Capítulo 22

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— Gee... — Bert se acercó a la cama en donde el nombrado se encontraba boca arriba mirando el techo mientras posaba sus manos en su pequeño vientre algo abultado — Por favor, Gee. Tienes que comer, llevas días sin hacerlo y estás embarazado — Se sentó a un lado de él y acarició su cabello con ternura. Gerard al sentir el tacto cerró sus ojos y sin poder evitarlo una lágrima bajó rápidamente por su ojo al pensar en que en estos momentos Frank podría estar haciendo lo que su mejor amigo hacía. Una semana sin ver a Frank. Una semana sin oír su dulce voz. Una semana sin tocarlo. Una semana sin besarlo. Una semana sin poder demostrarle su amor. Y dolía como el infierno no poder ver al amor de su vida, se sentía muy mal. Y llevaba dentro suyo el fruto de su amor, el que una vez habían tenido. ¡Maldición! Es que aún lo amaba, y lo amaba mucho. Lo amaba tanto pero tanto que no podía dejar de pensarlo ni un segundo. Es que Frank era el amor de su vida, y de eso no había duda alguna — Tienes un alma dentro tuyo, Gee — Susurró el castaño llevando su mano al vientre de Gerard, quien sólo suspiró. Porque quizás en estos momentos Frank podría estar acariciando ese abultado vientre con sus manos perfectamente tatuadas. Mierda, sí que lo extrañaba — Debes tratar de comer — Gerard se sentó en la cama con cuidado y le hizo una pequeña sonrisa a su amigo, quien también lo imitó en el gesto.

— Está bien, Bert. Comeré, lo haré por este bebé — El nombrado asintió sonriente y se levantó a paso veloz de la cama y se fue directo a traer algo para comer.

No podía ser malo con su bebé, no quería matarlo. Aún no nacía pero ya sentía que lo amaba demasiado, al igual que Frank. Deseaba que por favor tenga sus hermosos ojos, y que tenga su perfecta nariz. Pero de lo que sí estaba seguro es que se parezca o no a Frank, cada vez que mire a su bebé va a verlo a él. Costará tratar de olvidarse de Frank. Costará ser padre soltero, pero todo sea por ese niño que lleva dentro suyo. Sonrió con algo de tristeza por no haberle dado la noticia a Frank, después de todo él era el otro papá y tenía derecho a saber. ¿Pero de qué servía? Ya odiaba a Gerard y de seguro no quería nada que venga de él, menos un hijo. O eso pensaba el pelirrojo en estos momentos tan tristes.

— Ten, Gee — Le entregó un plato con pollo y puré de zapallo, todo muy sano para no dañar al bebé. Bert siempre estaba en esos detalles. Gerard sonrió y comenzó a comer la comida con desesperación, llevaba tiempo que no comía.

5 meses después...

— ¡Bert! — Gritó el pelirrojo, quien se encontraba sentado en el sofá con una sonrisa en su rostro, con sus manos en su enorme vientre de siete meses.

El nombrado, quien se encontraba en la cocina, fue corriendo hacia Gerard con preocupación, pensaba que se trataba de algo malo.

— ¡¿Qué pasó?! — Preguntó preocupado. Gerard sólo hizo una risita y le hizo una seña para que le diera su mano. Bert algo confundido se la dió, Gerard llevó ésta lentamente hacia su vientre y allí la posó — No entiendo, Gee — Susurró Bert, como si hubiese alguien más en la casa o esperando oír algo. Gerard le hizo una seña para que callara y esperara. Para más comodidad Robert se arrodilló y esperó paciente a que algo ocurriera, y como cosa mágica y maravillosa sintió una patadita del bebé. El castaño miró con una enorme sonrisa a Gerard, quien también se veía muy feliz. Y sin poder evitarlo comenzó a llorar delante de Gerard.

Bert siempre había amado mucho a Gerard, pero lo amaba de verdad, no quería ser más su amigo. Y nunca tuvo el jodido valor para decírselo, porque sabía que Gerard no estaba en sus mejores momentos, pero aún así siempre trataba de demostrarle lo mucho que le importaba él y su pequeño bebé. Sentía que ese ser que dormía dentro de Gerard era suyo, ya sentía que se había robado su corazón así como el pelirrojo lo hizo. Ya podía imaginarse criando ambos a ese hermoso bebé. Como deseaba que así fueran en realidad las cosas. Pero por ahora no podía hacer más que sólo soñar.

— Bert... — Susurró Gerard llevando una mano a su mejilla. El castaño limpió sus lágrimas rápidamente y se sentó a un lado del pelirrojo, quien le sonrió al ver que tierno era su mejor amigo. El de ojos claros tomó a Gerard del rostro con ambas manos y atrajo sus labios con los suyos para juntarlos en un dulce y lento beso. Un beso que para Bert fue como estar en las nubes. Pero para Gerard fue sólo recordar lo que era besar a Frank, no sintió nada de lo que sentía con el tatuado cuando besaba sus labios. Absolutamente nada. Y eso era triste porque le tenía un gran cariño, y sin tan sólo Frank no hubiera aparecido en su vida tal vez Gerard se hubiera enamorado perdidamente de Bert, y quizás hubieran hecho una muy linda familia llena de niños corriendo por toda la casa y teniendo bastantes perros, como a Bert le gustaba. Pero no. Él sólo pensaba en volver con Frank algún día, siempre lo soñaba y también lo pensaba todo el tiempo. Nunca podría olvidarse de él.

Una vez que se separaron por falta de aire, Bert lo miró detenidamente a los ojos, había brillo en los suyos, pero en los de Gerard había tristeza.

— Te amo — Susurró con ternura. Siempre había sido un excelente tipo con Gee y eso es lo que el pelirrojo contaba de él. Nunca nada malo le había hecho, y estaba más que seguro que tampoco nada malo le haría. Pero no lo amaba. Y la palabra 'te amo' era algo fuerte de decirle. Porque sí, lo amaba pero sólo como un amigo, al igual que se ama a un hermano. Pero no podía decirle eso ahora, quizás más adelante. — Estoy enamorado de ti. Siempre lo estuve. Desde el primer día en el que te vi en el hospital, Gee — Siguió hablando. Gerard se sorprendió con sus palabras. ¿Hace cinco años estaba enamorado de él? — Tu cabello negro y tus ojos verdes me enamoraron desde el primer momento. Recuerdo que cuando me hablaste para preguntarme a dónde debías ir para dejar tu currículum, me quedé paralizado al oír tu voz tan tierna y dulce — Y los ojos de Gerard empezaron a humedecerse. Es que Bert era una persona muy hermosa física y emocionalmente. Se notaba que de verdad que lo amaba mucho. Estaba muy enojado consigo mismo por no poder amarlo de la misma forma en la que amaba a Frank, porque su corazón le pertenecía al tatuado por más que no lo quisiese. — No dudé ni un segundo en hacerme amigo tuyo, pero cuando me dijiste que estabas casado yo sentí que algo dentro de mí murió. Pero lo acepté con el tiempo. Traté de olvidarte conociendo a otras personas pero ninguna de ellas me atraían de la misma forma en la que tú me atraes, y no hablo de lo físico. Porque tú eres hermoso, tu ser es hermoso, Gee. Y eso es lo que me enamoró. Cuando me dijiste que estabas viviendo con Frank, el paciente al cual cuidabas, yo me sentí muy mal. Tan mal que creo que lloré una semana — Gerard sintió un dolor en el pecho al oír aquello, y las lágrimas no pararan de bajar de sus ojos con las palabras de su amigo — Pero ahora con todo lo que estamos viviendo. Con tu embarazo, tú aquí conmigo.... No sé Gee, todo esto es lo que yo siempre soñé — Tomó la mano de Gerard y la llevó directo a su corazón, el cual latía muy rápido — Aún late por ti — Dijo acercándose al pelirrojo lentamente — Yo te amo mucho — Susurró sobre sus labios — Déjame mostrarte que soy digno de ti. Déjame amarte por favor — Acomodó un mechón rojo detrás de su oreja con dulzura — Por favor... — Y sin pensar en lo que hacía, Gerard atacó los labios de Bert de forma pasional. No debía darle esperanzas pero tal vez así podría olvidarse de Frank. Tal vez Bert era la persona indicada para hacer su vida junto a él. Mierda, no podía pensar con tanto dolor en su corazón.

Bert llevó su mano a su mejilla, la cual acarició con dulzura sin deshacerse del beso. Gerard llevó las suyas al cuello del castaño. Bert era lindo, muy lindo. Pero Frank también lo era. Bert era tierno, muy tierno. ¡Pero Frank también lo era! Ambos jóvenes podían tener muchas cosas en común, pero aún así Gerard prefería a Frank.

Y el timbre sonó sacándolo de sus pensamientos y obligándolo también a deshacerse del beso. Bert estaba con las mejillas sonrojadas y una sonrisa en su rostro.

— Ya vengo — Susurró dejando un beso corto en sus labios.

Se levantó del sofá y con rapidez fue hacia la puerta. Eran las cinco de la tarde y casi nunca tenían visitas, sólo iba la mamá de Bert de vez en cuando, y también los visitaba Quinn, un amigo de ambos. Al abrirla se encontró con un tipo al cual no conocía.

—¿Puedo ayudarte? — Preguntó Bert.

— Vengo a ver a Gerard.

Bulletproof heart •Frerard•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora