Happy Ending

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   Siendo sincero, aún no entiendo como es que permanecí vivo durante todo este año.

   No, es algo difícil de concebir, de pensar. Pero asombrosamente aquí estoy, vivo. Tal vez con el sistema digestivo hecho mierda, tal vez con unos kilos de más debido a la gran ingesta de alcohol y malas conductas, tal vez en una seria depresión, tal vez sin siquiera ser feliz en lo más mínimo pero como dije, aquí estoy. Vivito y coleando.

   La vida durante este tiempo no fue asombrosa, por supuesto. Creo que fueron más las veces en las que pensé irme antes que continuar aquí pero algo siempre me detenía.

   Cuando creí que podía ingerir pastillas de más, me detuve. Ante un intento de sobredosis con sustancias alcohólicas, me detuve. Y si en algún momento tuve algún arma que podía herirme de muerte, nunca tuve el coraje para llevarlo cabo. Siempre, pero siempre había algo que me detenía.

   Y no era difícil adivinarlo. Siempre volvía él a mi mente ante esos momentos y permanecía ahí hasta que, bruscamente abandonaba todo y luego desaparecía, dejándome solo.

   Qué enfermo. Solo imaginando a alguien que no está podía volver a poseer cordura. Pero siempre creí que no tenía que morir por algún motivo. Porque si no fuera por algo así, ¿Entonces para qué estoy aquí, sufriendo como un desgraciado?. No lo sé, no lo sé.

   Entonces, empecé a escuchar el ring del teléfono fijo. Hace tiempo nadie me llamaba además de Kisame quién estaba muy pendiente de si yo vivía o no o por si en una de esas, repentinamente lo dejo de hacer. Así que antes que escuchar algún futuro sermón en el momento que nos veamos, decidí levantarme del sillón para ir a contestar.

   Me sacudí las migajas de un sándwich improvisado de mayonesa y tomate —¿Sasuke estará comiendo bien?— de la camisa y también las que cayeron en mi pantalón. Sin querer, en varios tropiezos, tiré algunas botellas vacías de Dios sabrá que cosa y pisé algunos papeles asquerosos. De repente, recordé que ésta casa era un completo desastre y que debía limpiarla. Sin embargo, no tenía ni ganas de respirar, aún no entiendo como no me echaron del trabajo con tan poco rendimiento... En fin.

   Después de cruzar por ese lugar al cuál denomino "pantano", llegué hasta el teléfono que en ningún momento paró de sonar y ante el hartazgo, contesté.

—¿Quién?—Pronuncié sin ganas, ni una gota de ganas de vivir. Con el ánimo inexistente que había en mí.

—¡Itachi, mi amor!—Se escuchó una voz dulce del otro lado del auricular. En algún momento abrí los ojos tan exagerado por la sorpresa y por oír esas palabras que luego, me costó asimilar que se trataba de mamá. Evidentemente, preguntaría sobre cosas de las que no quería hablar y de repente, se transformó en un fastidio.

—Oh, si. Hola ma, ¿Qué tal todo?, ¿Sucedió algo?

—¿Realmente tiene que suceder algo cómo para que pueda llamarte?—Me respondió regañandome. Bueno, al menos no me preguntó ni por Izumi, ni por Sasuke—. Aunque debo admitir que si te llamé por un suceso que deberías recordar.

—Ehhh... ¿Cuál? Perdón, es que últimamente estoy muy perdido con las fechas—Aunque si supieras que en general, estoy perdido—, y Sasuke tampoco colabora mucho—Mentira, ni siquiera está al tanto de esta conversación—.

—¡Hijo, por el amor de Dios! En dos días es mi cumpleaños. ¡Siempre lo recuerdas! ¿Cómo es que lo olvidaste?

—¡¿En serio?! Perdón, ya te lo dije, últimamente estoy muy perdido. Perdóname.

—Está bien, está bien. No es para tanto drama pero es muy inusual en tí. Pero bueno... Tendrás tus motivos. Te llamé porque quería que vinieran a visitarme. A tí hace tiempo que no te veo y te extraño muchísimo y también a mi Sasuke... Que el desgraciado no me responde ninguna llamada como si yo no existiera.

Rosa Pastel [ItaSasu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora