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— Gustabo, Horacio, os tengo que contar algo... — dijo Jefferson, nervioso.

Los tres chicos estaban en el piso que el dúo había comprado a medias para poder así impresionar a los demás miembros del cuerpo de policía, al cual se habían incorporado el día anterior. Jay estaba sentado en el sofá, y Horacio y Gustabo estaban frente a él mirándolo fijamente. Los dos se cruzaron de brazos, deduciendo cuál era la noticia.

— Hay dos opciones obvias. O te gusta o estás con ella — habló Gustabo, convencido —. Ahora dime, ¿cuál es?

— La segunda es mucho más probable — añadió su amigo —, recuerda que llevamos unos días sin verles, les ha dado para mucho.

— Oye tío, que quería decirlo yo. — replicó JJ con rabia. El dúo gritó emocionado tal y como si fueran personajes de una película de adolescentes.

— ¿Cómo, dónde y cuándo? Explícalo todo con detalle. — dijo Horacio con una voz que parecía sacada de una película de Barbie, y que hizo a Rubius estallar en una carcajada.

Y tal y como él lo pidió, les explicó absolutamente todo lo que había vivido junto a Ryala desde la última vez que se vio con ellos dos, quienes ponían mucho interés en su historia. La quedada con ellos dos fue una excusa perfecta para introducir el gran avance que había hecho fuera de stream. Tras un par de minutos de explicación, uno de ellos informó de un dato bastante interesante, un factor con el que no habían contado hasta ese preciso momento.

— ¿Qué dirá el Superintendente sobre esto? — preguntó Gustabo entre risas. Jefferson se quedó en silencio, sin saber qué contestar y con miedo por cómo el agente podía reaccionar. En esos momentos, la chica posiblemente le estaría contando lo ocurrido entre ellos, si no lo había hecho ya.

— No lo sé — dijo JJ nervioso —, pero por si acaso voy a evitar meterme en problemas, porque no quiero verlo, y además, seguro que haga lo que haga me culpará.

Todos rieron.

— Pues nosotros tenemos que pasarnos por comisaría en menos de una hora, que ya mismo empezamos el turno — dijo Horacio mirando la hora en su celular —. Podemos llevarte con tu novia.

— ¿Llamo a Ryala para quedar con ella en algún sitio? — preguntó Jefferson, deseando escuchar la voz de la chica de nuevo. Tras el visto bueno por parte de ellos, la llamó —. Hola mi niña, ¿dónde estás?

— Mi niña... — rió Gustabo en tono de burla. JJ le sacó el dedo del medio.

— ¡Hola cielo! — contestó ella alegremente. Rubén sonrió —. Estoy en el despacho de Conway. ¿Podrías venir a buscarme?

Oh shit man... Hoy se lía chavales — le dijo Rubius a sus seguidores.

— ¡Yeyeye! Pasaré con el dúo.

Y llegaron quince minutos antes de lo previsto.

Entraron los tres juntos a la comisaría y se dirigieron a ver al Superintendente.

— Hombre, ¡pero si son los tres mosqueteros juntos! — dijo alegremente la chica cuando entraron, acercándose a su novio para darle un beso de bienvenida. Jefferson, un poco incómodo por las miradas de los chicos, le devolvió el beso y la abrazó.

— Qué, ¿te llevo a algún sitio? ¿A la colina del otro día? — le preguntó JJ, deseando apartarse del ratio visual de Conway con todas sus fuerzas.

— ¡Podéis quedaros! — habló el Superintendente fingiendo alegría —. Quiero hablar con el rubio un momento sobre un puesto de trabajo vacante que hay aquí.

— No es necesario...

— No es una pregunta. Ven. — interrumpió Conway a JJ.

Ambos caminaron hacia una sala vacía, y al entrar el agente cerró la puerta.

— Escúchame bien — dijo Jack seriamente —, quiero a Ryala más que a nadie en este mundo, y es por eso que no voy a enfadarme contigo porque estéis juntos. Es más, me alegro de que le hagas feliz. Pero recuerda, soy policía y tengo a un ejército de agentes detrás mío, no se te ocurra hacerle daño, ni herir sus sentimientos o algo por el estilo porque te aseguro que las consecuencias no serán sólo malas, serán lo peor. ¿Queda claro?

— Totalmente.

— Bien, pues ahora vuelve, y dile que no has aceptado porque quieres quedarte con ella en el bar.

Jefferson se volteó, pero antes de que pudiera marcharse, Conway lo cogió de la muñeca.

— Cuídala bien, ¿vale? — dijo Jack Conway al borde del llanto.

Y los dos se abrazaron mutuamente.

gta roleplay | rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora