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ZiTao exhaló, y todo el humo que había llegado a sus pulmones, salió en forma de pequeñas bolitas de humo, rodeándole, dejando a su garganta con el frescor de la menta en su cigarrillo; el omega ya tenía diecisiete años, y cuando esa edad finalmente llegó, también lo hizo su etapa rebelde.

—Sabes que eso es ilegal, ¿cierto? –cuestionó el mayor, estando oculto en la oscuridad de un callejón, asustando casi de muerte al omega, quien abrió desmesuradamente los ojos.

—¡YiFan! –gruñó, llevándose una mano al pecho, en un intento de calmar su pobre corazón; los años habían pasado, y mucho entre ellos había cambiado, empezando por el hecho de que ya no pasaban tiempo juntos como cuando era un cachorro.

El localizador marcó un antes, y un después entre ellos; YiFan tenía, literalmente, prohibido acercarse a él, comportándose como un simple guardaespaldas, o como el chófer de los cachorros, alejándose todo lo que pudo de él. Su joven corazón fue roto, y por más que intentó acercarse al mayor, nunca logró ni siquiera tocarlo, y se volvió un omega constantemente enojado; desde los quince años comenzó a juntarse con otro tipo de chicos, a salir a algunas fiestas, creyendo que así podría olvidar al alfa que le rompió el corazón, al compañero que le rechazó, pero era inútil.

Había sido besado en algunas fiestas, unos simples roces que le provocaron náuseas, sin importar cuán apuesto era el alfa, o el humano, que había estado coqueteando con él; al haber dejado a sus posibles pretendientes fue llamado puto, entre otras cosas peores, debido a que, al parecer, era culpable de excitarlos, y luego no hacer nada al respecto.

Él no tenía la culpa de ser un hermoso omega, ni mucho menos que, con solo divertirse un poco en alguna que otra fiesta, provocase aquel tipo de reacción en ellos; era completamente inocente en aquel aspecto, y admitía que ya no era tan inocente en otras cosas.

Ahora él sabía lo que significaba el apareamiento, como YiFan, se supone, debe reclamarle como su omega, volverlo su esposo, y aunque estaba dolido por la distancia entre ellos, debe admitirse que, aún tiene la esperanza de que, algún día, YiFan lo quisiera; estaba cansado de ser tratado como un niño, tanto por su hermano, y cuñado, como por su alfa. Tenía diecisiete años, por Dios; tenía edad suficiente como para salir a fiestas, beber, y fumar a su antojo, si así lo quisiera, pero lo más importante, era lo suficientemente mayor como para tener sexo, siendo eso último algo de lo cual estaba preparado desde los quince años.

Había pasado varias semanas de celo, y YiFan había tenido una buena cantidad de lunas como para haberlo reclamado, pero jamás lo hizo, debido a un estúpido trato con los humanos; hasta donde él recordaba, cuando tenía doce años, YiFan fue arrestado por haber pervertido a un omega menor de edad, y le obligaron a firmar un papel, luego de eso, el alfa nunca volvió a tocarlo, haciéndole sentirse engañado, y fue peor cuando, con cada luna llena, el alfa regresaba con el aroma de otras personas, visiblemente agotado por la noche que había pasado.

»—¿No deberías estar esperando a los muchachos? –cuestionó en su lugar, en lo que su cigarrillo le era arrebatado, y su tonto corazón latía enamorado ante su alfa; YiFan se tomó su tiempo, llevando el cigarrillo a sus labios, antes de inhalar profundamente, y luego soltar aquel humo.

—¿No deberías estar en la escuela? –dijo en su lugar, haciéndole reír; fue algo instantáneo, y aquella conexión brilló entre ellos durante un segundo, antes de que el menor suspirase, viendo al alto terminarse su último cigarrillo.

Touché; estaba atrapado.

YiXing, luego de haber adoptado a JongDae, y MinSeok, había tenido a JongIn, y poco después a SeHun, dos saludables alfas, que se encargaban de hacer sus días tristes, lo más brillantes posibles; él amaba a sus sobrinos, a los cinco, por sobre todas las cosas, y solo esperaba que, cuando encontrasen a sus parejas, no tuvieran que pasar por lo mismo que él, o que su hermano.

Mi Omega V: Mi inocente omega «KrisTao»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora