Corazón de Hielo

12. La Verdad

Debían ser las altas horas de la noche y Jin se había despertado por ninguna razón en concreto. A pesar de que lo intentó numerosas veces, ella simplemente no podía volver a conciliar el sueño. En esos instantes, la chica vuelve a darle vueltas al asunto, era imposible que dejara el tema en paz. Como todo ya estaba dicho y no tenía nada que perder decidió que, con cierta dificultad por la falta de luz, saldría a buscar respuestas.  

Algo era cierto y es que, si en verdad había un orbe y todo esto era una dificultad en su aventura, ella debió ser consumida hace tiempo por la oscuridad puesto que los recuerdos, al menos los que vivió hasta ahora, no duraban mucho antes de ser destruidos. Igualmente, y sin muchas ganas, la chica se dispuso a buscar algún orbe en aquella penumbra con la esperanza de salir de aquel bucle.

En aquella oscuridad, el orfanato se sentía de forma muy extraña. La oscuridad, sin duda, era otra dimensión. En esta, la imaginación se pone a volar y nuestros mayores temores tratan de alcanzarnos. Los temores de los seres humanos siempre han sido variados, unos podemos sentir pavor por los insectos, otros a los monstruos e incluso a animales tan nobles como las arañas; pero si un miedo es vigente y anterior a todos estos y es, sin duda, la oscuridad. Esto no quiero decir que Jin padecía de alguna fobia hacia esta, pero sí que estar en ella le generaba una cierta incomodidad, al menos la oscuridad del orfanato . 

A medida que recorría el lugar, sentía que algo no andaba bien del todo, como si algo estuviera fuera de lugar. Una cosa que sin duda era extraña, es que sus ojos no se adaptaban a la oscuridad, por más que intentaba penetrar en esta, su vista no podía romper su ceguera. El orfanato no era tan grande ¿Por qué entonces no podía ver más allá de su nariz?

A pesar de haber pasado toda su vida en aquel lugar, no reconocía donde estaba en ese momento. Se tropezó con algún mueble en más de una ocasión antes de llegar a un cuarto que nunca había visto antes. Con lo poco que podía ver, dedujo que era como una especie de pequeño almacén. Hubiera seguido con su búsqueda de no ser detenida por la peculiaridad de un cuadro. De forma muy conveniente, su visión se adaptó a la oscuridad de aquel pequeño cuarto, lo suficiente como para vislumbrar aquel cuadro. 

El cuadro parecía estar enmarcado en un bello marco de oro. La pintura como tal, era algo borrosa, los colores oscuros de la misma, dificultaban distinguirla en la penumbra. A pesar de eso, la curiosidad pudo con Jin haciendo que esta, se acercase más hacia este. Por lo poco que pudo ver, se distinguía una colina muy alta bañada en una espesa niebla. En lo más alto de aquella colina, estaba pintada lo que parecía ser una estrella o asteroide cayendo. A medida que la niña bajaba la mirada, observaba como el cuadro se volvía más oscuro hasta el punto en que no se podía distinguir absolutamente nada.

Jin decidió salir de aquel cuarto, no valía la pena seguir analizando el cuadro en aquella oscuridad. Decidió, por ende, que sería mejor revisarlo mañana por la mañana, cuando la luz pudiera ayudarla. Con mucha dificultad, la chica trató inútilmente de volver al cuarto, pero la oscuridad la había vuelto a consumir al punto tal, de no poder ver nada. Se volvió a perder en el orfanato, era imposible reconocer el camino de vuelta.  En aquella angustiante situación, la pobre niña terminó frente a una puerta. Realmente no sabía qué hacer y no es como si tuviera muchas opciones. Por lo mismo, decidió abrir la puerta. El cuarto estaba completamente oscuro, debía de ser un cuarto enorme, pero ¿De qué cuarto se trataba? Por más que intentaba, no podía recordar algún cuarto así en el orfanato.

-Jin...- Se escuchó una voz a su lado.

La chica giró su cabeza tan rápido como pudo, se trataba de la misma criada de aquella vez. Estaba a su lado mientras sostenía un farol. A pesar de tener esta fuente de luz, el cuarto seguía inmerso en la oscuridad.