III

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   Los nervios me carcomían la cabeza, el cerebro y todos sus lóbulos. Llegaba al punto de pensar en empastillarme con la idea de olvidar todo en absoluto. Pero no iba a servir de nada, ya era un hecho, Sasuke estaba en camino.

   Tendría que ir a buscarlo. Tendría que entablar una conversación. Debía verlo por primera vez después de tantos años. Debía hacer lo que a mi me resultaba simple y sencillamente imposible.

   Pero no me quedaba más opción que dejar que la situación fluya.

×××

   Al final, ni una mierda fluyó.

   En un desesperado intento de evitarlo a toda costa y —obviamente— en plena crisis, llamé a uno de los tantos amigos que encontré en el camino de la vida. Fue bastante fácil, ni siquiera tuve que darle una explicación concreta, me invitó a pasar la tarde con él. Creo que estaba muy feliz, además debió notar que algo anda mal por mi forma de hablar. Se imaginaba algo de la situación.

   Me pude escabullir sin ningún problema. Izumi estaba en una de las habitaciones que no ocupabamos ordenando, ambientando el lugar para su nuevo inquilino. Ella demostraba más entusiasmo que yo, siempre era así. Creo que debido a eso ni siquiera se percató de mi huida. Todo iba de maravilla. Y entonces, desaparecí por más horas de las que planee.

   Al llegar fui bien recibido. Mi amigo enorme de piel azul pálido se encontraba más que emocionado. Su sonrisa era brillante, me dio esos abrazos que podrían matarte por la asfixia y proseguimos a caminar hasta su sala de estar. Las horas pasaron entre charlas muy extensas sentados en un sillón y bastante café con aperitivos. No habíamos entablado una conversación desde hace bastante tiempo, me atrevería a decir que desde la secundaria.

   Todo sucedió más rápido de lo que yo pensé. Al observar por una de las ventanas de su apartamento, vi el sol ocultarse, oscureciendo. Y entonces, recordé el motivo por el cual yo había venido hasta aquí. Mi celular comenzó a zumbar repetidas veces, dándome a entender que había una llamada que debía contestar. Pero como soy una persona con tanta suerte en el mundo, apenas quise hacerlo, dejó de sonar. Se trataba de Izumi, le envié un mensaje para que ella se encargue de Sasuke. Porque de eso se trataba seguramente.

   Después de todo él tenía que familiarizarse con mi esposa, ¿No?

   Las horas volvieron a correr como si se trataran de solo simples segundos. Kisame decidió invitarme a cenar ya que parecía el momento indicado. Entonces, salimos abrigados a hacer las compras. De por medio, se metió la idea de beber algo  y resumiendo bastante, ambos preparamos la cena y luego de comer, nos emborrachamos. Al percatarme de la hora, decidí irme lo más rápido que pude. Al día siguiente tenía que trabajar.

   Pero hasta ahora, nada de eso resultaba una dificultad para mí aunque lo detestaba. Supongo que la monotonía ya ni siquiera resultaba una molestia. El problema ahora mismo era él.

   Le recé a los dioses nórdicos, griegos y a todo tipo de Dios existente por cualquier religión que al llegar, las luces estén apagadas, que el ambiente sea tan fúnebre debido a la ausencia y que solamente deba caminar derecho a mi habitación.

   Pero no iba a tener tanta suerte como yo creía.

   Caminé. Finalmente, llegué. Busqué en mi abrigo la llave que estaba en uno de mis bolsillos y abrí cuidadosamente la puerta, con las manos temblando. Estaba fresco, veía el vapor que despedía de mi boca en el ambiente. No sentía la nariz, incluso imaginaba lo roja que debe estar pero... no se trataba del frío. A pesar de que también había bastante alcohol en mi sistema, todo aquello no era simplemente la consecuencia del clima. Era mi cabeza, era yo.

   Entonces, acerqué mi mano para tomar la perilla pero en eso se quedó. Al procesar lo que estaba sucediendo, me di cuenta de que alguien me alcanzó. O tal vez me estaba esperando.

   La puerta se abrió con velocidad y ahí estaba.

   No era tan lejano a lo que yo recordaba. Sus ojos oscuros como la noche permanecían igual que hace diez años, como su piel. Ni siquiera tenía que pasar mi mano para saber que se mantenía suave y tersa, además de pálida, muy pálida. Y sus facciones, bueno... Era obvio, estaban más estilizadas. Después de todo ya es un "hombrecito", como diría mamá. Su cabello estaba por lo lejos, más largo de lo que podía haber imaginado, poseía unas leves ojeras moradas. Y todo aquello si de por si era llamativo, resaltaba aún más con su conjunto de pantalón y campera deportivas azul marino.

   De repente sentí como las tonalidades grisáceas de mi patética vida comenzaban a tornarse rosa pastel. Ni siquiera habíamos cruzado palabra, solo nos estábamos analizando pero, sentí que una parte de mí recobró nuevamente la vida. Que tenía un motivo para seguir existiendo. Mis fantasías y recuerdos brotaron ferozmente de mí y que, nada de mis sentimientos habían cambiado.

   Lo miraba bobo y fijamente, sin saber que decir o que hacer.

— ¿Sueles desaparecer cuando tienes visitas? — Preguntó sin sutilezas, frunciendo su ceño. Inmediatamente cruzó sus brazos y no parecía querer hacerlo pero podía notar que estaba inflando sus mejillas. Me estaban ahogando los recuerdos de la niñez, cuando el hacía este estilo de cosas.

   No contesté nada. Las palabras simple y sencillamente no salían.

— ¿No piensas decirme ni siquiera hola? — Volvió a dirigirse a mí. Al ver que ni siquiera podía reaccionar, soltó los brazos y con bastante violencia en sus movimientos, me tomó del cuello de mi camisa. Todo normal hasta que comenzó a olerme, incluso la extensión del cuello.

   Estaba por colapsar hasta que me soltó.

— Hueles a vino...

— Exactamente Malbec.

— Dios, mejor métete — Me tomó del brazo bruscamente y me arrastró hasta la sala de estar. Parecía desear decirme algo pero, inmediatamente se sonrojaba y lo dejaba.

   Pero finalmente lo escupió.

— ¿Con quién estuviste? — Preguntó mientras se sentaba en el sillón cruzando sus brazos. Aún mantenía sus mejillas rojas como un tómate y su ceño se mantenía fruncido.

— ¿Intercambio de roles con mi esposa? Me imagino, debe estar cansada — Respondí irónicamente.

— Si, nos pusimos de acuerdo. Ahora soy su espía y debo averigüar que es lo que haces al desaparecer sin avisar — Me devolvió de la misma forma.

— Mierda, están aliados... Pobre de mí — Intenté ser gracioso pero no hay una persona más desabrida que yo para eso, así que contesté su pregunta inicial—. Un amigo de la secundaria se mudó hace bastante tiempo y cómo hace años que no lo veo, me encontré con él.

— Resulta que ahora tus amigos de la secundaria son más importantes...

— Sasuke, tuvimos oportunidades para vernos pero tú mismo no quisiste.

   Se mantuvo callado. Su semblante cambió a uno de sorpresa debido a mi respuesta y finalmente bajó la mirada. Debo atribuirme la sutileza, no quise decirle algo como reclamo porque de alguna forma él tenía razón pero no pude evitar decirle una verdad.

— Sasuke, no creo que sea hora para hablar. Tienes ojeras, mejor ve a dormir.

   No podía decirle algo mejor que eso pero era preferible. Nos evitaba una situación incómoda.

   Obedeció y en pocos segundos, se fue.

Rosa Pastel [ItaSasu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora