Capítulo 18

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Frank y Gerard habían decidido ir caminando hacia el restaurante donde el castaño había reservado. Siempre caminaban, ya no usaban auto por Frank, él ya no quería subirse a uno, no se sentía listo, la cicatriz en su corazón aún seguía muy presente y todo lo sucedido a veces se manifestaba a través de sueños que más bien eran pesadillas, y eso era terrible para él. Pero Gerard siempre estaba a su lado para abrazarlo y mimarlo, ese chico era su todo.

— ¿Tienes frío, Gee? — Preguntó Frank al ver al joven de cabello rojo tiritando por el frío de la noche.

— N-No, estoy bien — Tartamudeó haciendo una pequeña sonrisa. Pero no era cierto, sí tenía frío y eso Frank lo notó enseguida. El castaño hizo una risita y se sacó su propio abrigo para envolverlo a su amado con éste. Una vez que ya lo había hecho dejó de temblar y le agradeció con una sonrisa — ¿Falta mucho, Frankie?

— No. Tan sólo unas calles más y llegamos — Contestó tomando la mano helada del pelirrojo para entrelazarla con la suya. De verdad, lo amaba demasiado, era lo mejor que le pudo haber pasado.

Gerard:

Amaba mucho que Frank sea tan caballero con él, que sea tan atento y amable. Pero le costaba concentrarse en esas atenciones ya que tenía su mente muy ocupada, y además de eso también preocupada. Sentía culpa, mucha culpa, y por otro lado no se sentía tan así porque pensaba en decirle todo a Frank hoy, así es. Iba a aprovechar que irían a cenar para decirle todo. Pero... Raymond había confiado en él para poder decirle su secreto, ya que se sentía muy mal por dentro y en la única persona que confiaba era en él, y ahora se sentía peor que antes al pensar en eso. Por otro lado si no le decía tal vez no lo sepa nunca y eso también estaba bien, o eso pensaba Gerard. Aunque ocultarle la verdad no estaba bien, él debía saber, tenía derecho a saber quién había matado a sus padres y a su hermanita. Debía pensarlo mejor, debía pensar todo con más claridad.

Llegaron a un hermoso restaurante y como ya era de esperarse Frank abrió la puerta del lugar dándole paso a que él entre primero, muy tierno de su parte. Gerard sonrió al ver el lugar, era muy lindo, se notaba que era costoso y de seguro su Frankie pagaría un montón de dinero por tan sólo comer un pequeño plato de pastas, aunque esta vez pagaría él, así iba a ser.

Un señor de traje los guió hasta su mesa, la gente allí se veía feliz, demasiado feliz, sonreían y reían sin preocupación alguna. Él también era feliz con Frankie, porque al tenerlo a él ya tenía su fuente de felicidad. Pero hoy se sentía extraño, muy triste por dentro, pero iba a tratar de que no sea tan notoria su tristeza, hoy el castaño se veía feliz, como las personas del lugar. También se sentía algo mareado, el olor a comida y a perfume costoso le hacía tener mareos y sentir la necesidad de vomitar, pero podía controlarse hasta llegar a casa. Una vez que llegaron a la elegante mesa el hombre bien vestido les dió el menú, en donde había en letras pequeñas y perfectas nombres en otro idioma que desconocía. Sin dudas él hubiera preferido estar en casa abrazado a Frank mientras veían una película y comían pizza, y tal vez hacer el amor. Respiró hondo, el tipo aún seguía ahí esperando su orden, y ni siquiera había decidido qué pedir para cenar, es que de verdad todo le parecía una mierda con la cual de seguro ni se llenaría. Ese restaurante era el típico en donde te ponían una pequeña miseria en un enorme plato, una mierda.

— ¿Qué vas a pedir, Gee? — Preguntó Frank con una sonrisa, quien estaba sentado delante suyo. Se veía muy guapo de traje, siempre le encantaba verlo así. Tragó saliva con dificultad y trató de dejar de pensar en lo sexy que se veía el castaño.

— Yo...— Volvió su vista al menú y se mordió el labio inferior al ver que nada de allí le llamaba la atención. — Lo que tú pidas, Frank — Contestó nervioso dejando el menú encima de la mesa.

Bulletproof heart •Frerard•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora