30. Alma Gemela

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Duermo la mayor parte del tiempo, no es como si tuviera muchas opciones aquí en el hospital, y la otra mayor parte del tiempo alguien está conmigo como si aun tuvieran miedo de que volviera a entrar en depresión, lo que me lleva a que después de dos meses aun tengo que ir a una sesión semanal para que todos estén seguros de que todo va bien en mi cabeza.

En ningún momento del día me encuentro sola desde hace meses, la mayoría del tiempo el que esta aquí es Ares, creo que eso se debe a que el es su propio jefe, y que su restaurante marcha perfectamente incluso si el no está presente, supongo que eso es el resultado de contratar a las personas correctas.

Ares es una gran compañía y además aprovecha para ver a los demás pacientes que toman la quimioterapia, trayendo consigo casi siempre comidas con sabor y que si nos está permitido comer. La mayoría de las personas en el hospital conocen a Ares, casi todas las enfermeras lo saludan y lo abrazan, he incluso le permiten venir fuera del horario de visita, sobra decir que no soy la única a quien visita después de una operación, pero estoy segura de que si soy con quien pasa más tiempo, desde el momento que entré en el hospital el me cogió bajo su ala, no se si es por nuestros nombres o por alguna extraña razón que mueve a ese chico, tal vez si es mi alma gemela como suele decir el, no en un sentido romántico ya que Ares es medio gay, y digo medio gay por que es bisexual y estoy bastante segura de que él terminará en una relación poliamorosa.

Que puedo decir Ares tiene mucho amor que dar.

Una vez leí que el amor de tu vida no siempre es tu alma gemela, tu alma gemela puede ser tu mejor amiga o amigo y eso no tiene por que implicar algo más, es más creo que nuestra alma gemela siempre va a ser un amigo, por que los amigos siempre te entenderán mas y podrás hablar con ellos sin ningún filtro alguno, te apoyarán como nadie más.

Creo que Ares llegó a mi en el momento que más lo necesité, me ayudo en cada etapa del cáncer, me dio concejos y lo mejor de todo es que me alimentó, el me advirtió que tenia un problema serio y que debía ver a un psicólogo para hablar.

—En que piensas Afrodita — sonrío por qué al parecer lo llame con los pensamientos, Ares entra, confiadamente con una cojera apenas perceptible (es más creo que esa cojera de da un movimiento de caderas un poco provocativo), a mi habitación a la que me acaban de traer después de pasar tiempo en el gimnasio del hospital, ya me acostumbre a su cabello azul y a su extraña manera de vestir la mayoría del tiempo, no tengo idea de cuanta ropa tendrá pero estoy segura de que debe ser el doble de la que tengo yo, hoy no se ve tan mal, es más incluso esta mejor combinado que la mayoría de las veces, con una boina negra, un chaleco beis, una bufanda colgando alrededor de su cuello y unos Jeans negros ajustados.

Doy un silbido, — Pienso en la cantidad de chicas y chicos a los que dejaste babeando en tu camino a mi humilde habitación.

Ares se ríe pero aun así me guiña un ojo coqueto.

—Solo diré que la señora Gladis tendrá mucho trabajo al limpiar los pasillos — hace su pose de diva acomodándose la bufanda. Es mi turno de reír — ¿Tu bolita de carne grosera y ardiente ya vino?— Pregunta Ares mientras se sienta en la cama, refiriéndose a Bastian.

—No es grosero…

—Si lo es. — dice para luego hacer un puchero y agarrarme las mejillas como si fuera mi abuela — oh mi niña, tan enamorada de su cantante caliente — doy un manotazo a sus manos.

—No estoy enamorada…

—Si lo estas…

—Deja de interrumpirme — le gruño mientras le pateo las costillas, el agarra mis pies tratando de contener la risa.


—Querida Afrodita, Alma gemela, Diosa del Olimpo, madre de nuestro futuro hijo al que definitivamente llamaremos Eros sea niño o niña, déjame informarte que estas perdidamente  enamorada de ese mundano, que ni siquiera es un Dios. — volteo los ojos pero no puedo evitar la sonrisa que se me forma — no trates de negármelo, ayer la sonrisa que vi en tu rostro cuando él entró pudo haber iluminado un continente entero y déjame decirte que  tu sonrisa acompañada con de suya hubieran alumbrado todo el mundo.

—Pero no podemos estar juntos… — murmuro dejando de patear para que libere mis piernas, Ares arquea una ceja.

—¿Por qué? ¿Es por lo de tu físico? Ya te dije que eres hermosa, eres casi tan o más guapa que yo, de no ser así no serias mi Diosa de la belleza…

—¿No era la Diosa de la comida? — le digo casi sonriendo.

—También.

—No es eso, solo no creo estar lista para una relación y tampoco creo que una relación es lo que necesite Bastian ahora mismo — unos golpes en la puerta interrumpen la conversación y se que es Bastian, las demás personas que me visitan nunca tocan la puerta antes de entrar, Ares mira la puerta unos segundos antes de gritar que pase.

Y ahí esta Bastian con una sonrisa casi tímida y con su guitarra colgada en un hombro, el cabello estratégicamente desordenado y con una sudadera roja que en mi parecer llama mucho la atención y más en un hospital en donde la mayoría está pintado con colores pasteles, sacudo mi mano en modo de saludo y hago una señal para que entre, no me pierdo el ceño fruncido que hace cuando ve a Ares sentado en mi cama.

—Hola — saluda generalmente Bastian dejando su guitarra en los pies de la cama.

Ares disfrutando de la incomodidad de Bastian le sonríe más ampliamente tramando algo en su cabeza, Ares si que ama incomodar y escandalizar a las personas pero le doy una mirada de advertencia antes de que diga algo, el voltea los ojos antes de ponerse de pie.

—Creo que me voy antes de  que mis testículo peligren — dice señalando la puerta, pero antes se me acerca y me da un beso en la mejilla, muy cerca de mi oído — te apoyo sea lo que sea que quieras hacer y si es un trío me invitas — susurra para mi.

Golpeo su brazo y el se va riendo de la habitación.

—¿Como estas? — la pregunta llega una vez que la puerta está cerrada, me encojo de hombros un poco cansada por la pregunta, la misma pregunta que todos los días me hacen todos los que entran por la puerta.

—Todo lo bien que se puede estar — quiero preguntarle muchas cosas, pero la mayoría tiene que ver con la música y no quiero traer a la música a nuestra conversación. —¿Cómo están los bebés de Gomita?

—Esos niños están más activos que nunca y con unas ganas inmensas de destrozar todo lo que está al alcance de sus garras — dice Caiden mientras entra… sin tocar, como la mayoría y no hay ni caso en molestárteme, Caiden me sonríe — Hola Diosa, no puedo creer que no me llamaras ni una sola vez en todos estos meses, ni siquiera me mandaste un mensaje — hace un puchero poniendo ojos de gato con botas.


A partir de ese momento tenemos los tres una conversación amena hasta que Caiden se va otra vez, “por que el trabajo y la fama lo llaman” según el, hablo con Bastian un tiempo más de nada en especial, en algún momento el saca su guitarra y comienza a tocar una melodía lenta, aumenta notas de vez en cuando y me siento como antes, siento que de nuevo estoy en su departamento un día cualquiera, solamente hablando y se siente bien, hasta que se tiene que ir por que el trabajo también lo llama y se que ha llegado el momento de hablar.

—¿Bastian? — mi tono es inseguro y con un poco de titubeo, pero logro llamar su atención — Creo que no deberías volver.

Deja el cierre de la funda de la guitarra a medias y me mira con la confusión en sus ojos verdes.

—¿Que quieres decir? — sus hombros están tensos y yo suelto un suspiro.

—Tengo miedo — bajo la vista a mis sábanas blancas — me da miedo a pegarme a ti o a cualquier persona, pero cuando estoy contigo siento que es mayor el peligro, estar a tu lado se siente demasiado bien, y eso es solo con tu compañía, imagina que puede pasar si me besaras o me abrazaras todo el tiempo, no quiero ser dependiente ni de ti ni de nadie. Pero también tengo miedo que a ti te pase lo mismo.

—Así que prefieres que me vaya, que nos alejemos otra vez — dice y puedo sentir su mirada en mi, mis lágrimas pican por salir pero me niego a permitirlo, aprieto mis manos en puños estrujando las sábanas — todo por miedo… ¿Y por que no enfrentarlo Adra? ¿O por que no simplemente ser amigos? No es como que vaya a saltar sobre ti a la primera oportunidad.

—No puedo — una lágrima rebelde cae y pronto les siguen sus hermanas, y maldigo a las hormonas, Bastián toma mi barbilla y me obliga a mirarlo, de un momento a otro su rostro esta demasiado cerca, y mi corazón se emociona dándome la razón… estar con el se siente demasiado bien.

—No puedes — susurra antes de besarme, solo es una suave presión de sus labios sobre los míos, no cierro los ojos y el tampoco lo hace, así que mientras todos los muros que alguna vez construí se derrumban, puedo ver en sus ojos como el crea nuevos para protegerse así mismo, cuando se aleja no puedo leer nada en su rostro.

Esta totalmente en blanco, solo la tención en sus hombros lo delata.

—Tienes razón… yo tampoco puedo — dice antes de tomar su guitara y irse…


Estrella Fugaz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora