, pero ¿Este también era el caso? ¿Cómo su memoria podía lucir tan distinta ahora? O lo que es peor... ¿Y si no era su memoria?

El Corazón de Hielo continuaba siendo su objetivo, aunque no tuviera claro si se acercaba o no a este. La mantícora la había llevado a hacer un viaje tedioso y cansino, pero ¿Por qué? ¿Por qué era tan importante este objeto? ¿Qué ganará con obtenerlo? Al fin y al cabo, es como había dicho, ni ella entiende donde esta parada.

Pisadas nuevamente, pisadas que se escuchaban por los pasillos, pero esta vez, no iban al son de Jin. Algo estaba con ella, el ente estaba ahí con ella. Esta vez fue inteligente, decidió moverse con cautela pues esta vez, no parecía saber dónde se encontraba. Se retiró los zapatos para caminar sin hacer ni el más mínimo ruido. Los pasillos se volvían eternos, recorrerlos era una tarea hastiada pero necesaria. Su caminata parecía no tener fin, pues los pasillos parecían cambiar con sus pasos, como el frenesí de una mente en una nube de ideas.

Trató de alejarse lo más que pudo del ente, pero realmente no era una solución viable, ella no sabía por dónde ir, los dos parecían igual de perdidos, al menos ella lo sintió así. Con mucha astucia, se las arregló para subir al segundo piso dejando así, a su acechador atrás. La segunda planta no poseía nada especial, solo cuartos llenos de recuerdos rotos, memorias en pinturas llenas de tristeza. Este sin duda, era el ojo del huracán, lleno de calma, pero solo por un segundo. Había paz en el lugar, pero una paz miserable, una calma sepulcral, como una ciudad luego de una fuerte guerra.

Su acompañante subía ahora las escaleras, iba a llegar al segundo piso. Jin decidió ocultarse bajo una mesa en lugar de correr, con suerte no sería vista. La luz era muy escasa y, con algo de suerte, esta no sería observada, aunque estuviera atrapada en los dominios de este ser.

Corazón de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora