Levanna: Hora de tu muerte

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Pd

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Hora de tu muerte

Recuerdo cuando tenía diez años mi papá me llevó al pequeño río que hay cerca del castillo. Para llegar a el debíamos caminar unos pocos kilómetros por el bosque.

Aquella vez Arianna se negó a venir con nosotros, mi abuela le había regalado un atuendo completamente blanco y ella estaba encantada con el, así que no quería ensuciarlo.

Era la primera vez que mi padre y yo pasábamos tiempo a solas. Recuerdo la manera en que me rodeó cuando montamos a caballo, como me cargó hasta dejarme segura en el suelo a un metro del río.

¿Estás lista? ─preguntó.

¿Lista para qué? Aquí no hay peces.

¿Qué dices? ─rió─. Asómate un poco y verás como abundan.

Le hice caso. Asomé mi cabeza un poco y tras la cristalina agua podía ver a más peces de los que podía contar pasar uno tras otro. Mi emoción fue enorme.

¿Me enseñarás a pescar uno?

Por supuesto ─le indicó a un guardia que acercara las cosas─. ¿Qué clase de padre sería si te traigo aquí solo a mirar? No te importa ensuciarte ¿verdad?

Miré mi atuendo, aquel día mamá me había obligado a usar un horrendo vestido morado. Negué sin pensarlo.

Él soltó una risa que al día de hoy me parece angelical y me llevo a la orilla, pasamos una hora y media pescando, mi emoción crecía cada que uno picaba el anzuelo haciendo que mi padre tuviera que ayudarme a sacarlo.

Recuerdo que el último fue el peor, mi padre se distrajo solo un momento y yo resbalé cuando uno pico jalando más fuerte que los otros. Caí en el río y el caos vino después. Lo único que recuerdo es la sensación de ahogo y el terror al pensar que moriría ahí, en medio de tantos peces.

Recuerdo lo gritos desesperados y las ordenes desenfrenadas que decía para buscar una solución mientras corría a la par por la orilla sin perderme de vista.

Recuerdo mis gritos y cuánta agua tragué. Creí solo por un segundo que era mi fin cuando visualice una enorme roca que se interponía en mi camino. Alcé las manos y logré amortiguar un poco el golpe alzando el agua que me cubrió al chocar. Recuerdo dolor inmenso en las costillas cuando pude sostenerme a como pude de la enorme roca.

Recuerdo a mi padre gritar que estaba ahí, que lo estaba haciendo muy bien, que aguantara un poco más, que el me salvaría y le creí porque confiaba en él. Solo pasaron segundos pero para mí fueron horas cuando su guardia llegó con una enorme rama, mi padre la tomo y me pidió sostenerla, tenía miedo, miedo de soltarme y que ya no hubiera objeto alguno que me detuviera.

Equinoccio ✓ [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora