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Ese día hizo directo una hora más tarde de lo habitual, pues se había pasado el día entero durmiendo y holgazaneando debido al cansancio.

Sus seguidores notaron algo diferente en él. Sería su ánimo, su sonrisa constante o sus mejillas sonrojadas todos los factores que lo delataban. Le había pasado algo, sin duda, y los fans no lo ignoraron.

— Chavales, que no me pasa nada — mintió casi riendo mientras navegaba por Reddit. Se le daba muy mal engañar a su audiencia tan directamente, pero no habló del tema en absoluto, ni siquiera lo mencionó.

11rubieeerss-_- me ha tirado 500 bits a la cabeza

volverás a karmaland algún día? estás muy muy muy muy desaparecido #w? #w? #w? ya de paso mándale un saludo al grupo de instagram...

— No mando saludos, ya lo sabéis, pero gracias por los bits — interrumpió —, y sí, entraré, no os preocupéis que volveré, pero es que me ha dado muy fuerte por el roleplay. No puedo dejar a Ryala chicos, tengo una relación que mantener, como tuve que cuidar de mi hija en la serie de Forasteros — rió quitándole importancia —. Aunque hoy vamos a ver a Gustabo y a Horacio, que luego Auron se me queja.

Entró al servidor y se dirigió al piso de sus amigos nada más entrar, quienes le esperaban en el portal del edificio mientras cuchicheaban entre ellos.

— ¿Qué hay? — dijo Horacio alegremente, abandonando rápidamente la conversación.

— Pues nada, que os echaba de menos — contestó JJ.

— Pues tenemos trabajo, un encargo de armas para el cuerpo de policía — dijo Gustabo —, te toca venir con nosotros y recoger el pedido.

— ¿En serio? ¿Os vengo a ver y ya me estáis mandando?

— Así es, vamos, entra al coche — afirmó Gustabo.

— Sólo si me invitáis a tomar algo después.

Y tras mirarse mutuamente, Horacio y Gustabo aceptaron entre risas.

Condujeron por varios minutos hacia una zona alejada de la ciudad, y acabaron en una explanada desértica que había sobre un pequeño turón después de varios minutos de viaje que Rubius aprovechó para leer suscripciones.

Ya ahí, los dos amigos le ordenaron a que el chico saliera. Y nada más pisar el suelo, tres chavales con máscaras de animales bastante tétricas se le acercaron y le empujaron.

— ¡Identifícate! — gritó uno de ellos, de máscara de pato. Su voz le resultaba familiar.

— ¡Jay Jefferson, vengo a recoger el pedido! — habló nervioso y rápidamente elevando los brazos para que no le hicieran daño.

— ¿Cómo has dicho que te llamas? — se alarmó uno de ellos.

Se detuvo un momento al escuchar el sonido de un motor. Vio cómo el vehículo de sus dos amigos se perdía entre la lejanía, se estaban yendo, y al hacer el amago de levantarse para ir tras ellos, dos de ellos le apuntaron automáticamente con pistolas.

— ¡Que me repitas tu puñetero nombre! — dijo el mismo hombre. Dudó de si decírselo o no por algunos segundos.

— Jay Jefferson — repitió él lentamente al borde del llanto, pues sus amigos le habían abandonado estando él en peligro. No sabía si ese sería su fin.

— Es decir, que eres tú el que me ha quitado a mi novia... — contestó casi en un susurro.

Se retiró la máscara de tigre. Era Jonathan.

Combo RubiusMIEDO x91

— No me hagas daño tío... No quiero problemas... — suplicó el rubio.

— Ya sé que no los quieres, pero te los has buscado.

Miró a su alrededor. No tenía nada con lo que cubrirse ni donde esconderse. Era un lugar totalmente descubierto, sin a penas vegetación. Estaba aislado de la ciudad, por lo que no era muy transitado, y si pedía ayuda nadie le iba a escuchar.

Se decantó mentalmente por irse, y justo antes de hacerlo, vio el coche de sus amigos aparecer a toda pastilla. Con el mismo vehículo golpearon a los tres chavales lo suficientemente fuerte como para tumbarlos, cogieron sus armas y huyeron con Jefferson junto a ellos.

— ¡Me habéis tendido una trampa! — gritó.

— ¿Pero tú eres tonto? — dijo Gustabo, pisando el acelerador.

— ¿De qué vais? ¡Estaba en peligro! — replicó él.

— Tú te las podías apañar solo, y no te quejes, que al final te hemos salvado — dijo Horacio enfadado.

— ¿Qué os pasa? — preguntó Jefferson, viendo que ambos estaban comportándose de una manera extraña.

Ninguno respondió.

— ¡Decidme de una vez qué pasa!

— Ryala ha desaparecido — dijo Gustabo.

Ni Rubius ni Jefferson sabían que decir. No querían creérselo y se limitaron a decir:

— Estáis de coña.

— La hemos llamado cuando estabas en apuros para que viniera y no lo ha cogido — explicó Horacio —. Hemos llamado a Conway y sólo hemos hecho que se pusiera más nervioso. No paraba de decir "¿No estáis con ella?". Él estaba en casa de Ryala, y se había pasado por el bar pero tampoco estaba ahí.

— Le hemos pedido números de conocidos suyos pero tampoco saben dónde está, por lo que hemos descartado muchas tiendas y sitios porque son gente que trabaja ahí, y hemos llamado al hospital y tampoco ha ingresado.

Jefferson permaneció en silencio, roto por dentro, y pensando dónde podía haberse metido. Abrió su teléfono. Tenía cinco llamadas perdidas de ella, y no se había dado cuenta porque tenía las notificaciones desactivadas.

Soltó un grito de rabia e intentó llamarla, pero no hubo respuesta.

Las llamadas se habían producido solo unos minutos atrás.

En ese momento se percató de un detalle que parecía irrelevante, pero que podía ser la respuesta.

— Gustabo. Para el coche y da la vuelta — ordenó JJ.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Hazme caso.

Y sin rechistar lo hizo.

Intentando averiguar qué le había podido pasar, quiso descartar a Johnatan y a los dos amigos con los que pelearon el día que conocieron a la chica. Pero estaba dando muchos datos por hecho, y no se percató de un dato hasta antes de decirle a su amigo que cambiara el rumbo del coche.

Uno de los enmascarados no había hablado, ni le había hecho nada.

Y todo apuntaba a que no era el otro amigo, sino que se trataba de ella.

gta roleplay | rubiusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora