gift exchange

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Raku manejó el regalo con cautela, como si pudiera contener explosivos. Estaba envuelto de un papel amarillento arrugado y con tanta cinta adhesiva que necesito de tijeras para abrirlo.

Chitoge al principio lo veía con una mirada expectante pero en cuanto Raku alzó su vista para verla, ella casualmente volteo a ver a sus compañeros, como si estuviera más interesada en los regalos de sus amigos. Era como si sus sentimientos se dividieran entre "No me interesa para nada, lo elegí al azar" y "No puedo esperar a ver la cara que haga cuando lo abra".

Y qué casualidad no? primera vez que la clase decide hacer un intercambio de regalos y Chitoge le toca como pareja. Que suerte la suya.

Era un guante de cocina, pero este tenía una particular singularidad... y es que estaba hecho a mano. Le había quedado tan grande y grueso que parecía de baseball. Con las costuras chuecas y mal hechas, a las orillas le colgaba uno que otro hilo y por dentro se sentía rasposo, como si estuviera hecho de lija. E incluso se molestó en cocerle una carita feliz, que le había quedado tan lúgubre que se parecía a ese Jack Skelli-loquesea, el personaje de esa película navideña que tanto le gusta y que ya le hizo ver como media docena de veces. Todo indicaba que se había hecho con esmero y cariño.

El yakuza por fin entendió todos esos misteriosos viajes al club de confección y porque últimamente no se quitaba los guantes para nada... "tengo mucho frío" mis polainas, si a ella nunca le afectaba. Estaba seguro que sus dedos estaban llenos de pinchazos de aguja y cubiertos por benditas.

"Esta un poquito grande..." se quejó Raku, pero su rostro esbozó una amplia y feliz sonrisa "pero me encanta. Gracias Chitoge"

Chitoge apartó su rostro lejos de la mirada de Raku, revelando una mejilla tan notablemente roja que era visible desde el espacio.

"Ehhh~ p-pues me alegro que te g-guste... hehe, genial..." Chitoge rio nerviosamente y empezó a echarse aire con la mano "ufff~ pero qué calor hace aquí no lo crees? vo-voy a salir a comprar algo para beber..." y así sin más, salió corriendo fuera del aula. Unos segundos después un grito de júbilo se escuchó a la distancia.

Raku exhalo y sonrió para sí mismo. Y todo esto por esa tonta plática que tuvo con Shuu, sobre que "un regalo hecho a mano expresaba más que uno comprado".

Nisekoi-REDonde viven las historias. Descúbrelo ahora