Sasuke Uchiha.
Uno nunca sabe el impacto de sus acciones hasta que, luego de ese suceso, todo comienza a salir a flote. Y es precisamente lo que a mí me sucedió.
Las palabras de Itachi no resultaron dolorosas, ni siquiera me habló en un tono fuerte. No me gritó, no reaccionó de forma violenta, no sucedió nada. No había ningún rastro de furia además de sus quejidos. Era él reteniendo todo con su tan característica paz, la misma que siempre trataba de exponer. No era algo que yo esperaba.
Hasta que finalmente, desperté al día siguiente. Y ahí comprendí la semejante magnitud de mi error.
Yo sabía que hace tiempo nos estábamos ignorando mutuamente. Yo particularmente, porque aborrecía lo que creí que él había hecho y él, tal vez solo me daba mi espacio o en realidad, lo más seguro, se trataba de su decepción. Decepción que yo provoqué, que era solo para mí. Pero hasta ayer precisamente, nada de eso dolía. No sentí nada. Y en el fondo yo muy bien sabía el porqué. Porque creí que tenía la razón absoluta, porque le creí a alguien que no tenía ni idea de nada, creí en mi mismo. Y al final, al despertarme, me di cuenta de lo que había hecho, de que ahora dolía más que antes y que, si tuviera que darle un toque dramático, traicioné mi propia sangre. Y era espantosa la forma en la que mi cargo de consciencia carcomía mi mente. Toda una tortura.
No debí hacer eso, no debí hacer eso, no debí hacer eso. Lo que constantemente se repetía mi mente. Pero lo hecho ya estaba hecho.
Ni siquiera me tomé el tiempo de levantarme de mi cama. Si desde antes Itachi no se encontraba cerca, era obvio decir que luego de lo sucedido, menos estaría aquí. Seguro huyó como de costumbre.
No es bueno pensar las cosas varias veces, darle vueltas al asunto. Nuevamente, lo hecho está hecho. Aunque mi mente insistía, y me hacía repetir como una tira cinematográfica cada cosa que hice para llegar a tomar esa decisión, la de llamar a Deidara. Por lo tanto, el arrepentimiento empezaba a brotar. Recorría cada sector de mi cuerpo y mi estómago se retorcía del dolor, al igual que mis tripas y aún más mi corazón. Que parecía estirarse y achicarse abruptamente y como castigo propio, se insertaban agujas y se oprimía a si mismo.
Ya no quería levantarme. Si desperté con hambre, ya no la sentía. No me llamaba la atención respirar pero bueno, eso es algo automático. Y si había una vida que enfrentar, no quería hacerlo. No quería ni siquiera pensar. Me gustaría volver a dormir y estar en un lugar donde no pienso y dónde mi existencia no sea percibida. Pero la vida continua, al menos Haku me está esperando.
×××
Como me repetí hoy por la mañana, la vida continua a pesar de todo. Así que fui a la facultad. Supongo que pensar en el futuro era algo motivador, o eso me hizo creer Haku durante todas las horas de clase que estuvimos juntos. Aunque sinceramente, me parecía sumamente aterrador. Porque yo sé que mañana la situación será igual o peor de infeliz. Y si hago algo, puede que no funcione y provoque una reacción contraria, otro quiebre, y para eso prefiero quedarme quieto. Pero si no hago nada, entonces nada cambia. Así que tenía la cabeza hecha un embrollo. Quería dormir y acostarme, por hoy no sentir más.
Entonces, me percaté de que no iban a ser las cosas como yo esperaba.
Era de noche, estaba oscuro. Volví algo tarde ya que mi hermano tenía la costumbre de llegar tarde, y solo pensé, ¿Por qué no? Así que fui a merendar con Haku en una cafetería. Al menos no me iba a cruzar con él y tragarme una enorme cucharada de amargura. Pero cuando llegué a la puerta, sacando las llaves de mi bolsillo, escuché unas carcajadas muy características de alguien que ya creí conocer. Hasta había compartido una salida con él.
ESTÁS LEYENDO
Rosa Pastel [ItaSasu]
Hayran Kurgu• No es sencillo ver como tu vida y tu matrimonio se derrumban frente a tus ojos, pero tampoco es fácil abandonar lo único que deseaste toda tu vida. Lo único que le dio a tu vida grisácea un poco de rosa pastel. •Los personajes no me pertenecen. So...