Capítulo 2:
"Y entonces mueres ahogado".
Crucé esa delgada línea que separaba la libertad de la opresión, el portón de la escuela. Mi mirada se enfocó por si sola en él tierno rostro de Max, quien ya hacía conversando y riendo con nuestro grupo de amigos. Un repentino retorcijón de estómago hizo que me detuviera, quería caminar pero no podía. Los nervios se hicieron presentes en cuanto los azules ...ojos de Max se encontraron con los míos. Estábamos a metros de distancia pero aun así podía sentirlo ahí, junto a mí. Deje escapar un resoplido y mis pies se movieron por si solos hasta donde estaba el grupo de chicos que conformaba mi apretada y pequeña lista de amigos. Solo eran 3: Richard, Lucas y Max.
-¡Thomas!.-Dijeron casi al mismo tiempo, solamente reí. Disimule lo que más pude el deseo que tenía por mirar fijamente a Max y que mis ojos se perdieran en los suyos. Los escuche hablar entre ellos, con tantas voces apenas entendía lo que decían, yo tenía una lucha interna conmigo mismo para no observar a mi pequeño amigo, Max era unos centímetros más bajo que yo, aun así, siempre lo molestaba por su tamaño.
-¿Qué opinas tú, Thom?.-La suave voz de Max capto mi atención de inmediato. "Mierda, debí prestarles atención", alce la cabeza y nuestras miradas se juntaron, el me miraba de una forma juguetona, como siempre lo había hecho. Y bueno yo, yo lo miraba como un iluso, como un idiota enamorado. ¿Se daría cuenta Max de la forma en la que mis ojos brillaban?, por unos segundos observe su mirada, no había brillo alguno, solo pude ver mi rostro reflejado en sus ojos. Aquello fue un dolor, pequeño pero fue un dolor que jamás había sentido.
-¿Qué opino acerca de qué?.-Había tardado en responder y los tres chicos me miraban extrañados pero sobre todo Max, quien de seguro se había sentido incomodo ante mi mirada. Me puse tan rojo como la manzana que Lucas mantenía entre sus dientes.
-Olvídalo.- Max dijo en un tono tan seco que me sentí jodidamente mal, pero después de todo era culpa mía. No era normal que entre hombres se observaran de tal manera. El grupo se deshizo apenas sonó la campana, estaba tan avergonzado que me escondí todo el día. No quería volver a observar de tal forma a Max. Al llegar a casa me recosté en la cama antes de quitarme el uniforme. Mi mirada se perdió por completo en el techo blanco de mi habitación, ¿por qué tenía que ser así?, ¿por qué no podía sentir cosas por una niña como todos los chicos normales? Me levanté y me di una ducha rápida, esa tarde parecía ser tan aburrida como las otras, hasta que la puerta de la entrada a mi casa sonó, solo dos golpes hicieron falta para que mi madre dijera: "Max, Thomás está en su habitación". ¡MIERDA, MIERDA! No era cierto. Respiré profundamente e ingrese en mi cuarto, cerré la puerta y espere con ansias escuchar los pasos de Max subiendo la escalera. Así fue luego de unos segundos, sus pies subían cada escalón, esos pasos terminaron fuera de mi puerta. Temblé, sí, realmente temblé.
-¡Thom, abre!.-Abrí sin pensarlo, sin tan siquiera cuestionármelo. Ahí estaba, sonriendo y mostrando su blanca dentadura. Entro sin dar aviso y paso su brazo paso por sobre mis hombros, trague en seco al instante que los finos vellos de mi cuerpo se erizaban ante aquel pequeño pero significativo contacto. ¿Cómo era posible que un chico produjera esas sensaciones en mí?, no era normal ya que por ley debían de gustarme las niñas. Era doloroso imaginarme a mí, dentro de unos años con una mujer y rodeado de niños. "Contrólate Thomás, respira y contrólate", me ordene mentalmente y deje escapar un resoplido, anhelaba que Max no se diera cuenta del nerviosismo que comenzaba a hacerse evidente. Me aleje de inmediato, antes de que mis mejillas se tornaran rojizas e hicieran aquella situación más incómoda de lo que ya era. Maxi, como solía llamarlo mantenía una traviesa sonrisa en sus finos labios, era bastante risueño y verlo sonreír no era una novedad, pero si un deleite. Esos hoyuelos que se formaban obligados en cuanto sus labios se curvaban, era inevitable que no sintiera los deseos por besarlo y abrazarlo.- ¿Una lucha?.-Preguntó el rubio esperando una respuesta por mi parte, asentí e inmediatamente se abalanzo sobre mí. Desde pequeños solíamos jugar a las luchas, a ambos nos gustaba. Pero estaba seguro que a mi más, en esos instantes tenía la dicha de rozar mi piel con la suya, habían instantes en los que podía enredar mis dedos entre sus claros cabellos y jalarlo, ¿Qué mejor juego que ese?, ninguno.___________________________________________
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Rompiendo reglas |Terminada|
RomanceDesde que nací vengo escuchando la palabra "normal", pero... ¿Quién podría explicarme que es realmente ser normal? Esta historia es chico x chico, así si no te gusta no leas. ___________________________________ Esta novela NO es mía. La autora se ll...