proud

166 9 3
                                    

La audacia de este tipo. No solo se atreve a llegar tarde a nuestra cita de fin de semana, sino que también me hace esperar esta mañana. Ya tengo mas de veinte minutos esperándolo en esta esquina. Estaba apunto de irme cuando distinguí su cabezota subiendo la colina.

—¡Llegas tarde!

—Hey, buenos días Honey.

—¡Sabes cuanto tiempo tengo esperándote!

—Lo siento —Se disculpo con una palma de su mano alzada. Está cargando la maleta en la otra—. Me embrome haciendo el desayuno de mis chicos.

—Siempre lo mismo. ¿Que no pueden hacerse el desayuno ellos mismos?

—Ni te imaginas —me dijo medio riendo—. Si no fuera por mi, el clan entero viviría de sopas instantáneas hervidas con sake.

Aprieto los labios para que no se me escape la risa, aun sigo en mi plan molesta. Aunque no los culpo. Si yo pudiera vivir de la comida que hace este tipo día y noche, lo haría con gusto.

—Te voy a perdonar, pero solo porque me vas a preparar mi ramen favorito.

—¿Heee? ¿De nuevo? —refunfuñó el.

Hace unos meses tuve una depresión enorme, de esas que te cambian la vida; tan profunda que hasta estaba pensando en volver a América. Bueno, quizá exagero. Y todo porque ¡cerraron mi restaurante de ramen favorito! Lo que más extraño de él era un delicioso plato de ramen especial que hacían con carne, verduras y otro montón de cosas suculentas que se me escapan los nombres. De solo recordarlo se me hace agua la boca. Un día mientras estaba tirada desconsolada en mi cama, llegó Raku con un plato de ramen. Con solo oler el puro aroma casi me desmayo. ¡Era mi ramen favorito! Ese día me comí mi peso entero en puro ramen. Al parecer fue a conocer al dueño y aprendió la receta para poder hacerlo cuando yo deseara. En serio, ¿hay algo más que una chica pueda pedir en un hombre? El problema es que no es fácil de hacer. Requiere horas de preparación y montones de ingredientes, pero ¡dios!, el resultado vale la pena.

—¿Quieres que te perdone, no?

—Claro, claro. Cuando salgamos de clases te voy a preparar una olla entera.

—¡Yay!

Empezamos a caminar rumbo a la escuela. Raku tomo mi maleta de mi mano; no pregunta, solo la toma y se la echa en la espalda junto con la suya. Últimamente le ha dado por cargar ambas. No se que pensar de ello, supongo que quiere aumentar sus puntos varoniles. Me agrada. Aunque lo que yo quiero realmente es ir tomados de la mano. Pero si vieras el valor que requiere hacer algo tan vergonzoso. Y siendo que Raku tiene hormigas en el cerebro, depende de mi animarme. Estoy envalentonandome para lanzarme y asir su mano cuando alguien con voz de perro llamó a nuestras espaldas.

—Raku. —Quien habló fue Gorisawa-kun. Uno de los amigos de Raku, muy peculiar por su característica cara simiesca—. Buen trabajo, licenciado —le dice asintiendo con la cabeza y la mano en puño con el pulgar arriba, como si acabara de hacer algo genial.

—¿Licenciado? —se pregunto Raku para sí mismo.

Okay, eso fue extraño. ¿De que me perdí para que lo alabara?

No caminamos ni una calle cuando alguien llegó y nos dejó otro extraño comentario. Esta vez era Maiko-kun. Parecía tener prisa; pasó a nuestro lado trotando con su sonrisota burlona.

—¡Fiu, Fiu! Que envidia tortolitos.

A estas alturas ya nos acostumbramos a los comentarios de la gente. Lo que me dejó con una ceja arqueada fue el siguiente comentario que dirigió a Raku:

Nisekoi-REDonde viven las historias. Descúbrelo ahora