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Despertó con un dolor de cabeza insoportable. Había olvidado prácticamente todo lo que pasó después de la frase que esa chica había sentenciado. Tenía un recuerdo borroso de Raúl intentando calmarlo, y una imagen también de su amigo con sus auriculares a los pies de la cama, la cual le dio la impresión de que estuvo hablando con la desconocida después de aquello.

Cuando se encontró con fuerzas para levantarse caminó hacia el comedor. Raúl ya estaba despierto y no parecía haber dormido mucho, tenía ojeras y parecía recién levantado, pero no, ya que el desayuno estaba preparado y estaba a punto de acabárselo.

— Buenos días, ¿cómo te encuentras? — preguntó el catalán.

— Como si me hubiera pegado la fiesta de mi vida después de una maratón en pleno verano y hubiera dormido solo media hora después de eso. ¿Tú qué tal?

— He dormido muy poco. Te he estado cuidando toda la noche. Temía que te levantaras y volviera a pasarte lo de anoche.

A Rubén se le volvieron a humedecer los ojos, estaba a punto de llorar.

— Eh, eh, tranquilo. Coge la taza de café y una tostada. Te voy a explicar todo lo que ha pasado hasta donde yo sé.

Perxitaa fue quien notó que algo iba mal. Mientras jugaba junto a Raúl escuchó un sollozo, y después de preguntarle por eso, rápidamente el chico se silenció, se quitó los cascos y se dirigió a la habitación donde estaba Rubén. Intentó adivinar qué podía haber pasado mientras trataba de calmarlo, y supuso que "Rihanna" no había reaccionado bien, que había contestado de la peor manera posible. Pero cuando lo convenció para que se fuera a dormir y se puso a hablar con la chica, se quedó de piedra.

La cuenta de "Rihanna" era falsa, era un catfish, es decir, alguien que se hacía pasar por la chica. El nombre real de Ryala era Reala, también muy parecido al del personaje, y lo más increíble, que era de Barcelona. Raúl habló con ella sobre todo lo que había pasado, sin especificar en cuanto a sus sentimientos, y la cuenta ya no existía, ambos se habían encargado de denunciarla.

— También me dio su número para que pudieras llamarla — añadió — pero no tiene por qué ser ahora, puedes esperar un poco.

— No, no, da igual. Lo mejor será que lo hablemos.

— Vale. Toma, te dejo mi teléfono — dijo —. Ah, por cierto, grabaremos mejor mañana. Si necesitas algo, no dudes en avisarme, estaré jugando.

— Gra... — se detuvo. Rió.

— Puedes decirlo — rió también su amigo.

— Muchas gracias — dijo Rubén finalmente.

Buscó "Reala" en los contactos de su amigo, y se lo pensó varias veces antes de pulsar el botón para llamarla. El corazón le latía a mil por hora.

Parecía mentira, pero era la primera vez que iba a hablar con ella.

Llamó. Contestó casi al momento.

— Hola Raúl — habló ella nerviosa. Su voz era mínimamente diferente a cuando estaba dentro de su personaje, era más sincera, más suave y un poco más grave, no tan forzada. Al malagueño se le cayó una lágrima -. ¿Cómo se encuentra Rubén?

— Soy... Soy yo — sollozó.

Pudo sentir cómo sonreía al otro lado de la línea.

— Supongo que Raúl te lo ha contado todo — dijo ella dulcemente.

— Sí, me... Me lo ha explicado todo.

— No te preocupes, tranquilo, ¿vale? — interrumpió al escuchar su voz nerviosa —. Poco a poco.

Inspiró y expiró.

— Estás en Barcelona, ¿verdad? — le preguntó él.

- Sí, soy del centro.

— ¿Podríamos vernos? Prefiero explicártelo en persona. Si no quieres venir lo entenderé perfectamente.

— No, no, claro que podemos. Espera, dame tu número y te envío la ubicación del sitio en el que podemos quedar.

Y tal y como ella pidió le dio su número, y al minuto recibió su mensaje.

— Ya me ha llegado — dijo Rubén.

— Vale, ¿nos vemos esta tarde?

— De acuerdo, hasta ahora.

Colgó.

— Raúl, he quedado con ella. Nos veremos esta tarde — dijo caminando hacia el estudio del catalán.

— ¿Quieres jugar a algo o ir a algún sitio? — contestó mientras jugaba.

— ¿Y si grabamos el vídeo?

— Como quieras.

— Pues venga, vamos a prepararlo todo.

Les tomó una hora y media grabar el vídeo, con el cual se les cerró el estómago. Los batidos que se prepararon mutuamente eran asquerosos, y Auron admitió frente a la cámara que era un castigo incluso peor que el palomo cojo, palabras que enorgullecieron a Rubius.

No tenían ganas de comer después de aquello, por lo que no lo hicieron y dedicaron ese tiempo a jugar, y más tarde, editar los vídeos.

— Oye, ¿Te gusta más esta miniatura o esta? — le preguntó Raúl mostrándole la pantalla de su ordenador.

— Hmm... Prefiero la segunda, pero puedes poner la primera, eh, también me gusta.

— La segunda entonces — asintió —. ¿A qué hora has quedado con Reala?

— A las seis, será mejor que me vaya preparando, que queda poco más de una hora.

Dicho esto, se aseó, se vistió y se arregló tan rápido pudo.

— Voy a ir ya para allá, que no quiero llegar tarde — dijo buscando su teléfono.

— Okay, llámame si tienes algún problema o algo. Y si habéis quedado por el centro no te lleves el coche, que te va a ser imposible aparcar.

— Vale, gracias tío. ¡Me voy!

Caminó rápidamente dirigiéndose hacia la ubicación que la chica le había enviado, la cual marcaba una cafetería en un lugar muy transitado de la ciudad. Aunque hacía frío, había hecho bien en hacerle caso a su amigo, le sería imposible aparcar. Se había vestido diferente a lo que solía llevar, se había arreglado un poco más. Raúl le había dejado una camisa blanca y se puso unos tejanos que había metido en la maleta siendo lo primero que había visto en el armario. Con eso, una chaqueta con capucha y unas gafas de sol aún siendo invierno, pasó desapercibido totalmente. Nadie le reconoció.

Llegó al lugar donde había quedado con la chica, y pidió un chocolate caliente. Se sentó en una mesa para dos mirando en dirección a la puerta, para así poder ver quién entraba aún sin saber su aspecto sabía su aspecto ni cómo imaginárselo. Tal vez como la chica que vio en sus sueños, a pesar de que antes le ponía el nombre de "Rihanna".

Pero tenía que hacerse a la idea de que Ryala no era "Rihanna". Sus sentimientos no tenían que cambiar.

Varias personas entraron a la cafetería, pero ninguna preguntó por él. Quedaba un minuto para las seis, y suspiró soplando el humo de su taza.

Escuchó el pitido de un reloj, este marcaba el inicio de la hora. En ese instante, escuchó el sonido de las campanillas de la puerta. Alguien había entrado al local.

Era una chica morena de estatura media, vestida con un top de tirantes blanco, y unos tejanos negros, con cadenas plateadas al lado.

Tenía la mano derecha cubierta de tatuajes y las uñas pintadas de negro.

Se acercó a él.

— ¡Rubén! — exclamó de la misma manera que Ryala lo hacía con JJ.

Y en ese momento, se le cayó una lágrima, y se levantó para darle un abrazo.

gta roleplay | rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora