14. Montaña Gélida

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-Rin...- Jin se compadeció de este al verlo derrotado en el suelo.

-Ellos me lo arrebataron todo.- Respondió aún de rodillas. -Me quitaron mi felicidad.-

-La venganza no te devolverá eso, Rin. La venganza no cambiará nada. Termina con esto, déjame ir, déjame morir en paz- Le explicó tratando de apaciguar el corazón de aquel monstruo.

Ver los recuerdos de Rin aflojó un poco el corazón de Jin. Este era un ser corrompido por el odio en su corazón, un cascarón sin vida movido por la venganza. La chica pudo empatizar con él y entender lo que sentía. Ser abandonado y apartado del mundo era algo que entendía por ser una huérfana. La criatura es como un niño abandonado por sus padres y dejado de lado por ser diferente, realmente ¿Quién era el malo en su historia?

Rin permaneció inerte mientras el mundo parecía detenerse por un momento. Su respiración era pesada y áspera mientras su piel oscura segregaba una sustancia negra y viscosa. Tras unos largos segundos, este rompió el silencio con una voz ronca y profunda, con una voz demoníaca pero resignada.

-Tal vez tengas razón...- Afirmó tras levantarse lentamente del suelo. -Pero vaya que me hará sentir bien arrebatarles lo que me quitaron al nacer.- Sostuvo mientras de sus manos emergían un par de cuchillas negras y afiladas.

Jin dio un paso atrás al ver esta acción. Sus ojos observaban perpleja a este monstruo mientras su corazón parecía querer salir de su boca. Rin fijaba sus cuencas vacías en la chica esta vez, sin mostrar ningún tipo de emoción o al menos, no se esforzaba por denotar alguna señal de humanidad. Estaba claro que Rin era un ser sin alma o sentimientos. Sus valores son muy distintos a los de Jin, algo que la chica no pudo comprender en aquel momento. No importaba que tipo de razones eran mostradas ante este ser, la empatía no era un valor predominante o presente para él.

-Por favor, no lo hagas.- Le imploró inútilmente. –Solo quiero irme.-

Rin no respondió tal suplica y decidió abalanzarse hacia ella una vez más, con una fuerza monstruosa. Para ser una criatura tan delgada, la agilidad de Rin era inhumana y perfecta. Sus enormes sables danzaban por los aires hasta recaer con gracia sobre su objetivo. Cuando todo parecía perdido, cuando la vida parecía que iba a huir del cuerpo o mente de Jin, las cuchillas son detenidas de forma súbita. Al levantar la vista, la chica observó cómo su viejo amigo, aquel individuo mecánico tan extraño, detuvo con su enorme mano el ataque.

-¿Henry?- Preguntó incrédula.

Este detuvo el ataque brindando así, una pequeña oportunidad de escapar para la chica. Jin buscaba desesperada algún escape, pero todo el lugar era solo un bañado de colores fríos. A pesar de la desesperación, muy a lo lejos se podía divisar un pequeño destello tenue, el brillo de lo que parecía ser un orbe. A pesar de esto, no podía verse esta por ninguna parte, eso quería decir, que el brillo provenía de otra entidad. Sea cual sea este destello, no tenía muchas alternativas por lo que no iba a desperdiciar su oportunidad de salvarse.

Jin corrió hacia este peculiar brillo. Rin trató de detenerla, pero aquella especie de robot se interpuso entre la pequeña y él. La chica no lo pensó dos veces, no miró atrás, solo se acercó a lo que parecía ser, su única salvación. Cada paso se sentía como un aire de libertad que la alejaba de aquella oscuridad.

Finalmente, estaba frente a este brillo, pero este no provenía de un orbe. Ella miraba entre desespero y asombro el objeto que emanaba esta aura tan peculiar. Frente a sus ojos se encontraba aquel cuadro, el mismo que vio aquella noche. Jin posó su mano sobre el cuadro mientras que Rin blasfemaba de forma frenética a la par de realizar movimientos erráticos para liberarse del héroe que detenía el asesinato de la chica. Eso no detuvo a la chica quien lentamente, sumergía su mano dentro de aquella pintura. Ella se fue sumergiendo paso a paso dentro de aquel mundo como si de un portal se tratase.

Por fin había escapado, la oscuridad de Rin no se podía percibir en dicho lugar. Su entorno, sin embargo, estaba completamente nublado. La paz de aquel lugar era enervante. El clima era gélido, el frío se entrañaba hasta los tuétanos. Sin mucho esfuerzo, podía notarse como del cielo caían pequeños copos de lo que parecía ser nieve.

-¿Qué es todo esto?- Se preguntó la chica mientras exploraba el lugar con la mirada.

Los copos al caer en la mano de la pequeña, adquirían un color grisáceo y oscuro. Más temprano que tarde, la pequeña entendió que no era nieve, estas, de hecho, parecían ser hechas de algo parecido a cenizas.

Jin caminó por aquel misterioso sendero. El frío trataba de revertir la marcha de la pequeña, pero ella resistía el frío. La ventisca era capaz de congelar a una persona con abrigos incluso, pero la niña resistía, de forma inhumana, la brisa gélida. El silencio era, más que tranquilizante, perturbador y ensordecedor. La calma alertaba los sentidos de Jin, la carcomía por dentro mientras su psique se deterioraba.

Tras unos segundos caminando, ella encuentra algunas estructuras. Ella sabía perfectamente, que no debía estar ahí. Dedujo esto puesto que estas estructuras, no parecían hechas por humanos. Unas esculturas siniestras adornaban el paisaje. Los rostros desfigurados de horror de estos monumentos, transmitían un terror indescriptible en Jin. A este punto, ella no sabía si su valentía provenía de su interior o por el hecho de que no estaba viva.

No podía ver a nadie, pero ella sabía que estaba siendo observada por un ser. Sus instintos despertaron, le decían que huyera cuanto antes. A pesar de la horrible sensación ¿Qué podía hacer? No había a donde ir. Ella al sentir esto, recordó aquella vez que, de hecho, se sentía exactamente igual. Fue en ese momento que entendió, su sensación no era una oscura fantasía, ella sabía perfectamente que algo la estaba observando. Alguien o algo le seguía el paso, lo sabía perfectamente, era demasiado real.

Cuando parecía que el terror estaba presentado sobre la mesa, la realidad le demostró una vez más, que las cosas pueden ser mucho peores. Cada paso que la chica daba, generaba un ruido tras de sí. El ruido no podía provenir de sus zapatos, era imposible puesto que, aunque suene como un mal chiste, las pisadas se escuchaban muy a lo lejos. Su corazón galopaba frenéticamente, ella jamás había sentido tal terror antes.

Aquel lugar no era un dominio de Rin. Toda su travesía fue viajando por el mundo de este monstruo, pero esto era distinto. El ente de este lugar era presente, pesado y negativo, incluso mucho más que Rin. Quien dominara aquel lugar, debía ser una criatura realmente poderosa, al fin y al cabo, su presencia se sintió incluso una vez en el mundo de Rin.

Jin ya no sabía qué hacer, no tenía un plan para esta situación ¿Quién podría prevenir algo así? Cuando ella no se movía, el lugar se volvía a sumergir en un silencio sepulcral, pero tan rápido como daba un paso, aquel ser volvía a imitarla. Detenerse... caminar... correr, todas eran opciones tan viables como estúpidas. La situación pudo superar a la chica quien, con su respiración agitada, analizaba sus opciones mientras aquella presencia la acosaba aún.   

Corazón de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora