21. Vidas Pasadas III

5 1 0
                                    

Pasearse por el palacio junto a su acompañante era algo realmente tedioso. Su compañero se movía lentamente al punto tal, de tener que ser arrastrado por la chica en más de una ocasión. Aquel extraño sujeto no decía ni la más mínima palabra, solo se disponía a seguirla como si de una sombra se tratase.

-Tranquilo, estoy acostumbrada a que no me hablen.- Dijo mientras ahogaba su curiosidad en la biblioteca del palacio. -Además, así no me interrumpes mientras leo.-

Jin se había vuelto algo caprichosa y amargada, pues saber que pasaría una eternidad atada a esta armadura no era algo muy conmovedor. A pesar de la falta de actividades, el leer era algo que podía sumergir a Jin dentro de un mundo fantástico. Todo apuntaba a que podría distraerse por décadas con tanta cantidad de libros que tenía a su merced. Rebuscando entre aquellos relatos, se percató, más temprano que tarde, que ninguno de estos poseía alguna escritura en la carcasa, sino que se veía obligada a abrir cada libro sin saber exactamente que le depararía dentro de estos.

Jugueteando un poco en la biblioteca, decidió abrir un libro de carcasa azul y de decoración vaga para empezar. La escritura parecía haber sido hecha a mano y la ortografía, redactada por una niña. A pesar de poseer un lenguaje entendible, letra legible y una trama para nada aburrida, la niña no podía sumergirse dentro de este, era como si el libro la rechazara de alguna manera. Lo intentó una y otra vez, pero las ganas de leer no eran suficientes para inmiscuirse en más de una línea seguida. La trama del libro era sobre un noble caballero quien parecía tener una hermosa familia, una esposa... y una pequeña hija. Forzando su vista a leer, Jin dedujo que algo no andaba bien en aquel hogar, como si algo amenazara la paz de los mismos.

-¿Qué pasa con este libro? ¿Por qué me cuesta tanto leerlo?- Se preguntaba tras obligarse a leer una y otra vez.

Finalmente, decidió darse por vencida y dar con otro libro. Esta vez, optó por un libro de carátula roja. Cuando abrió el libro y se dispuso a leer, pasó exactamente lo mismo, no podía leerlo por más que lo intentara. Este libro parecía ser peor que el anterior, la chica no pudo leer ni una palabra esta vez. Trató con otro libro, pero el resultado era el mismo, no era que la chica hubiera olvidado como leer, era que su cerebro se negaba a hacerlo, no quería desentrañar los relatos de aquella biblioteca.

En un acto de enfado, la chica arroja los tres tomos al suelo. No podía ni siquiera leer dentro de su propio castillo ¿Qué opciones le quedaban? Como el aburrimiento puede con la mente de cualquier niño, la chica pensó que si no podía leerlos, al menos podría darles algún uso. Con esa idea en la cabeza, la niña decidió rasgar sus páginas con la esperanza de drenar sus frustraciones ¿Qué culpa tendrían esos libros? Probablemente ninguna, pero valía la pena averiguar que pasaba, al menos pensó eso antes de intentarlo. Rasgó una página, pero un dolor intenso se generó en su nuca luego de realizar esta acción, como si un clavo se hubiera clavado en su cerebro, como si la corteza de sus sesos fuera la arrancada en lugar de la página.

-¡Maldición! ¿¡Qué ocurre ahora!?- Exclamó llena de dolor.

El dolor fue tal, que tuvo que sentarse mientras se retorcía de dolor. Pasó sus manos por su cabeza, pero no había ni un rastro de sangre, ni una protuberancia en su cerebro... nada. Su acompañante ni se inmutó, solo permaneció inerte haciendo caso omiso a los quejidos de la chica.

-¿Puedes siquiera decir algo?- Preguntó indignada, estaba realmente harta de la indiferencia de aquella entidad.

-No conseguirás nada si sigues negándote a ti misma, creo que, a este punto, ya lo sabes.- Dijo una voz en respuesta dentro del cuarto.

La voz que se escuchó no parecía pertenecer a aquella armadura, parecía de hecho, provenir del cuarto, como si este tuviera vida. La voz no parecía pertenecer a un hombre o mujer exactamente, era una voz andrógina pero humana.

Corazón de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora