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YiFan... –llamó ZiTao, más aún, el nombrado apenas si podía oír su voz; todo estaba oscuro, y él sentía los párpados pesados, era como si estuviera desmayado, completamente fuera de combate.–, ¡levanta tu peludo trasero, sé que me estás escuchando! –gruñó, aun mentalmente, y él se preguntó una vez más que demonios estaba pasando, cuando las imágenes aparecieron por sí solas, una detrás de la otra, amenazando con dejarle fuera de combate una vez más.

Ahora bien, deben de estar preguntándose, ¿qué demonios está pasando?, pues bueno, una breve explicación de ello les aclarará todo. Varios meses habían pasado, donde el vientre del omega fue en crecimiento, dándole una apariencia adorable, a ojos de su marido, y gran parte de la manada, a excepción de su suegra, claro, quien extrañamente no se comportó como bruja, no totalmente, al menos.

La mujer estaba medianamente feliz con la idea de que sería abuela, y esa fue la única razón del porqué no fue tan mala con su yerno, a pesar de que seguía odiándolo; en esos meses, YiXing, y sus muchachos fueron avisados de la nueva, y buena, noticia, viéndose recién para el mes de abril, cuando Tao iba por su sexto mes de embarazo, en el casamiento de KyungSoo, y JongIn.

Había sido una hermosa ceremonia.

Y los meses siguientes fueron hermosos, hasta que llegó el día, realmente, el día, donde Kris se vio con la difícil tarea de no vomitar, ni desmayarse frente a su esposo, quien, tomando su forma animal, se encontraba en la cama, aullando de dolor; la niña, porque si, ellos malditamente tendrían una niña, estaba por llegar, y él estaba como un pez muerto en la pecera.

»—Wu YiFan, juro que cuando esto termine, voy a patear tu trasero. –prometió, aullando ante otra contracción, logrando despertar completamente a su marido; recordaba perfectamente como pasó de estar caliente junto a su omega, a ver cómo este se contraía de dolor, anunciando la llegada de su bebé.

Luego de haber estado en el nacimiento de tres lobos alfas, los cachorros de YiXing, pensó que aquello no volvería a ocurrir, pero había algo con Tao, que lo hizo todo aún peor; estaba aterrado de que algo fuera a salir mal, además, ver aquella cantidad de sangre solo lo empeoró, haciéndole perder brevemente el conocimiento.

ZiTao vio como su marido se puso completamente pálido, vistiendo únicamente un bóxer, debido a que estuvieron desnudos en esa misma cama minutos atrás, caer como una bolsa de papas al suelo; hizo un sonido sordo, dejando a la enfermera completamente sorprendida, y trabajando sola con el gran lobo castaño.

—S-Si, mi amor; aquí estoy. –le aseguró, aún pálido, poniéndose a la vista del menor, justo frente a su rostro, y le besó la cabecita, acariciándole por detrás de las orejas.– No tienes idea de las ganas de vomitar que tengo ahora mismo. –admitió con voz ahogada, resistiéndose ante las arcadas.

Ni se te ocurra. –gruñó él, gimiendo de dolor ante otra contracción, en lo que pujaba; quería a su cachorrita con ellos, pero no pensó que aquello dolería tanto.

—Lo estás haciendo bien, Taozi; ya puedo verla. –susurró el alfa, y a pesar de que comenzaba a ver puntos negros, asegurándole que iba a desmayarse en cualquier momento, no se perdió el momento en que la cachorra nació.

Ella tenía el pelaje gris, justo como él, al igual que sus ojitos, que miraban con interés todo a su alrededor, en especial al omega castaño que regresó a su forma humana, para tomarla en brazos, y ser besado con suavidad por su marido; ella era Sophia Wu, una alfa.

Y la causante de que sus padres cayeran exhaustos, y juntos, en la cama; pronto sería presentada ante la manada entera, y para su mala suerte, conocería al resto de la familia.

Mi Omega V: Mi inocente omega «KrisTao»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora