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Tao suspiró, notablemente deprimido, mientras peinaba a BeiBei, algo que no era raro para sus sobrinos, quienes apenas si le dejaban un momento solo; desde hacía cuatro meses, él fue atacado, casi violado, casi asesinado por su marido. Desde hacía ya cuatro meses que no tiene noticia alguna de su marido, o su hija mayor, y la razón por la cual estaba tan deprimido ese día en particular, era a causa de Sophia; la niña estaba cumpliendo dos años, y no dudaba ni por un segundo, que su suegra planeó una enorme fiesta para ella.

Por un momento, cuando la fecha comenzó a acercarse, pensó en regresar, y al menos pasar un día con ella, pero eso era demasiado peligroso; ellos eran animales, y podía ser controlado por los sentimientos de su lobo en un abrir y cerrar de ojos, si sentía el aroma de su marido, o inclusive le tenía cerca.

Él no estaba regresando a China, no aún al menos, y, de todas maneras, se negaba a pisar aquella casa, o estar cerca de ella; era como si una enorme aura oscura la tuviera rodeada, y eso era a causa de su suegra. No quería sufrir más de lo que ya lo hacía; su lobo, y su lazo, lloraban por YiFan, querían estar con el mayor, y tiraban con fuerza por ello, dejándolo como un deprimente omega, nada parecido a lo que alguna vez fue.

—¿Cómo lo lograste? –cuestionó casi en un susurro, cuando en la mesa del almuerzo, y terminado el suyo, tomó el valor para hablar, y dirigirse a KyungSoo, el esposo de su sobrino JongIn.– ¿Cómo conseguiste pasar tanto tiempo alejado de tu compañero, y vivir con esto? –añadió, y frotó su pecho, ya no pudiendo soportarlo más.

KyungSoo, hace algunos años, había peleado muy fuertemente con JongIn, y se fue a Estados Unidos, muy alejado del alfa, llevándose a su hijo con él, siendo algo parecido a lo que Tao había hecho, y ambos habían sentido aquel dolor en su lazo; la tristeza gobernaba todo lo demás, junto con la necesidad de estar con su marido, a pesar de todo lo que habían hecho, porque eran el género más sumiso.

El lazo latía constantemente, a diferencia de otros que podían llegar a quebrarse, éste lo hacía porque, ambos lobos se llamaban, necesitando con desesperación estar juntos, independientemente de lo que sus humanos hubieran hecho, y el estar separados les afectaba de formas muy diferentes; cuando un Omega es separado de su Alfa, se hunde en la depresión, en una inmensa tristeza que no podía ser calmada, hasta que estuviera nuevamente con su pareja, mientras que el Alfa se hundía en la mismísima locura, gobernado por la rabia, y en algunos casos, la sed de sangre.

YiFan no era muy agradable en sus buenos días, así que ahora al estar separado de su esposo, lo mejor que podías hacer, es no meterse en su camino, si no querías morir.

—Apoyándome en TaeOh. –admitió, luego de que la bella carita de su hijo mayor apareció en su mente; habían sido años difíciles, realmente duros, pero su hijo le había ayudado mucho a superarlo.– Mantuve mi mente ocupada con otras cosas, e intenté pensar en Kai lo menos posible; es duro, yo lo viví por años, pero no es imposible... Aunque duela tanto. –añadió, recordando el dolor de aquellos años, y la recompensa que tuvo; tenía dos hijos más, además de TaeOh, y finalmente estaba con su marido, recuperando los años pedidos.

JongIn cometió un terrible error, y pago un caro precio, perdiéndose el crecimiento de su hijo mayor, quien ya era todo un hombrecito, pero la única diferencia entre ellos era que, Tao sufría por una de sus hijas; se había visto obligado a dejarla atrás, y aquello lo estaba matando, haciéndole sentirse de lo peor.

Él amaba a Sophia, pero no podía regresar, ¿qué caso tenía?, su hija no lo conocía en absoluto; si hubiera sido más firme en su decisión, si hubiera hecho valer su lugar como el omega de la manada, si hubiera hablado más con su marido, aquello tal vez nunca hubiera pasado.

Mi Omega V: Mi inocente omega «KrisTao»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora