XIII

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Sasuke Uchiha

   Finalmente, todo volvió a la normalidad. O bueno, en realidad, el nivel que nosotros podíamos alcanzar referido a la normalidad. Porque, después de todo, algunas cosas no eran normales. Lo que había sucedido anoche finalmente las desencadenó.

   Cómo prueba de amor y de que decía la verdad, Itachi se quitó el anillo de boda y me lo dio. Eso para mi, significaba demasiado, algo inexplicable, indescriptible. Porque quitarte eso definitivamente era la mayor ruptura que puede haber en toda la relación y que por cierto, ya se encontraba muy agrietada. Pero no solo eso, si no que lo hacía por mí. O sea, de cierta forma me sentía superior porque había abandonado algo tan enorme y complejo solamente por mí. Sin siquiera contar las consecuencias.

   En realidad no sé ponerlo en palabras, pero me sentía muy feliz porque me había transformado en su todo nuevamente, como cuando éramos niños. Y aunque hace tiempo el amor me parecía estúpido, aburrido y hasta desagradable, ahora por fin experimentaba las famosas mariposas en el estómago. Al fin le encontraba sentido al romance. Podría decirse que por fin entiendo este mundo tan desconocido para mí. Y finalmente entendía lo que todos sentían.

   Ya no me resultaba doloroso, ahora era hermoso.

    Sí, hermoso. ¿Así se siente tener a alguien que te corresponda? Porque es maravilloso. Finalmente mi historia de amor comenzaba a cobrar vida porque era mutuo. Ya no era solo una fantasía. Se sentía tan bien... Aunque ahora mismo esté solo, me sentía tan alegre. No podía parar.

   A pesar de que la brisa fresca que provenía de la ventana golpeaba suavemente mi rostro, no podía despegarme de mis pensamientos. Tampoco podían contra el rubor de mis mejillas o mis ojos, que estaba lo suficiente seguro para afirmar que eran igual de brillantes que un diamante. Ni siquiera el humo amargo del cigarro que estaba fumando podía desplazarme. Me sentía tan afortunado.

   Le di otra calada al cigarrillo y seguí pensando. Lo cierto es que estaba muy feliz. Sin embargo, aún mi curiosidad con respecto a Izumi seguía intacta. ¿Cuándo será? ¿Y por qué no está aquí? ¿Por qué se fue sin avisar?

   ¿O en realidad el repentino cambio de Itachi se debe a que ya todo acabó?

   O no, no creo, sería mucha suerte. Y formular una respuesta lógica no se podía. Izumi en ese sentido era impredecible. Más bien, a mi punto de vista porque la realidad es que no la conozco como lo hace mi hermano. De todas formas, no lo pensé mucho. Cómo por arte de magia, el apareció por el marco. Tal vez lo atraje con la mente.

— ¿Qué haces despierto a ésta hora?—  Le pregunté deshaciéndome de la ceniza del cigarro, dándole golpecitos con el dedo. La vi caer dentro del cenicero, en la mesa. Si, había movido los muebles a mi gusto frente a la ventana, como si viviera solo. Ojala en algún futuro sea así.

— Llegué a las siete, dormí hasta ahora. Fue como dormir toda una noche para mí. Y tengo hambre, mucha hambre. ¿Tú que haces aún despierto? Deberías irte a dormir — Me respondió aquello mientras revolvía el refrigerador. Vi que comenzó a dejar encima de la mesada varios ingredientes pero el que más resaltaba era la carne. ¿Iba a cenar?

— No iré a dormir, no tengo sueño. ¿Qué es lo que harás a esta hora?

— Pues deberías, tú estás despierto desde más temprano. Y planeo comer ¿Quieres algo? — Sorprendente, no me contestó con el sarcasmo que yo emplearía. Cuando acabó su selección de ingredientes, cerró el refrigerador y en unas puertas, abajo de la mesada, sacó un sartén y otros utensilios más.

— No, no quiero.

— ¿Desde que hora no comes?

—  No lo sé Itachi, creo que desde las cinco de la tarde, no tengo idea. No molestes con eso — Al decir eso, le di otra calada al cigarrillo, ya casi acababa. Exhalé el humo.

Rosa Pastel [ItaSasu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora