20. Corazón de Hielo

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El palacio era verdaderamente hermoso, los detalles de cristal que se adherían a cada rincón eran dignos de la realeza. Los problemas de Jin parecían esfumarse a medida que recorría el lugar mientras una alegría la invadía al pasearse por los pasillos, sin duda no iba a salir de ahí por un largo tiempo, al menos eso fue lo que pensó la chica.

Rin permaneció fuera del lugar, la asechaba mientras esta lo ignoraba por completo. Algo no debía andar bien, al fin y al cabo ¿Por qué iba este a perder el tiempo vigilándola si no iba a salir? Algo debía tener este lugar que mantenía a este demonio confiado en que la niña saldría. Como  se mencionó antes, el palacio era hermoso, pero aparte de Jin, no había nadie dentro, al menos eso era lo que se podía vislumbrar. Aprovechando el descanso, se puso cómoda en uno de los sillones vacilando un poco a Rin. Cabe destacar que las paredes del castillo eran transparentes y este podía verla perfectamente. Por más que el asecho de Rin era notorio, la niña lo ignoraba de forma burlesca, ella sabía que este no iba a entrar de ninguna manera.

-Sabes que no saldré ¿Verdad?- Vaciló mientras se acomodaba en el sillón.

Rin no respondió, solo se mantuvo inerte en la entrada.

-Muy bien, quédate ahí.- Le retó mientras se levantaba del cómodo sofá.

La niña subió al segundo piso, estaba lleno de cuartos para ella sola. Como si fuera su casa, esta decide ir al cuarto más grande y ¿Por qué no? Echarse una siesta en una cómoda cama. Aquella siesta ayudó a la chica quien necesitaba un descanso después de todo lo que había vivido hasta ahora. Su sueño fue placentero, pero no soñó con absolutamente nada, era como si su mente se hubiese apagado, incluso como para entretenerla con un sueño. Debieron pasar un par de horas antes de que esta se levantase. Luego decidió bajar al comedor, no sin antes pasar por la entrada. Cuando pasó por la entrada principal, ahí estaba... Rin. Aquel ser se mantuvo en la entrada observándola como un lobo al asecho. Ella decidió ignorarlo y pasar al comedor donde, por más increíble que parezca, estaba una mesa llena de comida. Sin dudarlo ni por un segundo, la chica se sienta en la mesa para comer. Cada mordisco lo analizaba con extrema atención, los sabores que danzaban en su boca eran deleitables, parecían un banquete de reyes. Ni por un segundo se le pasó por la cabeza preguntarse quién había puesto esa comida ahí, solo decidió proseguir con su cena.

Luego de terminar, se levantó de la mesa y volvió a la entrada. Otra vez... Rin estaba viéndola como si de una estatua se tratase. Las cuencas vacías de su rostro se clavaban en los ojos de Jin, como si ese vacío tratara de decirle algo. La chica volvió a ignorarlo y decidió recorrer el castillo nuevamente. Las habitaciones eran jocosas, como si fueran los aposentos de un poderoso rey . Tras unos minutos, la chica eventualmente se aburrió pues no había nadie ahí dentro, pero no pensaba en salir.

Volvió de nuevo a la entrada y, en efecto, ahí estaba Rin, inerte e inclemente. La chica decide jugar a este juego y decide sostener su vista en esas oscuras cuencas vacías. Aquel demonio no dijo absolutamente nada, solo la observaba con detenimiento. Jin empezó a sentirse incómoda, pero su ego y determinación podían ante esa sensación.

-No voy a salir, deberías irte.- Dijo con cierta altanería.

-No espero que salgas exactamente...- Mencionó sin quitarle la vista de encima ni por un segundo.

-Sí, como digas, no voy a caer en tus juegos.- Contestó con seguridad en sus palabras. -No tienes forma de atraparme ahora ¿Qué piensas hacer?- Retó a su acompañante.

-¿Qué te hace pensar que me has vencido? ¿Crees que un ser tan antiguo como yo caería ante las estratagemas de una chiquilla?-

Mientras platicaban, una pequeña ventisca sopló detrás de Jin la cual parecía venir de una puerta misteriosa. La puerta era de madera y sin nada particularmente interesante, solo una puerta más del montón, una puerta que Jin nunca había visto en su recorrido.

Corazón de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora