❝ Uno buscaba el éxito y la aprobación de los demás, la otra vagaba por el mundo y sus pensamientos intentando encontrar el sentido de la vida; pero su compañía fue más que suficiente para hacerlos felices y cicatrizar las heridas que brotaban de su...
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─ El primer encuentro. ─
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La noche se hacía duradera y oscura en las calles de la aldea. Un suspiro salió de los labios de un chico rubio que saltaba de una rama a otra sin percatarse del frío que hacía, y que probablemente lo dejaría enfermo y en cama por un par de días. Las nubes cubrían el brillo que la luna intentaba dejar sobre el parque en el que el chico de doce años se encontraba, por ende él terminó por caer al suelo cuando no pudo ver por dónde caminaba.
Naruto se quejó y se sobó la nuca levemente, para después sentarse bajo el árbol y posar su espalda contra el grueso tronco que lo sujetaba. Sin darse cuenta, algunas lágrimas habían caído y ya recorrían sus mejillas, estaba llorando y no podía controlar la tristeza que empezaba a sentir de inmediato.
Se sentía solo, más que nunca. Ese dolor que notaba en su pecho era fruto de no tener compañía, de saber que las miradas que recibía no eran de aprecio o pena; sino de odio. Aún cuando sonreía ante las personas que lo insultaban, y decía querer ser Hokage y el héroe de Konoha, muchas veces y sin que nadie lo observase, caía en la realidad y se derrumbaba para llorar y poder desahogarse.
¿Habría alguna vez una persona que pudiera ver más allá de su aspecto patán, sus errores y sus fallos? Deseaba con todas sus fuerzas que alguien creyera en él y sus sueños, porque aunque aparentara ser fuerte, no tenía en quién apoyarse.
Pero sí existía esa persona, por mucho que el rubio lo dudase.
El Uzumaki levantó su cabeza algo asustado al sentir una presencia cerca de él, oyó el crujir de las ramas y unos pasos a su alrededor. Pero no parecía cualquiera pasando por allí, sino alguien que quisiera que notase su presencia.
En un abrir y cerrar de ojos la expresión de su rostro se convirtió en una de temor, y hasta por unos segundos rezó por su vida al observar fijamente y asustado a la persona que tenía frente a él.
━¿Por qué lloras?━preguntó el desconocido, su voz era fría y no parecía tener algún tipo de emoción en su tono; parecía que no existían sentimientos en ella.
La luz de las farolas iluminaron al fin el parque, y le dieron al chico la oportunidad de apreciar a quién le estaba acechando.
Una chica, por lo que intentó deducir, estaba arrodillada a su lado y mantenía un silencio abrumador que le dificultaba la respiración al rubio.
