XV

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   A pesar de que fui yo quién acabó con todo, él que decidió ponerle fin a toda esta farsa y aunque yo haya sido el mentiroso, el que engañó, mi corazón se encontraba en una devastación terrible. Era un sentimiento insoportable por su forma de hacerme sentir, casi similar a lo que me provocaba las acciones de mi hermano cuando se las agarraba conmigo, horroroso de experimentar. No iba a morir, de eso estaba seguro. Sucedieron tantas cosas y no estuve ni cerca de verle el rostro a la muerte, no creo que sea el momento. No me voy a morir por un divorcio. Pero, de alguna forma, sentí que al dejar a Izumi, me despoje de la mitad de mi ser. Es como si me hubieran quitado las extremidades, como si me hubieran cortado a la mitad. Tal vez podría compararlo con otros tipos de dolores, pero de igual forma, creo que no se extendería por mucho.

   Solamente Sasuke podía llevarse ese puesto. Solo el podía subirse a la cima y nombrarse como el mejor torturador en lo que se refiere a mi persona.

   No es precisamente porque yo la amaba o de repente me di cuenta de que era el amor de mi vida o alguna tontería de esas. No, definitivamente no. Desde un principio supe que era una tapadera para mis verdaderos sentimientos. Aquellos tan vulgares, enfermos y persistentes. Lo cierto es que, brindarle tantos años a alguien tiene su precio. Ya lo dije varias veces, aunque ella me quería matar en ese preciso momento antes de irme de la casa, yo le tenía un enorme aprecio y cariño. Y aunque ella no lo pensaba, a mi también me lastimaba.

   Nunca pensé que me acostumbraría tanto a su persona. Me daba terror dejar la rutina, así no sea lo más sano del mundo.

   No importa, lo hecho está hecho. Ya había decidido. Si Sasuke me amaba, yo tenía que hacerlo y de la forma más fiel posible.

   Estaba comenzando a oscurecer, de hecho, más temprano de lo que yo imaginaba. No poseía en mis manos la llave del auto, no podría quedarme en mi zona de confort para reflexionar. Tampoco podía regresar a no ser que realmente quiera morir. Y siendo sincero, no quiero morir. Apenas comenzaba a sentirme vivo por más dolor que haya, así que, me encaminé a la casa de mi viejo compañero de secundaria. Si, iría a llorarle a Kisame. Seguro se divertirá con todo lo sucedido.

   Hice varias cuadras. Intenté ser lo más rápido posible debido a la inseguridad. Normalmente en este lugar no habían ladrones o delincuentes hablando en general pero, es mejor prevenir que lamentar, porque no tenía nada para defenderme. Y así, pronto llegué al enorme edificio. Entré, recorrí unos pasillos aterciopelados rojos con unas paredes blancas, subí al elevador y cuando menos lo esperé, ya estaba tocando la puerta de Kisame con mis nudillos.

   Al principio no contestó nadie, por un momento creí que no estaba. Casi me infarto porque si él no estaba aquí, ¿A dónde iría yo? Bueno, no estaba todo perdido. Tal vez rentar una habitación en un hotel, llamar a Sasuke. No suena mal, no es una mala idea. ¿Pero debería faltarle el respeto al sufrimiento ajeno de esta forma?

   Todos los pensamientos que se me ocurrieron debido a la desesperación se esfumaron porque Kisame abrió la puerta. Al principio, cuando percibió quién era, sonrió. Pero esa sonrisa desapareció al analizar mis facciones. Yo no estaba triste, tampoco demostraba la mayor felicidad del mundo. Él habló.

— Itachi, ¿esa cara de agonía se debe a que me extrañaste mucho?—Me preguntó divertido, cómo era él a todo momento. Le contesté de la misma forma y solo por eso, volvió a sonreír.

— Si te gusta pensarlo así... Aunque yo en realidad vine a llorar un rato. Aparte, me echaron temporalmente de la casa—Apenas terminé de mencionar aquello, Kisame abrió los ojos lo más grande que pudo. Que extraño, su sonrisa no se desvanecía.

— Bueno, entonces seré tu pañuelo, tu cama y algo más—Se hizo a un lado para dejarme entrar—. Pasa antes de que te enfermes, no llevas nada abrigado puesto.

Rosa Pastel [ItaSasu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora